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miércoles, 25 de noviembre de 2015

La nueva Argentina de la misma América

Julio Martínez Molina

La victoria, por ventaja mínima pero triunfo definitorio al fin, del candidato derechista en las elecciones presidenciales efectuadas en la Argentina el pasado domingo 22 de noviembre representa, sin dudas, un golpe -no menor- al ideal integracionista de América Latina y al ciclo de democracias progresistas instaladas en el poder a partir de la victoria de Hugo Chávez en Venezuela hace 17 años y que tiene expresiones indelebles en Lula, Néstor y Cristina Kirchner, Evo Morales, Rafael Correa o Pepe Mujica.

Representante de la tradición oligárquica subcontinental, el hijo de empresario multimillonario y presidente de club futbolero Mauricio Macri fue la opción de la burguesía capitalista proimperialista para continuar enarbolando el ideario neoliberal salvaje, frenado durante los doce años del kirchnerismo, que se mantiene como un movimiento político de extraordinaria fuerza en la nación austral pese al revés comicial.
Los primeros tres días después de los comicios dejan bien claro, a aquellos que todavía pudiesen albergar dudas, de quién es y por quiénes estaba prohijado el señor Macri.
A) La Nación, periódico de tan reaccionario prontuario como el chileno El Mercurio, publicó un asqueroso editorial en el cual suscribe que, ya con el “elegido” en el poder, “no más mentiras sobre los ´70” (esto es, directo y sin vaselina, que los crímenes de la dictadura militar son un bluff y que a los asesinos en juicio deben mandarlos para casa porque ya son unos infelices ancianitos: habría que ver que piensan las abuelas de Plaza de Mayo y casi el país entero presto a repudiarlo).
B) El primer gesto político hostil verbal del abanderado de la Coalición Cambiemos fue -nada gratuitamente- contra Venezuela (durante la noche electoral, Macri estuvo acompañado en Buenos Aires por Lilian Tintori, la compañera sentimental del opositor terrorista venezolano Leopoldo López), a la cual quiere excluir del Mercosur.
C) Beneplácito en la burguesía neoliberal regional, sin excepciones. Las palmadas de Washington… El mismo guion: solo cambia el nombre de la persona y el del Partido, aunque las esencias se resguardan, en tanto forman parte inexorable de un orden invariable del cual ya estamos aburridos en la historia de la región.
Con otro argentino, la antítesis del macrismo, podríamos asegurar ahora, pese a todo, pero “?quién dijo que todo está perdido?”.
A partir de este momento mismo precisan entregarse muchos corazones en pos de no permitir que el giro involutivo del calendario político contribuya a la retracción del ideal progresista en América Latina.
Contra las embestidas de Macri y quienes le respaldan en un backstage donde se encuentran todos los conejos de la reacción continental, Argentina y Nuestra América toda deberá continuar demostrando su capacidad de resistencia, su lucidez ideológica y la decisión de proseguir el camino señalado por Bolívar, no el dictado por la élite empresarial de las grandes capitales regionales y el mandato de Washington.
De seguro que vendrán no pocas agresiones políticas a dichos ideales desde el nuevo Buenos Aires macrista, la suerte está echada, mas el punto estriba en saber torear esos embistes desde un compromiso político coherente de unidad y lucha por un ideal común; no solo en la tierra de la Patagonia rebelde, sino en el contexto espacial todo por debajo del Río Grande.
Es una nueva Argentina, pero es la misma América. Será muy difícil ya  revertir la consolidación de un pensamiento afincado en los derechos de los pueblos de la región a su autonomía, el cual suma y continúa sumando millones de seguidores; si bien es necesario que las grandes masas populares continúen ganando cultura política, discernimiento ideológico, celo y cuidado permanente por la(s) causa(s). Amén de atemperar los discursos políticos a los nuevos escenarios y las generaciones emergentes, desprovistas en buena medida de un arsenal teórico y el conocimiento histórico necesarios para respaldar a ultranza determinadas posiciones.
El anterior resulta el primer imperativo a seguir, tras apreciar el resultado final de las elecciones en la Argentina u otros pretéritos acaecidos, donde las urnas a último minuto no parecieron ser compañeras ni de la inteligencia ni la lógica ni la sensatez.

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