lunes, 28 de abril de 2014
El vuelo vergonzoso de los tres halcones
Los tres cubanoamericanos miembros del Senado de EE.UU. –Robert Menéndez, Marco Rubio y Ted Cruz– quisieran poder decir con toda honestidad que sus padres “huyeron de la Cuba de Castro”. La vergonzosa realidad es que sus padres se marcharon de Cuba cuando el general Fulgencio Batista dirigía el país después del golpe de estado de 1952 que derrocó a un gobierno elegido y canceló unas elecciones en las que Fidel Castro era candidato a un cargo.
Menéndez continua haciendo creer que sus padres “huyeron del comunismo hacia Estados Unidos en busca de libertad” después de que la Revolución derrocara a Batista el 1 de enero de 1959. Él ha cementado esta versión de la realidad cuando era candidato a retener su nombramiento como senador demócrata por Nueva Jersey en 2006.
Por ejemplo, él dijo a The New York Times: “siempre fue ‘Vaya, ¿qué fue lo que hizo que mis padres lo arriesgaran todo y comenzaran otra vez de cero?’” “Se llama libertad”, dijo. The Times y otros medios no se preocuparon por mencionar que él nació en Nueva York en 1954.
Menéndez está seguro de que él puede repetir este estribillo y que la mayoría de los norteamericanos, aculturados como son, no preguntarán “¿Cuándo?” ya que asumen lo que ha sido plantado en sus mentes:
• Huye de Castro
• Huye de la Cuba de Castro
• Escapa de los Castro
• Escapa del gobierno comunista de Cuba
• Huye del comunismo en busca de la libertad en nuestras costas
Sus padres se convierten en las víctimas oprimidas de la “Revolución de Castro” y Menéndez adopta el manto de hijo de inmigrantes que encontraron la libertad en los Estados Unidos que él está defendiendo en contra del villano Castro, del cual huyeron sus padres.
Durante décadas se ha aprovechado políticamente de esa identidad, recaudando prodigiosos fondos de campaña entre los ricos cubanoamericanos derechistas tanto de Nueva Jersey como de la Florida. Ahora este halcón cubanoamericano supervisa la política de EE.UU. hacia Cuba desde su percha como presidente del Comité Senatorial de Relaciones Exteriores.
Cuando Marco Rubio ganó su estrado en el Senado en 2010, se había acostumbrado tanto a su realidad virtual que incluyó la historia de la huida de sus padres en su biografía senatorial: “En 1971, Marco nació en Miami de padres cubanos que vinieron a Estados Unidos después de la toma del poder por Fidel Castro”. Pero en octubre de 2011, el St. Petersburg Times y The Washington Post revelaron el hecho de que sus padres llegaron a Estados Unidos en 1956.
Pero al igual que Menéndez, Rubio ha aprendido que las fechas no importan. El 20 de octubre de 2011, solo unos pocos días después de que se revelara su mendacidad, un editorial de The New York Times lo identificaba como “el hijo de inmigrantes cubanos” y eso lo dice todo para el genérico lector norteamericano, condicionado para llenar los espacios en blanco con la historia implantada en su vida diaria.
En una audiencia del Senado del 3 de abril, surgió el tema de Alan Gross, quien está encarcelado en Cuba, y The New York Times reportó: “‘Tenemos un número de esfuerzos realizándose, de los cuales me encantaría hablar con usted en privado’, dijo [el Secretario de Estado] Kerry en respuesta a una pregunta del senador Marco Rubio (republicano por la Florida), cuyos padres fueron inmigrantes cubanos”.
Esta identificación como el hijo de “inmigrantes cubanos” automáticamente informa a los lectores del Times que Rubio es alguien que se merece el premio de una consulta “privada” cuando se trata de asuntos cubanos. ¿Quién pudiera dudar de que este hijo de inmigrantes cubanos tiene un conocimiento especial que apoye sus opiniones (compartidas con Menéndez) de que Alan Gross no debe ser canjeado por los tres miembros de los Cinco de Cuba que continúan prisioneros en Estados Unidos? Después de todo, su identidad lo ha lanzado a la posición de ser un posible candidato a la presidencia.
La situación de Ted Cruz, otro posible candidato presidencial, difiere de la de Menéndez y Rubio. En 2011, mientras Cruz estaba realizando su campaña en Texas para el Senado de EE.UU., tanto él como su padre describieron cómo Rafael había luchado contra Batista, fue arrestado y torturado y luego huyó a Austin, Texas, en 1957, a la edad de 17 años.
El mismo mes en que la mentira oficial de Rubio acerca de sus padres fue descubierta, The Dallas Morning News publicó un artículo por Robert T. Garrett titulado “Ted Cruz dice que él no ha mentido acerca del éxodo de su padre de Cuba”. Garrett reportó que Cruz menciona la fecha de la salida de su padre de Cuba, pero sin ofrecer “ningún indicio de que su padre era un exiliado pre-Castro”.
Es otra instancia en que las fechas no le importan al público. Garrett cita a Cruz: “Mi padre huyó de Cuba. Fue detenido y torturado siendo un adolescente, y llegó a Austin sin un centavo buscando la libertad.
La razón por la que me he postulado [para el Senado] es sencilla. Él huyó una vez de la opresión. Y ustedes tienen mi palabra de que yo lucharé cada día para proteger la libertad aquí, de manera que ninguno de nosotros tenga que huir de la opresión una segunda vez”.
De alguna forma, el público ha sido transformado en un pueblo oprimido por Cuba y Cruz se ha coinvertido en su salvador. Garrett reporta que Cruz fue presentado a 3 000 cristianos conservadores como un hombre cuyo padre “escapó de Fidel Castro”, mientras que un blog de The Houston Chronicle lo describe como “un cubano cuya familia escapó de la tiranía de Castro”.
Ted Cruz obtuvo ese escaño senatorial en 2012. Una cronología de su vida en The Wall Street Journal del 19-20 de abril de 2014 comienza: “1957: Rafael Cruz huye de Cuba hacia Texas.” Una vez más la fecha no importa. El lector del Journal solo comprende “huye de Cuba”.
La identidad como el hijo de “inmigrantes cubanos es una mantra que concede el estrellato a estas tres víctimas de la “Cuba de Castro”, aunque sus padres hayan huido de la Cuba de Batista mientras Castro estaba liderando una revolución en contra de la misma opresión que esos padres experimentaban.
Desde sus tibios nidos del Edificio de las Oficinas del Senado de Washington, D.C., estos halcones se oponen a cualquier mejoría de las relaciones con Cuba. Uno de ellos puede que incluso deje algún día su percha por otra en la Casa Blanca.
* Jane Franklin es la autora de Cuba y Estados Unidos: una historia cronológica. Parte de su trabajo está disponible en http://www.janefranklin.info
(Tomado de Progreso Semanal)
Publicado por
storm captain
en
8:05:00 p. m.
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Capitán, eso del grado de general para el tránsfuga de Batista es un eufemismo, porque ese hijo de la gran puta, además de dictador y analfayuca si acaso con un sexto grado de escolaridad, llegó a sargento taquígrafo de seguro que soltando plata para el ascenso. Brujero y matón. Así es como lo recuerda la mayoría de quienes lo sufrieron con su gastado sambenito de Salú, Salú, porque ni pronunciar bien sabía ese gorila. Que el diablo lo tenga en el infierno.
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