La integración en América Latina se realiza de una manera muy efectiva que le permite crecer a un ritmo sostenido, a diferencia de los acuerdos de integración continental en Europa que no consiguieron evitar el ataque de la crisis económica.
Según algunos expertos, los acuerdos de integración continental en Europa han resultado un incómodo lastre para actuar frente a la recesión financiera. Pero a miles de kilómetros de distancia, en América Latina, los acuerdos de integración, como el Mercosur, se han convertido en cambio en un salvavidas que posibilita el crecimiento rápido de la región.
“La industria automotriz argentina y la industria automotriz brasileña han trabajado y crecido muchísimo bajo la influencia del Mercosur. Han pasado de ser industrias cerradas, cuyas producciones eran solamente para consumo interno de sus mercados, para ser industrias complementarias. Hace veinte años la industria automotriz argentina (..) produjo menos de 100.000 unidades, hoy estamos superando las 700.000, con pronóstico de llegar a las 800.000 unidades”, indicó Jorge Di Nucci, director de Relaciones Institucionales de Ford Argentina.
Los procesos de integración en América Latina comenzaron 20 años atrás, cuando se firmó en Asunción el tratado del Mercosur entre Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay.
Pero en la última década, en la región han llegado al poder gobiernos con afinidades ideológicas, y se han iniciado varios acuerdos de unidad que tienen una visión de la economía más equitativa, cuya finalidad es lograr una redistribución de los ingresos. Uno de esos acuerdos, el ALBA, tiene como objetivo específico la lucha contra la pobreza y la exclusión social.
“Yo estoy convencido de que en el caso del ALBA los efectos de la integración son verdaderamente muy profundos, muy transformadores y tienen una enorme proyección. Están solo en sus comienzos pero ya se ha producido, por ejemplo, el fenómeno de la alfabetización masiva, el fenómeno de la atención médica masiva y gratuita, el fenómeno del intercambio de saberes y capacidades para la producción de alimentos”, dijo Luis Bilbao, Analista de Economía Internacional.
Algunos especialistas sostienen que la diferencia fundamental entre los acuerdos de unidad europea y los latinoamericanos es que los primeros están basados en la competencia, mientras que los del Nuevo Mundo tienen como eje la integración. “No es una crisis del proceso de unificación, sino una crisis del mecanismo intrínseco. (…) Es el sistema de producción y de comercialización donde lo que priva es maximizar las ganancias y la competencia permanente. Es imposible impedir que los productores alemanes compitan con los españoles. ¿Quién va a ganar en esa pelea entre productores alemanes y españoles? No me parece que sea muy difícil dar una respuesta”, agregó Luis Bilbao.
Recientemente, el expresidente del Gobierno español Felipe González señaló que la crisis económica ha hecho aflorar graves problemas estructurales de una Europa rígida que debería aprender de la capacidad de innovación de América Latina.
Durante muchas décadas, Latinoamérica tuvo el objetivo de la unidad como un sueño que no superaba la etapa de los meros enunciados. Hoy comienza a ser una realidad cuyos beneficios empiezan a verse en todos los sectores, y son percibidos tanto por el ciudadano común como por las empresas. Es apenas un primer paso, pero parece encaminado en la dirección correcta.
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