Julio Martínez Molina
No deviene propósito de este texto comentar el origen, desarrollo y final de la agresión tripartita EUA/OTAN/regímenes conservadores árabes a Libia, pues de ello bien empapado está lector, al dar cuenta al respecto los analistas internacionales de nuestros medios, TeleSUR, la Mesa Redonda, las reproducciones de la prensa extranjera en Granma, Cubadebate…
El punto aquí estriba en representar el caso libio como escenario imaginario de una fábula de Esopo, con su lógica moraleja incluida. Imaginario dícese por no estar el inmortal esclavo contador de historias en el norte africano ahora, en medio del despedazamiento imperial, la barahúnda intertribal y la rebatiña por el filón petrolero y la siempre precisa reconstrucción del país. Pero lo a reflejar poco adelante más real no puede ser, como menos dura su amarga lección.
El Che dijo algo, válido para todos los tiempos, a la hora de entrever el perfil de las relaciones entre el Sur y el Norte, el Tercer Mundo y Occidente, los pobres y poderosos: “Al imperialismo no se le puede dar ni un tantito así…”.
Ha constituido divisa permanente de acción de Fidel y Raúl.
Consistió justo en el extraordinario error cometido por el presidente libio Muamar el Khadafi (si bien ahora escriben Gadaffi, siempre se le conoció así, al menos en Cuba). Coquetear con las potencias extranjeras entrañará, a la postre, renunciar a principios, desdeñar la firmeza de posiciones, echar a un lado la postura valiente de soberanía imprescindible para sobrevivir en un mundo dominado por hegemonías de cada vez mayor e indefinible alcance.
Aunque en determinados momentos lo hiciera por cuestiones pragmáticas, el Khadafi dejó mucha cuerda entregada en el camino, lista para halarse por los amos del mundo en el momento histórico que les conviniera. Por cierto, lo hicieron en instante excepcional para ellos, al atravesar ciclos de plena decadencia y sin posibilidad de haber dado respuesta, hasta llegado el paréntesis libio, a las “revoluciones árabes” iniciadas en Túnez, ni echarle mano al mucho más militarmente fuerte Irán. De perlas en todo sentido.
Sagaz observación en torno al asunto la formuló el ensayista venezolano Luis Britto García en su texto Reflexiones sobre el Nuevo Orden del Saqueo Internacional (http://www.cubadebate.cu/opinion/2011/03/29/reflexiones-sobre-el-nuevo-orden-del-saqueo-internacional/), publicado en marzo de este año. Con la lucidez que caracteriza su escritura, el intelectual latinoamericano reflexiona: “Nunca esfuerzos fueron más perdidos que los de simpatizarle a tu verdugo. EUA sin previa declaratoria de guerra contra Libia le destruyó unidades navales y sistemas de radares y bombardeó Trípoli y Bengazi asesinando cerca de un centenar de personas, entre ellos una hija de Khadafi. En lugar de condenar a los estadounidenses, el Consejo de Seguridad condenó a Khadafi, y éste bajo protesta pagó indemnización por más de 2 mil millones de dólares en daños por supuesta participación en la voladura de un avión por libios, a quienes también entregó a tribunales internacionales. Diversas concesiones le permitieron restablecer en 1999 relaciones diplomáticas con Londres, obtener la revocatoria de restricciones comerciales impuestas por la Unión Europea y en 2003 el levantamiento de las sanciones de la ONU. Khadafi además se desarmó entregando cinco misiles de largo alcance y centenares de alcance medio.
“Desde entonces lo visitaron efusivamente Tony Blair, Schröeder, Jacques Chirac y Berlusconi, a quien financió la campaña electoral, y lo recibieron triunfalmente el presidente de la Comisión Europea Romano Prodi, Aznar y el rey Juan Carlos de Borbón y el primer ministro Rodríguez Zapatero y Sarkozy, a quien también financió la candidatura: todos los que posteriormente se agavillarían para bombardearlo y confiscarle las cuentas en el exterior. Agradeció estos festejos con costosas compras de armamentos y abriendo el petróleo libio a asociaciones estratégicas con la inglesa BP y la española Repsol y la italiana ENI y las estadounidenses Conoco Phillips, Exxon Mobil y Chevron Texaco. Por si tantos esfuerzos por apaciguar a los saqueadores no fueran suficientes, instruyó a la Autoridad de Inversiones Libia para que invirtiera 70 mil millones de dólares en Europa, y a pesar de tener una insignificante deuda pública de 5 mil millones de dólares, menos del 0,50 % de sus reservas internacionales, aceptó un Paquete del FMI en virtud del cual retiró los subsidios a seis bienes de consumo básico y privatizó numerosas empresas públicas, dejando un saldo de desempleados que quizá engrosaron las manifestaciones en su contra que sirven de pretexto para la criminal invasión en curso. La oligarquía con la que intentes colaborar será la que te venderá. El FMI al que dejes dirigir tu economía será quien te arruinará. El tratado que aceptes como supraconstitucional te depondrá. El organismo internacional cuya intervención aceptes será el que te intervendrá. El juez extranjero al cual entregues la soberanía de jurisdicción será el que te condenará. El árbitro foráneo al cual cedas la decisión sobre tus contratos de interés público será el que te embargará. La transnacional a la cual exoneres de impuestos financiará con ellos los aviones que te bombardearán. (..) Quien entrega al enemigo la llave de su marcapasos garantiza el paro cardíaco".
No ambigüedad en los principios, no concesiones ante los poderosos y unidad nacional. Son las tres enseñanzas dejadas sobre el tablero por la moraleja libia.
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