Néstor García Iturbe
El 22 de noviembre se cumplirá un aniversario más de la fecha en que fue asesinado el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy. La “acción ejecutiva”, como denominan los servicios especiales estadounidenses a los asesinatos que cometen, se llevó a cabo en 1963, hace precisamente 50 años, en Dallas, Texas.
Muchas teorías se han planteado en relación con el asesinato de Kennedy, por lo que esta pudiera ser una más, que como toda teoría se fundamente en el análisis de los acontecimientos y actores que pudieran haber estado involucrados en la “acción ejecutiva”. Para realizar el análisis que hoy le presentamos, dentro de otros elementos, se han tomado en consideración algunos documentos y testimonios de personas que estuvieron relacionadas con el hecho , o que lo han estudiado profundamente.
En toda esta operación, Oswald era el señuelo (decoy) que aparecería como el “asesino”. El mismo se había unido al Comité Pro Justo Trato a Cuba, había tenido relaciones con ciudadanos soviéticos y la persona que lo “reclutó” lo dirigió hacia la Embajada de Cuba en México para crearle antecedentes de vinculación con los cubanos. Oswald fue reclutado bajo “tercera bandera”, es decir que uno de los agentes del FBI que había infiltrado el Comité Pro Justo Trato a Cuba, según lo acordado entre el FBI y la CIA, dirigió sus pasos y le había orientado tratar de viajar a la Habana, lo cual sería un argumento importantísimo para decir que había sido entrenado en Cuba. En definitiva no pudo viajar a Cuba, pero se documentó la visita a la Embajada de cubana en México, lo cual en cierta manera lo vinculaba a la Isla. Oswald había sido “reclutado” para Cuba.
Se adicionaron algunos elementos a la vinculación con Cuba y la posesión de armamento por parte de Oswald. Todos hemos visto una foto donde aparece con un fusil en una de sus manos, sacando la cabeza por encima de un periódico que sostiene con la otra. Un montaje fotográfico realmente chapucero. Cualquier experto y hasta alguien que no lo sea, pero un poco observador, se da cuenta del mismo. ¿Es que los servicios especiales estadounidenses no pudieron hacer un trabajo mejor con este montaje?
El trabajo en el depósito de libros de la Biblioteca de Dallas también merece un análisis. ¿Quién le proporcionó ese trabajo a Oswald? ¿El estaba caminando por la calle, entró y le dieron el trabajo, o alguien lo envió para que se lo dieran? ¡Qué casualidad que el depósito estaba situado precisamente en la calle por donde días después pasaría la caravana presidencial! ¿Quién sabía que la caravana pasaría por esa calle a esa hora? Regularmente esa es una información “Top Secret” precisamente para proteger la vida del presidente, sin embargo Oswald la conocía con anticipación y pudo introducir el fusil en el edificio, además de situarse cómodamente en una de las ventanas que dominaban la vía.
La selección de Oswald nos da una idea de que el binomio FBI-CIA estaba un poco apurado con el asunto. El expediente del mismo en el ejército no lo califica como un tirador certero, pero bueno quizás eso no se tomó en consideración o se pasó por alto. Se necesitaba alguien con un fusil en la ventana, ese no era el que mataría a Kennedy, para eso habían otros, ese era el que cargaría con la culpa , dispara bien o no. Ya en aquellos momentos, el Pentágono también estaba involucrado en la operación, pero era muy tarde para cambiar al futuro “culpable”, por lo que aceptaron al mismo.
Uno de los detalles que más se discutió fue el relacionado con el tipo de fusil a utilizar. Algunos eran partidarios de darle un fusil automático de mayor potencia, peo se corría el riesgo de que resultaran heridos un buen número de personas, incluyendo agentes del Servicio Secreto, por lo que se desechó la idea y se tomó la decisión de darle un fusil con el que cada vez que tirara tenía que manipularlo para introducir en el mismo el nuevo proyectil. Si hacemos un cálculo medianamente aproximado, Oswald podía hacer el primer disparo, cuando el carro que conducía al presidente estuviera dentro de los órganos de puntería del fusil, pero después de eso tendría que manipularlo y nuevamente buscar el blanco para realizar el segundo disparo, momento en que ya el carro presidencial estaría fuera de su alcance. Todos recordarán que Kennedy recibió varios disparos y dudo que alguno de ellos haya salido del fusil que tenía Oswald en sus manos, quizás uno, pero no más.
