José Ramón Chaple, Leiviz Peña y la pequeña Melanie Peña en una cafetería de Oviedo. /Foto: La Nueva España |
Melanie Peña ha cambiado el colegio público Dolores Medio, en la calle de la Luna, Oviedo, por una escuela cubana de la región de Holguín. Su madre emigró del país gobernado por Fidel Castro hace trece años “detrás de un futuro mejor”. Ahora busca trabajo “de lo que sea” para salir a flote y criar a su hija de ocho años, pero las cuentas no le salen. Por eso, este año ha tomado una decisión drástica. La niña ha vuelto a Cuba con sus abuelos para no pagar el dinero de los libros de texto ni del comedor. “Si Dios quiere, mi Melanie estudiará su carrera en Cuba y le saldrá gratis. Luego, que ella decida”, explica la madre, Leiviz Peña, mientras lee con calma las ofertas de empleo del periódico en su minúsculo piso de alquiler del casco antiguo.
El caso de la pequeña Melanie Peña no es el único del municipio. Según la presidenta de la asociación “Cien por Cien Cubano”, Baby Marín, cada vez más cubanos solicitan el cambio de residencia de sus hijos de Oviedo a Cuba ante la imposibilidad de hacer frente a los gastos escolares. “Los libros, el material y el transporte suponen un esfuerzo muy grande para las familias con todos sus miembros en paro”, comenta Marín, acostumbrada a atender en la sede de la agrupación, en Pumarín, a una decena diaria de compatriotas inmersos en un complicado proceso burocrático para nacionalizar a sus hijos.
Según el último censo del Ayuntamiento, 344 cubanos residen en Oviedo y la mayor parte tiene su domicilio en Pumarín y el Milán. La hostelería les brindó su primera oportunidad laboral pero la crisis les quitó el sueldo e incluso la oportunidad de volver a tenerlo.
Leiviz Peña y su pareja, José Ramón Chaple, llevan varios años desempleados. Ella habla alemán, holandés e italiano además de español fruto de un periplo vital que la hizo vivir en Alemania, Holanda e Italia y finalmente España. “Estudié técnico de pediatría y geriatría, y trabajé de camarera y telefonista en todas partes, pero ahora no encuentro nada”, comenta desesperada.
La pareja no descarta regresar a su país “si las cosas por aquí siguen igual de mal”. Jamás llegaron a pensar que volverían cuando salieron de Cuba, pero para ellos la reagrupación familiar es lo primero.
Chaple pasa por la misma situación que su novia. Su hija de diecisiete años prefirió estudiar en Cuba antes que en España y acaba de conseguir una residencia por cinco años. El tiempo suficiente para acabar una carrera.
Los emigrantes cubanos valoran muy positivamente la calidad de la enseñanza de su país. “Otra cosa son las posibilidades laborales al acabar”, comenta Chaple.
El matrimonio formado por Yamira García y Alberto Sosa planea que su hija Lisbet, también de ocho años, estudie en Cuba a partir del año que viene. La pequeña está matriculada en el colegio de Fozaneldi y los costes escolares vacían el bolsillo de sus padres mucho antes de final de mes. “Quiero darle el mejor futuro y para eso tengo que mandarla a Cuba con mis padres. Aquí nunca voy a poder pagarle una carrera universitaria”, explica la madre, que todavía no sabe si conseguirá la residencia cubana de la niña para el próximo curso.
Melanie Peña habla por teléfono con su madre tres veces por semana. Está muy contenta en Holguín. Asiste a clases de baile español y saca buenas notas. “Siempre me pregunta por los papeles porque tiene miedo de tener que volver y no poder salir sola a la calle”, comenta su madre, que asegura que se le pasan las penas cuando la oye hablar. La niña tiene un plan en caso de que no consiga la residencia definitiva. Le ha dicho a su abuela que la esconda debajo de la cama. (Tomado del diario asturiano La Nueva España)
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