Tras la agotada posibilidad de diálogo con la derecha, el presidente Maduro ha llamado al pueblo entero para establecer un diálogo superior y definir el rumbo de la nación. |
La sobrevida de las revoluciones después de experimentar procesos traumáticos que podrían poner en peligro la continuidad de su desarrollo dependen, en buena medida, de la capacidad de maniobra de sus dirigentes, afincados al deber primero de pensar en el beneficio de su pueblo.
Al apelar a la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente, Nicolás Maduro y el resto del alto mando chavista introdujeron una jugada de choque en el tablero político, con la finalidad esencial de asistir a los millones de venezolanos que han salido de la miseria gracias a la Revolución Bolivariana y posibilitar que el proceso político que esas u otras tantas ventajas brindara a dicho pueblo no sucumba ante la guerra abierta instaurada en su contra por Washington, el poder corporativo mediático planetario y la oligarquía nacional al servicio de los poderes imperiales por los tiempos de los tiempos.
La convocatoria hecha el 1 de Mayo ‒formulada de acuerdo con los artículos 347 y 348 de la Carta Magna‒, de inicio, tomó desconcertada a la oposición interna, la Casa Blanca y a la red mundial repetidora de mentiras, los cuales sin embargo rápidamente tomaron posición y comenzaron a impugnarla, hasta con la anuencia cómplice de cierta izquierda que todavía cree, ingenuamente, que va a ser respetada por las fuerzas hegemónicas tras su disenso parcial o total de las pautas “oficiales”.
Héctor Rodríguez, coordinador nacional del Comité Promotor de la Constituyente, definió de “constitucional, democrático y humano” el proceso en marcha; y resumió la inevitabilidad y el carácter popular de la decisión de este modo: “tras la agotada posibilidad de diálogo con la derecha para resolver los conflictos del país, el presidente Nicolás Maduro ha llamado al pueblo entero para establecer un diálogo superior y definir el rumbo de la nación”.
Concita también la atención, por su objetividad, el criterio del abogado constitucionalista Enrique Tineo, quien sostiene que “los procesos constituyentes originarios son movimientos telúricos porque parten del pueblo y son los que deciden el rumbo de la nación. Cuando el pueblo participa se activa la fuerza del cambio, de reforma, y sobre todo se activa aún más la democracia participativa y protagónica como lo expresa la Constitución de la República”. (…) Con la Constituyente no se pretende cambiar la Constitución, sino reformar y darle carácter constitucional a muchos logros alcanzados en 18 años de Gobierno de la Revolución Bolivariana”. Y ante la violencia generada por la oposición no queda otra fórmula que “buscar un poder superior para conquistar la paz del país”.
“Estamos en un gran debate nacional de los que quieren la paz y ven en la Constituyente la oportunidad de buscar el diálogo nacional que nos permita reunificar y reconstruir el espacio de la política, de la convivencia de los venezolanos y venezolanas”, expresó el presidente de la Comisión, Elías Jaua.
Así lo ven los estrategas políticos desde Caracas y, si así lo estiman ellos, quienes están dentro del vórtice de la tormenta y han resistido mediante todos los medios al combate ideológico, económico y callejero, bien sabrán por qué lo hacen. Hemos de confiar en su visión para reacomodar el escenario y abrir boquetes de oxígeno ante la asfixia a la cual quieren conducirlos.
Será un proceso de refundación, el cual estará protagonizado por ciudadanos y ciudadanas, no por partidos políticos, en el sentido claro de un país que a través de dicha instancia habrá de debatir, entre otros temas, sobre la paz; la construcción de un sistema económico post-petrolero; la constitucionalización de las misiones sociales; la seguridad, justicia y protección del pueblo; las nuevas formas de democracia participativa y protagónica; la defensa de la soberanía nacional; la identidad cultural; los derechos sociales, culturales, laborales, tecnológicos de la juventud; y el cambio climático, para decirlo con las justas palabras del presidente de la República, Nicolás Maduro.
Entre varios objetivos, Caracas intenta, mediante la elección de esta Constituyente, sortear el modelo económico post-petrolero y post-rentista, de cara a evolucionar hacia otro dirigido a la consecución ‒con recursos propios‒ de los bienes y servicios precisados por el pueblo venezolano.
Es, por sobre todas las cosas, un llamado, inclusivo, al pueblo para repensar al país y continuar defendiendo el ideal de Bolívar y Chávez, cuya destrucción resulta el objetivo cimero de la servil oligarquía local y sus amos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario