Rompo las normas de la información por esta vez y escribo el lead de la nota en primera persona. No puedo sustraerme a la obligación moral de incluirme, como cubano, en esa mar de pueblo que este sábado volvió a ofrecer una demostración al mundo del extraordinario apoyo espontáneo brindado a la Revolución, sus líderes históricos y al proyecto socialista de quienes, fusiles en alto, juraron defender un día como hoy, hace 50 años, aquellos milicianos encargados unas horas después de ponerle el pecho a las balas mercenarias en Playa Girón.
Puede sonar a golpe de pecho, pero pesa más el sentido de pertenencia a la tierra que el apego a las reglas de la profesión. Me importa un bledo lo que puedan argüir los académicos de esta "falta" al deber profesional para con unas normas escritas y vapuleadas por otros autotitulados periodistas, incapaces de hilvanar cuatro frases coherentes.
“Las tropas que participan en la Revista Militar, están formadas”. Rinde su parte el jefe de las tropas, General de División Aguilera Bermúdez. Exacto, a las 8:00 am, arranca el desfile, encabezado por el Presidente cubano Raúl Castro y los delegados al Sexto Congreso del Partido que hoy también inicia sus sesiones.
Y no paró la marea humana hasta dos horas y media después en este singular homenaje, hecho desfile militar y marcha popular para honrar el medio siglo de la relampagueante victoria sobre la brigada mercenaria en las arenas de Playa Girón y Playa Larga, consumada en apenas 66 horas.
Cuba toda recuerda hoy también el acto de despedida de duelo a las víctimas de los arteros bombardeos a varios aeropuertos cubanos con la intención de destruir en tierra la incipiente y maltrecha Fuerza Aérea Revolucionaria, aquella que después se hizo dueña del cielo sobre la península de Zapata y partió en dos la columna vertebral de la intentona. Era el ataque sorpresa a las bases el preludio de la invasión, y fue el momento exacto para proclamar al mundo la intención de empeñarnos en enrumbar nuestros pasos al futuro bajo los cánones de un proyecto socialista.
Ahora en la Plaza de forma simbólica, 50 años antes en la céntrica esquina de 23 y 12, enarbolando en alto los mismos fusiles que defendieron a la Patria de las botas mercenarias, volvimos a repetir el clamor ensordecedor de la consigna infaltable, aquel ¡Patria o Muerte! pronunciado el 5 de marzo de 1960 ante los féretros de los cubanos muertos en la explosión provocada por un criminal atentado al vapor francés La Coubre.
La capital de todos los cubanos ya era un hervidero desde las cinco de la mañana. La urbe despertó más temprano que de costumbre, cientos de miles de habaneros alistándose para asistir al Desfile y la Marcha popular. Me gustaría ahora mismo tener cerca a uno de los eufóricos estimadores encargados de los cálculos en las "marchas" de cuatro gatos que organizan los apátridas en la Florida. Tenerlo cerca y preguntarle, "a ver, socio, cuántos tú crees que desfilaron hoy frente al Martí en la Plaza Cívica como aún llaman ustedes y nosotros llevamos 52 años y unos meses aludiendo como Plaza de la Revolución".
Las imágenes le dieron la vuelta al mundo. Sería de locos obviarlas. Pero ahí están los crazy de siempre, justificando su paga en verdes contantes y sonantes, negando la grandeza de un pueblo que acudió espontaneo, sin que nadie le obligara, a dar fe de su respaldo a Fidel, a Raúl, a la Revolución que forjaron aquellos gigantes y que tocará continuar cincelando a los muchachos encargados de abrir la marcha popular con una enorme pancarta que hablaba por mil palabras: "Los jóvenes no fallaremos"
Espero ver y no quedarme con las ganas de asistir a la puesta del desfile en los noticieros de los grandes medios cuando se haga el reporte de la repercusión mundial de esta demostración de apego al Socialismo como alternativa que libre y de forma soberana nos dimos en escoger los cubanos por mayoría casi absoluta. Y dejo el margen para los consabidos.
En unas horas arrancarán las sesiones del Sexto Congreso del Partido. Tócale a los delegados tener presente en cada intervención, cada debate, su compromiso para no defraudar la confianza de esos millones que no sólo en Cuba, en muchas partes del planeta, más que creer estamos convencidos de la posibilidad de construir un mundo mejor y todavía posible bajo las banderas de Marx, Engels y Lenin. Hacerlo y de modo más eficiente y racional que bajo los dictados del capital.
Tócanos a los pueblos ganarle la pelea a quienes con sus desafueros de consumismo y afán de dinero, se empeñan en acabar con el escenario natural donde construir nosotros el Orbis Terrarum para perpetuar la especie.
Por eso también marchamos hoy los cubanos. Y no será la última vez.
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