Roberto Montoya*
La reciente revelación sobre la existencia de un Guantánamo británico en Afganistán ha estado, en el mejor de los casos, un día en la portada de la prensa internacional. Solo en Reino Unido y algunos países árabes algunos días más.
Luego desapareció, ni siquiera la prensa alternativa se hizo demasiado eco del caso. ¿Qué son 80 o 90 prisioneros afganos en carácter de desaparecidos en la base británica de Camp Bastion, si ya tenemos un Guantánamo original en pleno Caribe, a pocas millas de donde pasan tantos cruceros de lujo?.
Por ahí han pasado no 80 ni 90 sino casi 800 desaparecidos, 166 de los cuales todavía siguen cautivos, más de la mitad de ellos en huelga de hambre, alimentados por la fuerza desde hace semanas con sondas nasogástricas. Obama no quiere cargar sobre su conciencia con más muertes. Ya bastante tiene con los que se han suicidado en esa prisión desde que llegó el poder y con los asesinatos selectivos con proyectiles lanzados desde ‘drones’, esos robotitos aéreos controlados por control remoto tan eficaces, que además no ponen riesgo a las fuerzas propias.
Los presos de Guantánamo reclaman con su huelga acabar con su calvario y protestan además por los registros diarios a sus ejemplares del Corán y otras graves ofensas al Islam por parte de sus carceleros. ¿Acaso hay mucha cobertura mediática sobre el tema? ¿Acaso se hacen muchos reportajes en la prensa internacional sobre quiénes son cada uno de los 86 prisioneros a los que desde hace más de tres años la propia Justicia militar autorizó que fueran liberados pero que siguen ahí? No, no son noticia, ya se le pasó el tiempo mediático a los Guantánamo. Como se le pasó a Abu Ghraib, como parece haberse pasado el momento de escandalizarse ante el vídeo de los militares españoles torturando detenidos en Irak.
Solo incansables organizaciones defensoras de los derechos humanos, como Reprieve, ACLU, Amnesty International, Human Rights Watch y otras, mantienen una presión constante en este como en tantos otros casos.
Pero la prisión militar de la base naval de la bahía de Guantánamo no es el único campo de concentración de prisioneros musulmanes heredado de la cruzada de Bush y sus aliados que queda en pie.
Los Guantánamo británicos no son nuevos
Ahora la opinión pública se acaba de enterar que las tropas británicas emularon a las estadounidenses y que tienen también al menos un Guantanamito en Afganistán. El tema se discutió en realidad ya en una comisión de la mismísima Cámara de los Comunes en noviembre pasado, pero fue solo ahora, cuando la BBC consiguió en una entrevista al ministro de Defensa, Philip Hammond, que lo reconociera públicamente, cuando el tema saltó a las primeras planas.
Hammond admitió que muchos de los 80 0 90 ghost detainee permanecen desde hace 14 meses en una cárcel secreta del Ejército británico en Camp Bastion, la macro base situada en la provincia sureña de Helmand. Como sucedió con el Guantánamo original durante años, se desconoce la identidad de los desaparecidos bajo control británico, sus familiares no saben que están ahí, carecen de abogado, están simplemente a merced de sus torturadores, perdón, interrogadores.
El laborista Tony Blair fue el principal aliado que tuvo Bush en las guerras de Afganistán e Irak. Ahora el conservador Cameron es el mejor aliado del demócrata Obama en esas mismas guerras. El color político de los líderes de EEUU y Reino Unido no afecta su alianza estratégica.
No es la primera vez en estos últimos años que salen a la luz graves casos de torturas cometidas por las tropas británicas en esos escenarios de guerra. Igualmente, varios musulmanes detenidos en Guantánamo denunciaron haber sido interrogados y torturados allí por agentes del MI5 y el MI6. El film Camino a Guantánamo mostró uno de los casos. En Guantánamo hay un británico, Shaker Aamer, que permanece detenido desde hace 11 años, sin que se presentara contra él cargo alguno. Lleva más de un mes en huelga de hambre.
Así describió su situación, en una carta que difundió la organización humanitaria Reprieve que lo defiende:
“Cada día en Guantánamo es una tortura, así como el tiempo que me tuvieron antes, en las bases aéreas de Bagram y Kandahar, en Afganistán. No son realmente los actos individuales de abuso (el strappado, que es el proceso refinado de la Inquisición española donde te cuelgan de las muñecas de manera que tus hombros se empiezan a dislocar, la privación de sueño, y las patadas y puñetazos); sino la experiencia combinada. Mi libro favorito aquí (lo he leído una y otra vez) ha sido 1984 de George Orwell: la tortura es para la tortura, y el sistema es para el sistema (…) Se me ha robado más de una década de mi vida, por ninguna buena razón (…) Estoy resentido por eso, por supuesto. Me he perdido el nacimiento de mi hijo pequeño, y algunos de los años más maravillosos de mis cuatro hijos. Me encanta ser padre, y siempre trabajé para hacerlo lo mejor posible (…)Nunca voy a suplicar. Si tengo que morir aquí, quiero que mis hijos sepan que morí por unos principios, sin arrodillarme ante los que me abusan.”
