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jueves, 8 de agosto de 2013

“A su imagen y semejanza”, Ramón Labañino habla del Che (+ Fotos)

Ramón Labañino junto a su esposa y sus hijas en una foto reciente.



Rodolfo Romero Reyes
  
El mensaje en mi bandeja de entrada confirmó la humildad de mi entrevistado. “Mi amor, mi cariño y gratitud para todo mi pueblo, siempre a nombre de los CINCO. Gracias por el privilegio que me das de responderte, trataré de ser concreto dadas las circunstancias. Estamos en medio de un lock-down…”. Así comenzaba el correo-respuesta de la primera entrevista que lograba realizarle a Ramón Labañino, héroe cubano preso injustamente en una cárcel en Estados Unidos. Desde la soledad de su prisión pero con los más de once millones de corazones que laten junto al suyo, Ramón tecleó estas líneas en las que cuenta su vínculo con el Che.


En el mes de junio de 2013, Elizabeth contaba ante un auditorio de jóvenes e investigadores interesados en la vida y obra de Ernesto Guevara, que cuando ella supo del injusto encarcelamiento del que serían objeto los Cinco, le envió una postal con la imagen que el fotógrafo cubano Alberto Korda tomara del Che. Al dorso escribió: “a su imagen y semejanza te ven mis ojos y mi corazón”. ¿Qué sintió cuando su esposa lo comparó con un hombre como el Che?

Me sentí muy orgulloso y honrado. Mi esposa sabe muy bien lo grande y especial que el Che es para todos nosotros. El solo hecho que ella, que me conoce tan bien, me hiciera esa extraordinaria confesión, me conmovió profundamente. Con el honor también se eleva la responsabilidad de estar a la altura infinita del Guerrillero heroico. Tratamos de ser como él cada día de nuestras vidas.

A los héroes hay que sacarlos del mármol y traerlos a nuestro quehacer diario. ¿Cómo trae al Che, Ramón Labañino en su día a día?

Siempre lo veo como el compañero mío de cuarto, de batalla, de cotidianidad. Me aferro al Che guerrillero, al que subió a las montanas, al que sufría de asma pero crecía en valor y dignidad con sus pulmones, al ser humano que celaba con extremo las faltas siendo el primero en dar el ejemplo, al médico que primero curaba las heridas de los demás antes que las propias, al valiente temerario que siempre era el primero en lanzarse sobre las balas enemigas. Pienso en lo que el haría cada segundo de su vida de estar en nuestro lugar. Salvando las enormes diferencias históricas y de altura de este grande de todos los tiempos, creo que esta misión es nuestra “guerra de guerrillas”, es nuestro “Girón”, nuestra “Angola”, nuestro “Congo belga”, nuestra “Bolivia”.

En el primer número de la revista Paradigma, anuario del Centro de Estudios Che Guevara, se publicó un poema suyo dedicado al Che en el que escribe: “ ¿Qué soy? sino tu sonrisa acrisolada, tu mirada firme y combativa, tu andar soberano y temido por los cobardes de ayer y de hoy”. ¿Son los mismos cobardes los de ayer y los de hoy?

Lamentablemente sí. Son los mismos cobardes, los mismos traidores, los mismos pusilánimes, solo que con diferentes rostros y enormes sombras. Para mí lo más difícil de todo este proceso fue conocer que alguien se acobardó, que temió y traicionó. Fue muy duro, muy desgarrador. Pero inmediatamente comencé a rebuscar en la historia, desde Caín y Abel en la Biblia, a lo largo de todos los tiempos de la humanidad, y en especial de nuestra Revolución, han existido y durísimamente debemos reconocer que existirán hombres indecorosos; pero por cada uno de ellos siempre habrá un cubano que sepa elevar “el decoro de todos los demás”. Esa es mi fe y mi convicción, como es también la de mis hermanos.

Usted fue parte de una generación que tuvo al Che mucho más cerca. Ahora, mediante sus hijas, está en contacto con una generación mucho más joven que lo ha vivido de forma diferente. ¿Considera que sus ideas no perderán vigencia con independencia de los cambios generacionales?

El Che es eterno, infinito, es ícono y es luz. Nada en él se destruye ni acaba, solo se transforma. Ahora mismo vemos su rostro en todas las manifestaciones contra del neoliberalismo, las crisis complejas del imperialismo, el hambre y el desamparo, y a favor de los derechos de los inmigrantes, de los pobres, de la vida. Donde quiera que exista una causa justa por defender, una causa de amor, en cualquier tiempo y circunstancias, allí estará siempre, fiel y sereno, combativo y rebelde. El Che nunca perece, al contrario, renace y se magnifica con cada salida del sol.

¿Cuál podría decir qué es, de los textos del Che, el que más lo ha marcado? ¿Recuerda en que momento de su vida lo leyó y cuánto le aportó?

La carta de despedida del Che a Fidel. Ese mensaje se convirtió en un mensaje a todo el pueblo de Cuba, del mundo. Me impacto definitivamente. La primera vez lo escuché en una grabación en la voz de nuestro Comandante eterno mientras yo cursaba mis estudios primarios. Su humildad, nobleza, entrega total a una causa justa, su desprendimiento de todo lo material, su apasionado amor por los pobres y los más necesitados, caló tan profundamente en mí, que desde ese mismo momento (y creo que nos pasó a muchos de nuestra generación) en verdad quería de todo corazón ser como el Che, como decíamos todos los pioneros.

Aunque pudiera considerarse una pregunta pretenciosa, teniendo en cuenta la modestia que siempre ha caracterizado a los CINCO, ¿considera que en ustedes se materializa el pedido del Che de formar ese, tan necesario, “hombre nuevo”?

Tu pregunta pide dos respuestas. En el proceso socialista, como bien lo define el Che, urge tener y educar a ese “hombre nuevo” que sea capaz de llevar adelante una obra tan gigante y humana. Solo ese hombre nuevo al que hacía referencia el Che, puede crear y construir ese mundo nuevo. Ahora bien, pensar que nosotros cinco seamos el reflejo siquiera de ese hombre nuevo es demasiado pretencioso. Si te puedo asegurar que nos esforzamos cada segundo de nuestras vidas para estar a la altura de este tiempo y de todos los tiempos, con el Che en el alma e intentando acercarnos aunque sea un poquito “a su imagen y semejanza” como mencionaba mi  amada esposa. Solo así nos sentimos un poco más realizados como hombres, como revolucionarios.

El pie de firma del correo electrónico era inconfundible: “¡Viva el 26 de julio! Día de nuestra independencia nacional. Ramón Labañino Salazar. Julio 26. 2013. FCI. Ashland, Kentucky. 9:03 am.”.

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