Onelia Chaveco
¡Vaya paradoja!, con el 26 por ciento de la tierra cultivable bajo su patrimonio productivo, los campesinos de la provincia de Cienfuegos logran el 70 por ciento de los volúmenes alimentarios con destino a la nutrición del pueblo y la sustitución de importaciones.
¿Cuánto más pudieran hacer si, hipotéticamente, recibieran las 45 mil hectáreas, en su mayoría con áreas fértiles, que aún quedan ociosas en este territorio?
Ahora que la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) en Cienfuegos festeja por décima vez la sede por la emulación del Día del Campesino, y en medio de la realización de rodeos, ferias y parrandas celebraron merecidamente ese lauro, es bueno también reflexionar sobre cuánto han realizado y pueden concebir todavía sobre el surco.
Según Juan Manuel Quintana, subdelegado de funcionamiento y control en la delegación provincial de la Agricultura, hasta marzo de este año habían entregado por el decreto Ley 259 tierras inactivas a 26 cooperativas y 36 entidades estatales.
Sin embargo, el territorio posee 106 cooperativas entre las de producción agropecuaria y de créditos y servicios, es decir, solo el 25 por ciento recibió áreas nuevas.
Si para entonces otorgaron en usufructo la mitad de los terrenos vacíos, queda mucho por repartir, desbrozar de marabú, roturar, y hacer parir a ese terreno prácticamente virgen, en fin, como dijo el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro Ruz: “Hay que virarse para la tierra”.
Ahora que crecieron las filas de la ANAP en esta parte de Cuba, con la incorporación de casi 6 mil asociados, entre ellos 2 mil 600 mujeres, los cooperativistas y campesinos sureños tienen posibilidades reales de crecer en sus resultados, sustituir importaciones, mejorar rendimientos y borrar dos lunares que manchan el impecable desempeño productivo de la Asociación en el territorio: las bajas producciones de miel y café.
Alberto Curbelo, presidente de la organización anapista en Cienfuegos, está consciente que ha sido debilidad del movimiento la novatada de los nuevos socios, incluso, porque mil 600 jóvenes están acogidos al Decreto de entrega de tierra.
Pero nadie nació sabiendo. Y si plantar un árbol, según la visión martiana, descuella entre las cuestiones que completan al ser humano, pudiera ser así de sencillo: plantar muchas viandas, hortalizas, frutales y granos.
Retos y metas existen, y bastante ambiciosas, porque constituyen algo respetable de alcanzar paulatinamente en las cooperativas involucradas en los diferentes movimientos productivos: un millón de litros de leche; 100 toneladas de carne de cerdo; incluso, mil quintales de maíz o frijol.
Como dijera el Comandante en Jefe: “los cienfuegueros son firmes, no hay dudas”, y muestra ha sido que ese ejército de productores logró hacer rentables a todas las cooperativas del territorio, entre tantos otros logros económicos.
Por ello continúan los esfuerzos en Cienfuegos, tan convencidos, que cuando preguntas cuándo llegarán a ese sueño millonario en lácteo, carne y granos, cualquier guajiro te responde sin quitarse el sombrero ni rascarse la cabeza, como suelen hacer cuando dudan. Simplemente te dicen sonriendo socarronamente: “Eso está ahí mismito, al doblar cualquier guardarraya, periodista”.
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