¿Qué dicen las pruebas balísticas? Solamente un pequeño grupo de personas lo saben. Varios proyectiles distintos no pueden ser disparados por la misma arma, además si fueran del mismo calibre todos, pudiera determinarse que el arma utilizada no fue la misma. Un gran secreto hasta ahora.
La forma en que Oswald fue asesinado demuestra que para completar la “acción ejecutiva” había que silenciar al presunto “asesino”, no era posible que compareciera ante un juez para responder de sus actos, pues un buen abogado lo hubiera sacado absuelto. El “asesino” del “asesino” también murió, por lo que no fue posible seguir la cadena, como también murieron por distintas casusas muchos de los que aquel día, con una banderita estadounidense en sus manos, recibían al presidente. Algunos habían cometido el “suicidio” de expresar que detrás de ellos en ciertos y distintos lugares, se habían escuchado detonaciones como si fueran disparos.
Dejemos a Oswald, el que fue “reclutado” para Cuba y se convirtió en un “tonto útil”, según me dijeron aparece descrito en uno de los documentos relacionados con el asesinato, en un “daño colateral” propio de operaciones como esta.
La realidad es que después del fracaso de la invasión por la Bahía de Cochinos, algunas agencias del propio gobierno estadounidense no tenían la mejor imagen de Kennedy, ni consideraron acertadas las decisiones que tomó en los momentos cruciales de la batalla. La CIA, además de sentirse criticada en extremo, sentía que había traicionado a los que se dispusieron a formar parte del ejército invasor y que en los momentos en que debían apoyarlos los abandonaron a su suerte. El Pentágono estaba listo para intervenir en la batalla, tenía sus efectivos frente a las costas cubanas, una orden hubiera desatado la avalancha bélica con una cantidad de fuerzas y medios que los cubanos no podrían resistir y menos después de los férreos enfrentamientos de las primeras cuarenta y ocho horas de la invasión, donde ya se conocía la fuerza aérea con que contaban. “La orden que debía dar el presidente Kennedy, nunca se dio. Serio error, contrariamente a lo que todos querían en el Pentágono y a lo que tenían preparado, se ordenó la retirada, con lo que se permitió que Cuba siguiera existiendo.”
El análisis posterior de la situación, realizado por el famoso comité investigador que se denominó “Grupo Verde de Estudio”, bajo la dirección del General Maxwell D. Taylor y en el que participó el Fiscal General, Robert Kennedy, entre otros, tenía como misión no solamente aclarar los errores cometidos en aquella operación, sino también establecer la forma en que la misma debía realizarse para terminar con la Revolución Cubana. El documento JCSM- 57-61., de fecha 3 de febrero de 1961, con sus 17 conclusiones en las que se aseguraba el éxito de la operación fue el que finalmente determinó que el próximo intento estaría a cargo del Pentágono como actor principal y la CIA apoyando las operaciones.
Pocos días después, el Pentágono comenzó la preparación para una invasión a Cuba. A finales de 1961 y primeros meses de 1962 se realizaron maniobras militares como preparación a las fuerzas que intervendrían en la invasión, entre estas estuvieron la Quik Kick, diseñada para liberar una isla del Caribe en manos de un tirano llamado Ortsac (Castro al revés), la Whip Lash, Jupiter Spring, Demolex, Swift Strike II, Oplan 312 y otras. Paralelamente con esto se realizaron otras acciones, principalmente en la obtención de información de inteligencia sobre las fuerzas armadas cubanas, a cargo de la Agencia de Inteligencia de Defensa, y la firma por parte de Kennedy, en noviembre de 1961, del nuevo Plan de Operaciones Encubiertas, el cual incluía dentro de otras acciones la Operación Mangosta, siendo uno de sus objetivos la eliminación física de Fidel Castro, lo cual se consideraba imprescindible para poder llevar a cabo la invasión exitosamente.
Desde el 16 de octubre las agencias de inteligencia estadounidenses comenzaron a informar sobre la presencia en Cuba de cohetes de mediano y largo alcance, lo que dio lugar a que se desarrollara la conocida Crisis de los Cohetes. Los aviones U-2 que sobrevolaban Cuba con el objetivo de obtener información militar habían resultado efectivos, se había detectado el trabajo de preparación de rampas para el lanzamiento de cohetes nucleares en San Cristobal, Pinar del Rio, además de en otros lugares, la información concluía que existían en Cuba en ese momento 32 cohetes nucleares. La propuesta del Pentágono era bombardear de inmediato todas las bases coheteriles y militares cubanas antes de que las mismas estuvieran listas para operar.
