Adrián E. Oliva, presidente de la organización derechista Alianza Parlamentaria Democrática para América Latina. |
Alentados por el golpe de estado de Ucrania que propulsó fascistas y hasta neonazis al poder, políticos de la más rancia extrema derecha sudamericana están al frente de una conspiración golpista contra Venezuela, que pretende aprovechar otra ola de violencia para hacerse del poder. Encabezado por Adrián E. Oliva, presidente de la organización derechista Alianza Parlamentaria Democrática para América Latina (APDA) y miembro de UNOAMÉRICA, junto a la diputada opositora venezolana María Corina Machado, asociada a Leopoldo López, el complot ya cuenta con millonario financiamiento de la National Endowment for Democracy (NED) norteamericana.
Oliva y Machado trabajan en función de sumar parlamentarios de la ultraderecha regional a sus objetivos desestabilizadores en Venezuela y continuar alentando a gobiernos, miembros de parlamentos y ONG regionales a que presionen, bajo el falso pretexto de los “derechos humanos”, al gobierno bolivariano para eventualmente promover el establecimiento de un gobierno de transición en ese país.
Oliva, Machado y la diputada opositora argentina Cornelia Schmit, están en conversaciones con diputados argentinos y colombianos para organizar una cumbre de la APDA con el propósito de discutir la situación venezolana y desarrollar su plan de apoyo a la oposición para el derrocamiento del gobierno de Nicolás Maduro.
Pretenden organizar una delegación o comisión de legisladores de la derecha latinoamericana, adscritos o no a APDA, para viajar a Venezuela en un momento que coincida con nuevas olas de violencia de la oposición, para desde Caracas sacar una declaración a la comunidad internacional, llamando a la formación de un gobierno de transición. Simultáneamente se propondrían como “mediadores” en la crisis de Venezuela para la conformación de dicho gobierno. Las intenciones reales, por supuesto, son fomentar un golpe de estado en el país.
Entre los “mediadores” propuestos, aparte de la APDA, estarían UNOAMÉRICA, la organización de nostálgicos del Plan Condor, la seudo ONG Human Right Foundation, conocida por su participación en un intento de magnicidio en Bolivia, y la red de paramilitares del ex presidente colombiano Álvaro Uribe.
La función “social” de la APDA, es respaldar y “legitimar” los intentos de golpes de estado, asesinatos y violencia que se generen en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina y demás países progresistas de la región. No puede resultar casual que se haya creado esta supuesta alianza antes de comenzar el 2012, año electoral en Venezuela, evidenciándose sus objetivos de desacreditar la Revolución Bolivariana.
Los proyectos de Oliva prevén emprender la campaña de apoyo a Leopoldo López, acción similar a la que emprendió por el terrorista Alejandro Peña Esclusa, aliándose a este y buscando liderazgo en la derecha.
Máximo representante en Venezuela de UNOAMERICA, Peña Esclusa fue arrestado en Caracas con 900 gramos de (explosivo) C-4 y detonadores, después de una denuncia por el salvadoreño Francisco Chávez Abarca, un especialista en demoliciones formado por Luis Posada Carriles.
Mientras, la Human Rights Foundation es una criatura de la CIA encabezada por uno de sus reconocidos agentes, Thor Halvorssen, quien no por coincidencia es también pariente cercano de Leopoldo López. Fue cómplice del fracasado golpe contra el presidente Boliviano Evo Morales, en 2009. La sucursal boliviana de la falsa ONG de Halvorssen era dirigida desde Miami por el terrorista cubanoamericano Armando Valladares, vinculado a la agencia de inteligencia norteamericana, y miembro del circulo de amistades de Luis Posada Carriles.
Oliva y su grupo pretenden, además, utilizar el escenario de desestabilización en Venezuela para que le sirva como punta de lanza en oxigenar las fuerzas de oposición a los gobiernos de Bolivia, Ecuador, Argentina y demás países progresistas de la región.
Tanto la APDA como su representante, Oliva Alcázar, son “hijos protegidos” de la extrema derecha del senado y congreso estadounidense. Su financiamiento proviene de la NED y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) mediante UNOAMÉRICA, que ha sido acusada reiteradamente por sus vínculos con la CIA y que al mismo tiempo respalda monetariamente los proyectos, viajes y eventos de la APDA.
Las enseñanzas terroristas para subvertir los países del ALBA y ganar dinero por esto, Oliva las aprendió de Hugo Acha Melgar, boliviano prófugo por financiar el terrorismo en Santa Cruz en el complot de 2009 y tambien asociado a Human Rights Watch y Human Rights Foundation.
Acha Melgar, le mostró a Oliva “el camino del dinero de Washington” y las formas de captar fondos para beneficio propio así como le enseñó que el negocio norteamericano de las denuncias por falsas violaciones de los derechos humanos en países incómodos para EEUU es de los más lucrativos, y sobre todo si son contra los países del ALBA.
En Bolivia, el desespero de protagonismo de Oliva le ha resultado más dañino para su carrera, ya que su intención de posicionarse como líder de la derecha boliviana ante Europa y EEUU le causó que todos los opositores le dieran la espalda. Esto acompañado de las constantes denuncias de malversación de los fondos entregados, específicamente utilizados para pagos a servicios de prostitutas, donde todavía se comenta los escándalos del Hotel Savoy, en Buenos Aires, cuando se negó a pagarle sus servicios a una de ellas.
El nivel de movilización y organización de la ultraderecha regional contra el gobierno democráticamente electo en Venezuela, solo es posible con el millonario financiamiento procedente de EEUU y grandes intereses económicos vinculados a la derecha que se destinan para la guerra sucia contra el gobierno de Nicolás Maduro.
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