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miércoles, 25 de marzo de 2015

El Presidente en su laberinto

Un reportaje de Reuters da cuenta del proceso que habría llevado a los eventos del 17 de diciembre pasado, cuyo impacto en las relaciones Cuba-Estados Unidos es imposible pronosticar. Armado con información fragmentaria, de varias fuentes, es probablemente una aproximación parcial a una parte de una historia mucho más rica y compleja, contada mayormente por una de las partes y matizada por las inferencias de los autores.
Tiene probablemente la virtud de ser el primer intento de abordar el proceso, al menos en lo referido a las opciones y tribulaciones de la administración norteamericana. Es de esperar que muchos otros intentos vayan ayudando a armar este rompecabezas, que con toda certeza haría un buen guión cinematográfico.

Es por esa cualidad que lo ofrecemos a los lectores, aún cuando es sólo parte -probablemente en algún grado infiel- de una más grande historia.

Como maniobró Obama por sobre los de línea dura y llegó a un acuerdo con Cuba

Por: Warren Strobel, Matt Spetalnich y David Adams; Reuters.

La ruptura de diciembre que fue el comienzo del fin de medio sigo de enemistad entre los Estados Unidos y Cuba ha sido definida como el fruto de 18 meses de diplomacia secreta.
Pero entrevistas de Reuters con más de una docena de personas con conocimiento directo del proceso revelan un más largo, doloroso y cauto camino del presidente Barack Obama y veteranos especialistas en Cuba para forjar el histórico acercamiento.
Mientras ahora continúan negociaciones abiertas durante este mes, Reuters también ha descubierto nuevos detalles de cómo las conversaciones comenzaron y como se estancaron a finales de 2013 durante sesiones secretas en Canadá. Oficiales de alto rango de la administración y otros también revelaron como ambos países pusieron a un lado sus burocracias de relaciones exteriores y como Obama buscó la bendición del Vaticano para pacificar a sus oponentes.
La apertura de Obama a la Habana pudiera ayudar a restaurar la influencia de Washington en América Latina y darle un muy necesitado éxito en política exterior.
Pero la manera de avanza y para en que el acercamiento se desarrolló, con profunda desconfianza en ambas partes, ilustra los obstáculos que Washington y La Habana encararon para alcanzar una detente duradera.
Obama no fue el primer presidente demócrata en acercarse a Cuba, pero su intento tomó ventaja de -y cuidadosamente juzgó- un cambio generacional entre los Cubanoamericanos que en gran parte redujo sus riesgos políticos.
En un discurso en mayo de 2008 ante la conservadora Fundación nacional Cubano Americana en Miami, Obama esbozó una nueva política que permitiría mayores viajes y remesas a Cuba por cubanoamericanos, aunque añadió que mantendría el embargo en su lugar como palanca.
“Obama entendió que los cambios de política que estaba proponiendo en 2008 eren populares en la comunidad cubanoamericana, así que no estaba tomando un riesgo electoral”, dijo Dan Restrepo, entonces el principal consejero de Obama en América Latina.
Seis meses después, Obama fue validado por una inesperada subida de 35 por ciento del voto cubanoamericano, y en 2012 ganó el 48 por ciento, un record para un demócrata.
Con su elección final detrás, Obama instruyó a sus ayudantes en diciembre de 2012 que hicieran de Cuba una prioridad y “vieran cuán lejos se podría empujar los límites”, recuerda Ben Rhodes, segundo Consejero de Seguridad Nacional que ha jugado un papel central en conformar la política hacia Cuba.
Una visita a principios de 2013 a Miami por el principal consejero para América Latina, Ricardo Zúñiga, ayudó a pavimentar el camino. Como joven especialista en el Departamento de Estado había contribuido a un estimado nacional de inteligencia que, de acuerdo a otro antiguo oficial que trabajó en él, marcó la primera evaluación interna de que el embargo económico había fallado.
El se reunió con un representante de la anticastrista Fundación Nacional Cubano Americana, y jóvenes cubanoamericanos quienes, de acuerdo a una persona presente, ayudaron a conformar la decadente influencia de viejos exiliados cubanos que han apoyado tradicionalmente el embargo de medio siglo.
Pero la Casa Blanca no estaba segura. “No creo que alguna vez alcanzamos el punto en que pensamos que no teníamos que preocuparnos acerca de la reacción en Miami”, un oficial norteamericano de alto rango declaró.
La Casa Blanca discretamente propuso canales de comunicación extraoficiales con los cubanos en abril de 2013, tras tener noticia de que La Habana sería receptiva, dijeron funcionarios norteamericanos.
Obama en principio puso en el congelador al Departamento de Estado en parte debido a que “intereses especiales” allí pudieran inclinarse en perpetuar la vía de la confrontación, dijo un antiguo funcionario. El Secretario de Estado John Kerry fue informado de las conversaciones solo después de que parecía que serían fructíferas.
El presidente Raúl Castro también operó secretamente. Josefina Vidal, jefa de asuntos norteamericanos del Ministerio de Relaciones exteriores, fue dejada fuera, dijeron dos americanos cercanos al proceso. Vidal no pudo ser contactada para comentar.
Las reuniones comenzaron en Junio de 2013 con las arengas familiares de los cubanos acerca del embargo y otros presuntos males. Rhodes uso su juventud relativa para ripostar de vuelta.
“Parte del punto fue “Miren, yo ni siquiera había nacido cuando esta política fue puesta en vigor….Nosotros queremos escuchar y hablar sobre el futuro”, dijo Rhodes, de 37 años.