El plan presentado por el General Mc Namara era efectuar 500 misiones de bombardeo contra Cuba, lo que eliminaría las bases de todo tipo. Otros dentro del gobierno estadounidenses consideraron que primero debía hablarse con los soviéticos, en especial Kennedy, que optó por el bloqueo naval como primer paso. Como consecuencia de la situación se iniciaron gestiones diplomáticas en la OEA para sancionar a Cuba, pero a la vez se tomaron medidas de carácter militar por si la confrontación se llevaba a cabo. Realmente 500 misiones de bombardeo resultaban excesivas si solamente se aspiraba a destruir las rampas coheteriles que se estaban preparando, pero el Pentágono y el propio Kennedy tenían otra cosa en mente, además de las rampas coheteriles se bombardearían objetivos civiles y militares de importancia, lo que crearía las condiciones para la invasión.
Como consecuencia de esta situación, se pusieron en alerta todas las bases coheteriles en territorio estadounidense, se trasladaron tropas terrestres hacia la Florida y el Sureste de Estados Unidos, la Primera División de Tanques se trasladó de inmediato de Texas a Georgia, se pusieron en alerta cinco divisiones del ejército y la 1ra. División Aerotransportada, se enviaron refuerzos en armas y efectivos a la Base Naval de Guantánamo. La Marina de Guerra desplegó 180 barcos en el Mar Caribe, entre ellos dos portaviones con sus escoltas correspondientes. El Comando Aéreo Estratégico se relocalizó en distintas bases y se orientó tener siempre un número de aviones en el aire. De acuerdo con los cálculos del Pentágono, intervendrían en la operación 250,000 hombres, de los que desembarcarían inicialmente 90,000 marines y paracaidistas. Se calculaba que en los primeros combates las fuerzas estadounidenses tendrían 25,000 bajas.
El escenario estaba preparado el día 23 de octubre. Tanto los “halcones” como las “palomas” del Pentágono aconsejan llevar a cabo la acción militar donde se incluía la invasión, Kennedy ordenó al Departamento de Estado que conjuntamente con la CIA, organizara un gobierno civil formado por cubanos residentes en Estados Unidos, de ser posible la mayoría de ellos, dirigentes de las organizaciones contrarias a la revolución, para entregarles el poder después de terminadas las hostilidades. En ese momento se inició un intercambio de cartas entre Kennedy y Khrushchev, ambos plantearon querer evitar la guerra nuclear. Kennedy propuso que si se retiran los cohetes de Cuba levantaría el bloqueo marítimo y no invadiría la isla. Khrushchev acepta y comienza la retirada de los cohetes.
Nuevamente los funcionarios del Pentágono se sienten traicionados, despues de toda la preparación militar y las medidas tomadas, el presidente vuelve a dar la orden equivocada. Dentro de reuniones de oficiales de alto rango se critica fuertemente la decisión, se le llama “liberal bostoniano” e inclusive se plantea será el culpable de que en el futuro nuevamente existan cohetes nucleares cercanos al territorio estadounidense, poniendo en peligro la vida de los ciudadanos y la Seguridad Nacional.
Si los oficiales del Pentágono estaban disgustados, puede pensarse cómo estarían los oficiales de la CIA, principalmente los vinculados a las actividades con los cubanos, que ya habían prometido se realizaría la invasión y tomarían el gobierno, además de haber seleccionado las principales figuras que formarían el mismo. Ahora tenían que decir a los dirigentes de esas organizaciones que se olvidaran del asunto, pues el presidente había cambiado de opinión. Esto, como es natural, también repercutió dentro de los cubanos miembros de las organizaciones, que con menos disciplina y mayor temperamento, expresaron sus opiniones en palabras poco respetuosas para calificar a Kennedy, que por segunda vez los había desconocido y prácticamente se había burlado de ellos.
A partir de aquel momento Kennedy se convirtió en un objetivo, tanto para el Pentágono, la CIA y para los cubanos contrarios a la revolución. Con la ayuda del FBI se comenzó a escudriñar en su pasado buscando elementos que pudieran utilizarse contra él, además del pasado, se inició una vigilancia sobre sus actividades, todo de forma muy discreta y con el pretexto de estar realizando un trabajo encaminado a su protección. Dentro de esas actividades de “protección”, la CIA conoció de su entrevista con el periodista francés Jean Daniel y el viaje de este a Cuba, lo cual aprovecharía para trasladarle a Fidel Castro un mensaje de Kennedy.
La sentencia de muerte había sido firmada. La operación se planificó entre la CIA y el Pentágono con la participación de algunos miembros muy selectos de las organizaciones contrarias a la Revolución cubana.
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