Juan Manuel Karg
Diversos mandatarios de la región denunciaron en los últimos días que los grandes medios de comunicación a escala internacional ocultaron el éxito de la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, realizada en La Habana, Cuba. Incluso algunos medios privados latinoamericanos que si dieron cobertura al tema, como ABC de Paraguay o La Nación de Argentina, editorializaron abiertamente contra la reunión, vilipendiando el papel de Cuba en la Celac y atacando su rol de presidencia pro témpore. ¿Qué intereses hay tras los intentos de “acallar” a la reunión más importante del 2014 para nuestro continente?
Mucho se ha dicho y escrito sobre la denominada “guerra de cuarta generación”. Se trata de confrontaciones no bélicas, donde se utilizan herramientas poderosas como los medios masivos de comunicación para conseguir determinado rédito. Influenciar la opinión pública por un fin, es el eje nodal de este pensamiento. Así, muchas veces se visualiza un “eje del mal”: la tarea consiste en desgastar, erosionar, al enemigo.
Con tal motivo se ha llegado a resultados escalofriantes: llamados a magnicidio sobre jefes de Estado, intentos de desestabilización bajo la premisa de advertir que un gobierno puede no llegar al final de su mandato, etc. Estos son ataques frontales.
Sin embargo, también existe ocultamiento de información como parte de esa misma premisa: la reciente cumbre de la Celac, en La Habana, Cuba, fue ninguneada por la “mass media” internacional, tal como denunciaron Nicolás Maduro y Cristina Fernández, entre otros jefes de Estado. ¿Cómo eludir informar sobre una reunión de comitivas de 33 países, con la presencia de 29 presidentes, que trataron importantes temas para el futuro de nuestro continente? Al parecer, todo se puede con una premisa: el rechazo a la acción de los gobiernos posneoliberales, en especial aquellos que más “centralización” estatal han desplegado en diversas áreas estratégicas, o que más alejados ideológicamente han estado de los centros de poder.
Otros medios, más tradicionales, han preferido dar cuenta de lo sucedido. En esto se han diferenciado, aunque han sistemáticamente falseado los hechos. Es decir, (des) informaron, algo tan (o más) grave que el ocultamiento al que hacíamos referencia antes. El caso de ABC de Paraguay fue emblemático: en su editorial del 29 de enero, denunció que por propuesta de Cuba la cumbre evitaba hablar de democracia y derechos humanos. Sin embargo, este medio privado prefirió luego no citar la “Declaración de La Habana”, donde -antes del punto número uno!- se afirma la necesidad de fortalecer “ nuestras democracias y todos los derechos humanos para todos”. ¿Qué sucedió? Por tener preestablecido que quería informar, ABC evitó dar cuenta del desarrollo de los hechos, que confirmaron precisamente lo contrario. ¿Este medio reconoció el error? Claro que no.
El caso de La Nación tuvo aristas similares. El conservador diario argentino afirmó que la cumbre “se limitó a la retórica”. ¿Existe algo menos retórico que avanzar en un plan contra la pobreza que sufre más de 50 millones de latinoamericanos y caribeños? A su vez, La Nación se quejó porque la Celac destacó "el derecho inalienable de todo Estado a elegir su sistema político, económico y social". ¿Existe algo más retrógrado que no permitir el derecho a la libre autodeterminación de los pueblos de nuestro continente en pleno Siglo XXI, en momentos en que la injerencia externa -y en especial de parte de las grandes potencias mundiales- se acrecienta sobre nuestras naciones?
El trasfondo del ataque (y también de la propia ausencia de información) de parte de los grandes medios masivos de comunicación de nuestro continente -y también a escala mundial- tiene que ver con intentar erosionar lo conseguido en esta II Cumbre de la Celac en La Habana. No fue poco: se avanzó en una agenda autónoma para 2014, se definió luchar contra la pobreza y la exclusión en nuestro continente, y se abordó imprescindibles temas de la soberanía de nuestros pueblos (Puerto Rico y su independencia, la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas, y el apoyo a Ecuador contra la transnacional contaminante Chevron). En definitiva, lo que existió tras la cobertura mediática fue una confrontación de proyectos: los medios masivos de nuestro continente ocultaron (o falsearon) información porque también fueron parte del grupo de “perdedores” de la II Cumbre de la Celac.
(*) El autor es licenciado en Ciencia Política UBA. Investigador del Centro Cultural de la Cooperación.
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