Recuerda Japón a víctimas de bomba nuclear sobre Nagasaki

El 'hibakusha' Shigeko Iwamoto ofrece plegarias por las víctimas frente a la estatua de la paz de Nagasaki.

El primer ministro japonés, Shinzo Abe, asistió hoy a la ceremonia conmemorativa del 69 aniversario del lanzamiento por Estados Unidos de una bomba atómica sobre la ciudad de Nagasaki, que junto con la de Hiroshima, tres días antes, provocó la muerte de alrededor de 210 mil personas de forma inmediata o debido a la exposición a las radiaciones entre el momento del impacto de los artefactos y el mes de diciembre siguiente.
Según reportó el canal japonés de noticias NHK, horas después Abe se reunió en un hotel de Nagasaki con los representantes de cinco grupos de 'hibakushas' -nombre con el que se conoce en Japón a los supervivientes de los bombardeos atómicos- entre los cuales busca apoyo y comprensión para la controvertida nueva política de seguridad nacional que promueve su gobierno, enfilada a reinterpretar la Constitución redactada aquel propio año 1945, de marcado corte pacifista y rechazo a las armas atómicas.

El alcalde de Nagasaki, Tomihisa Taue, pronunció un discurso en el que pidió al Ejecutivo que siga haciendo esfuerzos con la comunidad internacional para evitar la proliferación nuclear, y criticó la revisión de la Carta Magna impulsado por el primer ministro.
Miles de personas guardaron en el Parque de la Paz de la ciudad un minuto de silencio, acompañado por los tradicionales tañidos de la llamada Campana de la Paz, en honor de las víctimas que dejó la bomba.
Durante el encuentro con Abe, los supervivientes dijeron estar totalmente en contra de que el país ejerza el derecho a la autodefensa colectiva y afirmaron que la Constitución es la clave de la paz.
Los bombardeos nucleares de Estados Unidos son presentados por los grandes medios corporativos aliados al capital como punto clímax que condujo a la capitulación de Japón y puso fin a la Segunda Guerra Mundial, una interpretación simplista de la historia que, mientras intenta pretextar el hecho atroz que no pocos en el planeta consideran como el primer acto de terrorismo de Estado en la historia de la humanidad, desconoce el papel jugado por el Ejército Rojo en la rendición nazi en Berlín y trata de restarle peso a lo que en realidad supuso: mera demostración de fuerza de Washigton al resto de las naciones beligerantes, en especial al que entonces comenzaba a perfilarse como contrapeso de un mundo político bipolar: la Unión Soviética.