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miércoles, 11 de mayo de 2011

10 de mayo: El día después…

La Segunda Guerra Mundial
legó duras enseñanzas...
LA TIERRA SE COMIÓ sus ojos, y yo no me acordé. Los gusanos depuraron los huesos, devoraron la carne flácida, macilenta, trozada, y aun así yo no me acordé. Este 9 de mayo de 2011, no encendí una vela, un pensamiento, una esperanza en nombre de ellos. No recité un poema aprendido siglos atrás, no bailé una danza ancestral invocadora de la lluvia -agua bendita para borrar el olvido.
Sesenta y seis años luego del ¿fin? de la gran hecatombe no me tomé un segundo para sostener las almas de tantos muertos…, muertos también por mí. Me llaman los combates actuales, me torturan, aturden, distraen y descuido entonces verdades esenciales: cuántos seres humanos fallecen contra toda lógica, cuán importante resultó -y resulta- su sacrificio para la vida de no poca gente, que gracias a eso se levanta un día más, abre su ventana y encuentra el sol, se casa, tiene hijos, celebra fiestas de bautismo, comparte con amigos…
Por todo ello no puedo perdonarme la desmemoria: hacerlo sería admitir mi desarraigo de la humanidad; mis pies ya no tocarían el suelo aplomados por la carga bienhechora de antepasados tutelares.
Quiero creer que no es tarde hoy para prender el candil, servir la cena y gozar de la comida en su memoria; poner una flor en el jarrón sobre el librero; rezar una oración pagana en el comienzo: Muertos míos que están en los cielos…De cualquier forma, ellos me legaron el día después. (Cortesía de Isla Asombrosa)


APUNTES AL MARGEN
(Del Editor)
    Nunca se sabrá exactamente el número total de víctimas, ni el valor material de todo lo arrasado durante los 69 meses que duró la Segunda Guerra Mundial en los frentes europeos. Menos aún la desgracia moral que trajo consigo esa conflagración, la más devastadora de la historia mundial. Pero es innegable que los aproximadamente 1 400 días de combate en territorio soviético, hasta la expulsión de las tropas fascistas por la misma frontera occidental donde invadieron en junio de 1941, fueron decisivos para el debilitamiento, primero, y la destrucción, después, de la descomunal maquinaria bélica hitleriana. (...) Pero, ¡cuidado! El fascismo no ha sido exterminado ni la mentalidad imperial erradicada. El peligro mayor no está, como sugieren algunas noticias, en las organizaciones neofascistas que aún pululan en Alemania y otras naciones europeas. La ideología que lo procreó es actual aunque incoherente y la capacidad militar que le incita a la aventura se desplaza en modernas flotas de guerra por los océanos del mundo. Sus líderes se mueven de un país a otro, amenazan por los medios de difusión, subordinados en su casi totalidad a las órdenes imperiales, y alimentan mitos de nuevos peligros con el mismo cinismo y mentiras que en los años 40 del siglo pasado. No olvidemos la advertencia del periodista antifascista Julius Fucik, dicha también para nosotros: "Pueblos, ¡estad alertas!".   (Ver ampliación)                                                        

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