Lázaro Fariñas
Hace años atrás, hablaba con un ministro de relaciones exteriores de un país latino americano sobre el papel de los Estados Unidos en el mundo después del desmoronamiento de la Unión Soviética. El hombre me dijo: “Se creen los amos del mundo…”, a lo cual le contesté, “¿Se creen? No, lo son.” Y así lo están demostrando constantemente con las guerras que, una tras otra, han estado realizando en los últimos años después que se quedaron sin un rival que verdaderamente los amenazara con una catástrofe mundial. La URSS, después de la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en un potente enemigo de este país, con capacidad de retarlo en el plano bélico. Pero después de su desaparición, no hay una nación en el mundo capaz de resistir un ataque militar de los Estados Unidos. Sus aliados europeos solo están allí para recibir órdenes.
Los Norteamericanos han sido tan inteligentes transformando alianzas militares que convirtieron la que tenían con Europa y Canadá para defenderse de cualquier ataque enemigo, la Organización del Atlántico del Norte, en una unión militar impresionante que impone metas y marca rumbos a quien quiera que ose pasarse de la raya que ellos trazan.
Los Balcanes, El Golfo Pérsico, Afganistán, Irak y ahora Libia han sido ejemplos muy claros de lo que esta Alianza es capaz de hacer. Occidente, como se autodefinen estos países desarrollados del norte del Atlántico, es tan poderoso militarmente hablando que en solo segundos, si quisiera, pudiera hacer desaparecer al ser humano de la faz de la tierra y así mismo, si quisiera, en unos meses solamente hundiría económicamente al resto de las naciones del mundo.
Pues bien, en estos momentos, esa organización está bombardeando a tres naciones diferentes al mismo tiempo. Las bombas caen en el este de Pakistán, en Libia y en Afganistán y por muchas protestas que existan alrededor del mundo, los aviones siguen dejando caer sus armas mortíferas en esas tres áreas del planeta, sin hacerle ningún tipo de caso a las protestas. En Libia, con el pretexto de proteger a la población, están asesinando civiles; en Pakistán, con el pretexto de la guerra contra Al Qaida y el terrorismo, están matando a campesinos inocentes y en Afganistán, con el pretexto de la guerra contra los talibanes, están dejando caer bombas y metralla en donde están muriendo niños y mujeres que nada tienen que ver con esos grupos armados.
La OTAN se ríe olímpicamente de la opinión pública mundial e incluso, hasta de las mismas autoridades que ellos han impuesto, como es el caso de Afganistán, donde el llamado presidente del país, Hamid Karzai, en un rapto de ridiculez absoluta, declaró, hace solo unos días, que estaba indignado por la muerte de civiles que están siendo víctimas de esos bombardeos y que por lo tanto, no admitiría ni uno solo más por parte de las fuerzas de la OTAN. “Desde este momento se acabaron los ataques aéreos a las vivienda de las gentes”, afirmó, dando a entender que era él quien mandaba en su país. En sus declaraciones se choteó ya que no bastó ni una hora para que el portavoz de los militares occidentales dijera que los ataques continuarían, ya que eran militarmente necesarios para acabar con la insurgencia talibana.
Sucede lo mismo en el este de Pakistán, donde los aviones no tripulados de la OTAN siguen disparando bombas a diestra y siniestra, sin importarles para nada las constantes protestas de las autoridades paquistaníes.
Rusia acaba de protestar por la prórroga por 90 días más en los bombardeos sobre Libia y esas protesta s rusas caen en los oídos sordos de los amos del mundo, los que se han empecinado en sacar del poder por la fuerza al líder libio, arrasando a aquel país con miles y miles de bombardeos.
“Kadafy tiene que abandonar su país”, ha exigido el presidente de los Estados Unidos y el payaso francés, Nicolás Sarkozy, adoptando poses napoleónicas, le dice al presidente libio que se vaya o que lo mata en Libia si no lo hace.
Los países de Occidente ya no tienen grandes enemigos que los puedan amenazar, por lo tanto, ahora son ellos los que amenazan a los demás. Lo que en un principio fue una organización de defensa, se ha convertido en una organización de ataque ofensivo, una organización que, prácticamente, se ha enloquecido, dejando un rastro de muertes y destrucción en diferentes áreas del planeta. ¿Hasta cuando seguirá esta locura? (Tomado de Rebelión)
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