El término Guantánamo británico que utilizó recientemente la prensa ante la revelación de los prisioneros en Camp Bastion en realidad no es nuevo. British Guantanamo fue la forma en que la prensa británica llamó a la ley antiterrorista que Tony Blair impuso en 2001, tras el 11-S, emulando a la Patriot Act de Bush. Bajo su paraguas, numerosas personas fueron detenidas y mantenidas presas durante años sin cargo alguno.
En 2005, sin embargo, el Gobierno Blair se vio obligado a suavizarla por un dictamen votado por 8 de los 9 jueces lores –máxima instancia judicial del Reino Unido- el 16 de diciembre de 2004, que la consideraba violatoria de la Convención Europea de Derechos Humanos.
Paradójicamente, según el manual de conducta que utilizan las tropas de la misión de la OTAN en Afganistán (ISAF, Fuerza de Asistencia Internacional de Seguridad), los prisioneros de guerra no pueden permanecer detenidos por un periodo mayor de 96 horas si no se presentan cargos formales contra ellos.“Está prohibido terminantemente mantener detenidas a personas más de 96 horas sin presentar cargos”, dice literalmente.
Esto no ha sido obstáculo para que los diferentes Guantánamo aplicaran sus propias reglas.
Es más, la Corte Suprema británica dictaminó que esa normativa podía no aplicarse en el caso de que hubiera riesgo de que el prisionero en cuestión fuera torturado de ser entregado a las autoridades afganas.
Y esa fue precisamente la excusa que dio ahora el ministro de Defensa al programa Today de la BBC Radio para explicar por que se retiene desde hace más de un año a esos 80 o 90 detenidos. Repitiendo prácticamente la misma frase que en plena guerra contra el terror repetía una y otra vez Donald Rumsfeld, el jefe del Pentágono de Bush, el general británico Hammond dijo a la BBC: “Nada nos gustaría más que entregar a esa gente a las autoridades afganas para que puedan llevarlos ante los tribunales”.
“Pero tememos por su seguridad”, dijo el humanitario general Hammond. Dijo temer que el Ejército afgano al que ha formado estos años la OTAN, torture a los prisioneros… que ellos han torturado previamente. “Y cometeríamos un error liberándolos”, añadió “porque podrían volver al campo de batalla”.
Pero ¿cuántos Guantánamo creados bajo el paraguas de la ‘guerra contra el terror’ hay aún abiertos?
¿Se ha cerrado ya ‘The Pit’ (el hoyo), uno de los más conocidos black site de tortura que tenía EEUU en Kabul? ¿O aquella otra cárcel secreta anexa a la gigantesca base de Bagram (Afganistán), donde los prisioneros se hacinaban en contenedores metálicos? ¿Desapareció el hangar que EEUU tenía en el aeropuerto internacional de Bagdad para ‘interrogar’ detenidos?, ¿Ya no existe más tampoco ese depósito de prisioneros que EEUU tenía en su inmensa base militar en Qatar, en pleno desierto? ¿Alguien pudo visitar la base naval de Diego García, en el Océano Indico, que Reino Unido alquila al Pentágono desde los años ’60, denunciada por albergar a “combatientes enemigos”?
Obama aseguró poco después de llegar al poder en 2009 que había dado órdenes expresas para que se cerraran todas las cárceles secretaras de la CIA o del Ejército, de la misma forma que dijo haber ordenado cancelar el programa de vuelos de la CIA… de la misma forma, en realidad, que dijo cerraría la prisión de Guantánamo y que prometió tantas otras cosas.
EEUU y Reino Unido niegan que sus Guantánamos sean ilegales. No ven contradicción ni con la Tercera Convención de Ginebra sobre el tratamiento que deben recibir los prisioneros, ni con las propias reglas de la ISAF. Los crímenes cometidos por los soldados que mandó Aznar a Irak están por otra parte prescritos, por lo que el círculo de impunidad parece no mostrar fisuras.
Mientras tanto, el joven soldado Bradley Manning, que decodificó y filtró a WikiLeaks 700.000 cables y vídeos sobre atrocidades cometidas por las tropas en Irak y documentos sobre las maniobras y presiones de los diplomáticos estadounidenses en todo el mundo, puede ser condenado a cadena perpetua en el juicio que comienza ahora, tras permanecer tres años preso en durísimas condiciones. (Tomado de Contrainjerencia)
(*) El autor es miembro del secretariado de redacción de Viento Sur.
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