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domingo, 12 de mayo de 2013

Día de las Madres: Una fecha nacida en la fragua de reclamos de paz para el mundo

A propósito de la conmemoración, Fanal Cubano extiende su más cálida y sincera felicitación a todas las madres

Héctor R. Castillo Toledo

SOBRE EL ORIGEN de la celebración actual del Día de las Madres hay disparidad de criterios. Los más lo atribuyen a la profesora estadounidense Anna Marie Jarvis (1864-1948), cuyo mérito radica en haber continuado la labor de su madre por impedir que cayeran al olvido las ideas promovidas por la prominente pacifista, poeta y activista social norteamericana Julia Ward Howe (1819–1910), quien en 1870 escribió un encendido texto recordado por la historia como La proclama del Día de las Madres, apasionado llamamiento a la paz y al desarme en momentos en que el mundo se convulsionaba por la guerra francoprusiana.
El Día de la Madre o Día de las Madres es una festividad que se celebra en honor del más sublime de los seres, la mujer en cuyas entrañas, y a resultas de la unión del amor, nace la vida. Aunque en Cuba como en buena parte de los países del mundo (34 en total) se conmemora el segundo domingo de mayo, la celebración tiene lugar en diferentes fechas del año según la nación de que se trate.

Apretada síntesis histórica

Los primeros registros factuales de estas celebraciones se remontan a la antigua Grecia, donde se le rendían honores a Rea, la madre de los dioses Zeus, Poseidón y Hades. Sin embargo, desde antes, en Egipto, se celebraba un festival anual en honor a la diosa Isis, que era considerada comúnmente como la Madre de los faraones.
Según la Encyclopedia Britannica, era una "fiesta derivada de la costumbre de adorar a la madre en la antigua Grecia. La adoración formal a la madre, con ceremonias a Cibeles, o Gea, la Gran Madre de los Dioses, se ejecutaba en los Idus de marzo por toda Asia Menor".
En el otro imperio cercano, el romano, los antiguos habitantes de Roma festejaban la Hilaria, costumbre asimilada de los griegos. Se celebraba el 15 de marzo en el templo de Cibeles y durante tres días se realizaban ofrendas.
Luego los católicos trasformaron estas celebraciones para honrar a la Virgen María, la madre de Jesús. En el santoral católico el 8 de diciembre se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción, fecha que, por ejemplo, adoptó Panamá para la celebración del Día de la Madre.
Hacia el siglo XVII, En Inglaterra, tenía lugar un acontecimiento similar, también relacionado con la Virgen, que se denominaba Domingo de las Madres. Los niños concurrían a misa y regresaban a sus hogares con regalos para sus progenitoras. Algunos historiadores aseveran que estaba vinculado con la costumbre del llamado "servir de domingo", día en que las familias de abolengo debían asumir las tareas de casa porque era concedido como gracia a las sirvientas para visitar a su madre, encuentro que festejaban con una torta llevada de regalo.
Pero aquel que en el último tercio del siglo XIX nació en los Estados Unidos originalmente como un día de madres por la paz, luego se convirtió en jornada para que cada familia honrase a su progenitora y fue perdiendo interés. Aunque con otros matices más intimistas y sentimentales, la idea fue retomada por la profesora estadounidense Anna Marie Jarvis hacia finales de la primera década del pasado siglo XX con el propósito de continuar los esfuerzos de su progenitora, Anna Reeves Jarvis, por mantener vivo el aliento de la proclama de Julia Ward. La entonces joven Anna consiguió que segundo domingo de mayo de 1907 se celebrara por primera vez el "Día de las Madres".
Luego prosiguió su campaña y finalmente logró que el 10 de mayo de 1908 se celebrara esta fecha públicamente. Como constancia, en la Iglesia Episcopal de Grafton, Virginia Occidental, se fundió una placa conmemorativa. El gobernador del estado, William Glascock, la proclamó fecha oficial en 1910. Cuatro años más tarde, también a instancias de la Jarvis, el presidente Woodrow Wilson extendió la declaratoria del Día de las Madres a toda la Unión, al ordenar su inclusión en el calendario federal de los Estados Unidos.
Sin embargo, aquella fecha que significaba no más que un pretexto de homenaje a esa persona tan especial para cada individuo, con el ofrecimiento de algo simbólico: una flor del jardín, una postal, un poema, incluso un simple abrazo afectuoso o unas palabras de ternura, muy pronto derivó en filón aprovechado por los comerciantes para sacar pingües ganancias.
Hoy día el negocio de regalos para las madres genera billonarias ganancias, (la Fundación Nacional de Minoristas ha reconocido que se trata de una industria capaz de generar 14 mil millones anuales) cuando en realidad resulta una fecha para conmemorar los 365 días del año entregando amor y caricias al ser que nos trajo al mundo, o en el peor de los casos, si ya no está, manteniendo vivo el recuerdo perenne de sus desvelos.

Retrato de Julia Ward Howe,
12 años antes de su muerte
por neumonía en 1910 a los
91 años de edad.
Mujeres como Cindy Sheehan, una émula moderna de aquella pionera de las conmemoraciones del Día de las Madres, luchan por hacer revivir la letra de la proclama antibélica de Julia Ward Howe. Más o menos masivas, desde hace algunos años el segundo domingo de mayo es jornada que moviliza a madres que como la Sheehan perdieron a sus hijos en guerras inútiles como las de Afganistán e Irak.
Ironías de la vida y del destino, a 143 años de escrita La proclama del Día de las Madres, el mundo se estremece con nuevas aventuras bélicas y vuelven a azuzarse desde el Gran Imperio del Norte los fantasmas del terrorismo. Por eso resuena más actual que nunca el encendido llamado de Julia Ward:
"¡Levántense, mujeres de hoy! ¡Levántense todas las que tienen corazones, sin importar que su bautismo haya sido de agua o lágrimas! Digan con firmeza: 'No permitiremos que los asuntos sean decididos por agencias irrelevantes. Nuestros maridos no regresarán a nosotras en busca de caricias y aplausos, apestando a matanzas. No se llevarán a nuestros hijos para que desaprendan todo lo que hemos podido enseñarles acerca de la caridad, la compasión y la paciencia'. Nosotras, mujeres de un país, tendremos demasiada compasión hacia aquellas de otro país, como para permitir que nuestros hijos sean entrenados para herir a los suyos. Desde el seno de una tierra devastada, una voz se alza con la nuestra y dice '¡Desarma! ¡Desarma!' La espada del asesinato no es la balanza de la justicia. La sangre no limpia el deshonor, ni la violencia es señal de posesión.
"En nombre de la maternidad y la humanidad, les pido solemnemente que sea designado un congreso general de mujeres, sin importar nacionalidad, y que se lleve a cabo en algún lugar que resulte conveniente, a la brevedad posible, para promover la alianza de diferentes nacionalidades, el arreglo amistoso de cuestiones internacionales".


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