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jueves, 9 de enero de 2014

Diálogo migratorio Cuba-EE.UU y Alan Gross, la manzana de la discordia

La esposa del “contratista” de la USAID presiona a su gobierno para que negocie con Cuba la liberación de Alan Gross.
Este jueves debe realizarse en La Habana una nueva ronda de conversaciones sobre temas migratorios entre delegaciones de los ministerios de exteriores de Cuba y Estados Unidos. Se trata con esta de la segunda desde que fueron reanudadas en Washington el 17 de julio del pasado año, enfiladas a la búsqueda de acciones comunes que garanticen una migración “segura, legal y ordenada”, además del compromiso de que Washington otorgue al menos 20 mil visas de inmigrante a cubanos cada año.
Las negociaciones fueron detenidas de forma arbitraria en 2003 por el gobierno ultraderechista del republicano George W. Bush, hasta que Obama, seis años después, las reactivó. Pero en eso tampoco fue consecuente, porque las “congeló” en diciembre de aquel año con el pretexto de la detención del estadounidense Alan Gross en La Habana.

¿Quién es Alan Gross? Pues ni más ni menos que un agente encubierto, un individuo que viajó varias veces a Cuba bajo la fachada de ser un “contratista” de la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID), una entidad acusada (e incluso expulsada de varios países de Latinoamérica) y en otras partes del mundo, acusada de trabajar para la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Mientras, en Miami opinaron este martes que el reinicio de las conversaciones migratorias en La Habana es parte de un esfuerzo de Obama para lograr avances en las relaciones bilaterales.
Según comentó en un inicio el Nuevo Herald, la situación se encuentra detenida por el  “continuado encarcelamiento” de Alan Gross”. Sin embargo un despacho posterior, que da como fuente al gobierno estadounidense, asegura que la brecha de dos años y medio entre los encuentros del 2011 y del 2013 no fue una suspensión y no tuvo relación alguna con la detención y posterior condena formulada por Cuba en marzo del 2011 contra Gross.
Después de la mencionada reunión de julio, funcionarios estadounidenses repitieron su llamado de liberar a este último.
Por su lado, los cubanos volvieron a calificar las acciones conspirativas del empleado de la USAID como un intento apenas disimulado para contribuir al derrocamiento del gobierno nacional.
Funcionarios de la administración Obama, citados en despachos cablegráficos, reiteran que no habrá un avance significativo en las relaciones cubano-estadounidenses hasta que Gross regrese a su país.
¿Dónde radica lo nuevo en este caso? Los mayores cuestionamientos no recaen sobre La Habana, disparan hacia Washington.
Ahora sus familiares y otros allegados reiteran la necesidad de establecer negociaciones con La Habana alrededor del asunto.
El 3 de diciembre último el periódico Diario las Américas insertó en su primera página un titular que dice: “Alan Gross pide a Obama que negocie su libertad”.
Otros medios informaron en la capital norteamericana que la esposa del “contratista”, Judy Gross, presiona al gobierno para que traiga al recluso de vuelta.
Judy afirmó con tono duro a reporteros: “Ambas partes deben sentarse a negociar la libertad de Alan”, porque han sido cuatro años infructíferos.
Después añadió: “y altos funcionarios cubanos me dijeron personalmente que estarían dispuestos a negociar”, sin condiciones previas, “pero nuestro gobierno no ha respondido”.
Ron Halber, director ejecutivo de la Comunidad Judía del Gran Washington, declaró: Buscamos que Obama se involucre en conversaciones significativas con Cuba para que libere a Alan Gross, “porque el tiempo es ahora”.
El pasado 12 de septiembre, la directora del área Estados Unidos de la Cancillería cubana, Josefina Vidal, reiteró la disposición de establecer un diálogo con Estados Unidos para encontrar una solución al caso.
Más tarde puntualizó que ese diálogo debía contemplar las preocupaciones humanitarias de Cuba sobre el caso de sus cuatro antiterroristas presos en aquel país.
¿Respuesta de Washington? Silencio.

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