“LOS CUBANOS ESTABAN ATRINCHERADOS”


La estrategia de pueblo a pueblo de Obama estaba siendo complicada por una persona en particular: Alan Phillips Gross.
El gobierno norteamericano había enviado a Gross, un contratista de la USAID, en misiones riesgosas para entregar equipos de comunicaciones a la comunidad judía cubana. Su arresto en diciembre de 2009 puso el planeado “nuevo comienzo” de Obama con Cuba en espera.
Las conversaciones secretas fueron casi descarriladas por la demanda firme de La Habana de que Obama intercambiara los “Tres Cubanos”, una célula de espías convictos en Miami pero considerados héroes en La Habana, por Gross.
Obama se negó a un cambio directo porque Washington negaba que Gross fuera un espía y la diplomacia encubierta se estancó para finales de 2013.
Aun cuando Obama y Castro se dieron la mano en el servicio memorial en Johanesburgo por el líder sudafricano Nelson Mandela, la situación tras la escena no parecía muy esperanzadora.
“Los cubanos estaban atrincherados….y como que nos atascamos en esto”, dijo Rhodes.
Rhodes y Zúñiga pasaron más de 70 horas negociando con los cubanos, mayormente en instalaciones del gobierno canadiense en Ottawa.
Para finales de la primavera de 2014, los amigos y familiares de Gross se sintieron alarmados por su condición física y sicológica. La Casa Blanca y los cubanos sabían que si moría en prisión, reparar las relaciones sería asunto de otra generación.
Con la madre de Gross, Evelyn, muriendo de cáncer, el gobierno norteamericano y su equipo legal lucharon en un esfuerzo por convencer a los cubanos de garantizarle un pase para que la viera.
Esa apuesta falló, a pesar de una oferta del abogado de Gross Scott Gilbert para ocupar su espacio en la celda como colateral.
Pero el punto de giro había ocurrido en una reunión en enero de 2014 en Toronto. Los americanos propusieron -para sorpresa de los cubanos- meter a Rolando Sarraff, un espía de Washington preso en Cuba desde 1995, en el proceso, dijeron participantes norteamericanos.
La Casa Blanca podría anunciar que era un verdadero “canje de espías”, dándole una cobertura política. Pero tomó más de 11 meses sellar el trato.
Castro no coincidió inicialmente en entregar a Sarraff, un criptógrafo que según Washington ayudó a disolver redes de espías cubanos en los Estados Unidos.
Y Obama, herido por la reacción sobre su cambio de cinco talibanes detenidos por el sargento del ejército Bowe Bergdahl, estaba preocupado de que otro intercambio fuera percibido como desventajoso, de acuerdo a personas cercanas a la situación.
El consideró otras opciones, incluyendo que los cubanos se declararan culpables de los cargos contra ellos y entonces fueran sentenciados a tiempo servido, de acuerdo a las personas.
Gilbert trabajó con la administración de Obama, pero les urgió a moverse mas rápido. Desde su punto de vista, el punto de inflexión llegó en abril de 2014, cuando se hizo claro que funcionarios claves de Obama apoyarían completamente una conmutación de las sentencias a los prisioneros cubanos.

“LAGRIMAS EN NUESTROS OJOS”


La última pieza del rompecabezas cayó en su lugar en una reunión de febrero de 2014 en la Casa Blanca con legisladores, incluyendo los demócratas Patrick Leahy y el Senador Dick Durbin.
Obama trajo a colación su oposición a un intercambio directo de Gross por los tres cubanos, dijeron dos personas presentes. Durbin, en una entrevista, dijo que “levantó la posibilidad de usar al Vaticano y al Papa como intermediarios”.
El Papa Francisco traería la influencia moral de la Iglesia Católica y su estatus como el primer pontífice latinoamericano. Era también una protección contra críticos feroces tales como el cubanoamericano Robert Menéndez.
Leahy persuadió a dos cardenales católicos a que pidieran a Francis que trajera el tema de Cuba y los prisioneros cuando se reuniera con Obama en marzo. El Papa lo hizo, y entonces escribió cartas personales a Obama y a Castro.
“¿Que podría ser mejor que el presidente pudiera decir a Menéndez o a cualquier otro, ‘Oye, el Papa me lo pidió’?” dijo un ayudante congresional.
El trato fue finalizado a finales de octubre en Roma, donde los americanos y los cubanos se reunieron separadamente con oficiales del Vaticano, y luego los tres equipos juntos.
Rhodes y Zúñiga se reunieron con los cubanos de nuevo en diciembre para precisar la logística para los anuncios de diciembre 17 sobre las liberaciones de prisioneros, la flexibilización de las sanciones norteamericanas, normalización de las relaciones y la liberación de 53 prisioneros cubanos.
Gilbert estaba a bordo el avión hacia Cuba que traería a Gross a casa. Aterrizando en un campo militar, Gilbert encontró a los funcionarios cubanos que habían estado a cargo de Gross por cinco años. “Muchos de nosotros de ambos países teníamos lágrimas en los ojos”, dijo Gilbert.
Castro y Obama, cuya política hacia Cuba encara todavía oposición vocal de legisladores anticastristas, se verán cara a cara en le Cumbre del Hemisferio Occidental el próximo mes en Panamá. Ayudantes han aventurado que Obama pudiera ser el primer presidente norteamericano en visitar Cuba desde Calvin Coolidge en 1928.
“Estamos en territorio nuevo aquí”, dijo Rhodes.

(Reportes adicionales por Patricia Zengerle, Anna Yukhananov, Lesley Wroughton y Mark Hosenball en Washington, y Dan Trotta en La Habana. Edicion por Jason Szep y Stuart Grudgings). // (Tomado del blog Soy un espía, dicen)

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