Subrayó que también se rendirá homenaje al aniversario 50 de la proclamación del carácter socialista de la Revolución y la victoria cubana en Playa Girón sobre los invasores de la brigada mercenaria armada y financiada por Estados Unidos.
Además, el dirigente aludió al medio siglo de la Campaña de Alfabetización, que posibilitó que el 1 de mayo de 1961 ya miles de cubanos supieran leer y escribir.
Los desfiles son una oportunidad para comprometernos en elevar los niveles de disciplina, orden y exigencia en el trabajo, y también denunciar el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Washington a la Isla, dijo.
Además, los trabajadores demandarán la liberación de cinco antiterroristas cubanos presos en Estados Unidos desde 1998.
Gerardo Hernández, René González, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Fernando González cumplen condenas que llegan hasta doble cadena perpetua más 15 años de cárcel por informar sobre planes criminales de grupos anticubanos asentados en el estado norteamericano de la Florida.
Historia de festejos y exigencias
Desde su establecimiento en 1889, por acuerdo del Congreso Socialista de la Segunda Internacional celebrado en París, el Primero de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, se erige en celebración universal donde la clase obrera -según el sistema político imperante- manifiesta reclamos, exige reivindicaciones o festeja sus conquistas.
La efeméride conmemora el inicio de los trágicos sucesos acaecidos el sábado primero de mayo de 1886, en Estados Unidos, que desembocaron en la farsa judicial legitimadora del linchamiento de los Mártires de Chicago.
En medio de la incipiente revolución industrial e infrahumanas condiciones laborales -que incluían jornadas de hasta 18 horas- miles de obreros se lanzaron a la huelga.
En enfrentamientos contra la policía, durante los cuatro primeros días de mayo, un gendarme resultó muerto, mientras decenas de huelguistas fueron baleados a quemarropa.
Con la aplicación del estado de sitio y el toque de queda, cientos de trabajadores fueron arrestados, torturados y acusados de haber detonado el artefacto que mató al policía. Entre los últimos retenidos, ocho terminaron procesados por asesinato y cinco condenados a la horca.
El 11 de noviembre de 1887 se consumó la sentencia. La ejecución fue relatada por el joven periodista cubano de 33 años, José Martí, quien por entonces se desempeñaba como corresponsal en Chicago del diario argentino La Nación, de Buenos Aires.
“(…) salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hileras de sillas delante del cadalso como en un teatro (…).
“Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el de Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: 'la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora'. Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable (...)”.
Los Mártires de Chicago son símbolos e iniciadores del largo camino de luchas por reivindicaciones laborales, mejoras económicas, derecho al respeto y al amparo social. Pugnas en que si bien el proletariado mundial se anotó progresos, desde la última década del pasado siglo XX comenzó a experimentar retrocesos, debido a la globalización de las políticas neoliberales.
El proletariado cubano es pionero en la conmemoración de la efeméride obrera. El día inicial del quinto mes de 1890, bajo refrescante lluvia, trabajadores criollos y extranjeros aplatanados se dieron cita en el Prado habanero -exactamente entre las calles Consulado y Virtudes- donde una veintena de oradores se dirigieron a los 3 mil asistentes a la primera celebración por el Día del Trabajo reportada en las Antillas y el Caribe.
Libre del yugo colonialista español, la naciente clase obrera criolla libró luchas contra la explotación imperialista y ante los corruptos desgobiernos que desangraron a la nación a lo largo de seis décadas. Pero no fue hasta enero de 1959, cuando alcanzó la fuerza que le concedió un papel protagónico en su propio destino.
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