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domingo, 11 de septiembre de 2011

La responsabilidad de la palabra

Más que acto de cobardía, Pablo ha dado un golpe
artero que no ayuda a resolver ninguna dificultad
interna, sino a respaldar la posición del contrario.
Julio Martínez Molina

Tan temprano como en 1870, Carlos Manuel de Céspedes se anticipó a Martí en el alerta de que “apoderarse de Cuba” era “el secreto de su política” (de Estados Unidos). Luego de la derrota en Girón, los políticos yankis intentaron urdir las bases para un ataque directo de sus fuerzas armadas en Cuba, según informes del Pentágono desclasificados en la primera década del siglo.
Hace solo tres semanas, la congresista Ileana Ros-Lehtinen, aulló “que las naciones democráticas que expresan su solidaridad con los que luchan contra los dictadores en el Medio Oriente y África del Norte, también tienen que apoyar a la oposición democrática dentro de Cuba”. Solo tres días después, el 24 de agosto, Ben Rhodes, uno de los consejeros para temas internacionales de Obama, señaló en entrevista a Foreing Policy, que su gobierno estima que “el desarrollo de la polémica operación en Libia demuestra lo acertada que es su nueva estrategia para el cambio de régimen en otros países”.
Hugo Chávez advirtió sobre el precedente nefasto, por su carácter inédito, sentado por esta guerra contra dicha nación africana, en tanto no fundamentan su pretexto en el combate al terrorismo, sino en “la protección de los derechos humanos de los civiles nacionales”, cual bien se encargan de cacarear los medios corporativos regenteados por los poderes imperiales.
Ya no está la URSS, parte de la izquierda mundial se encuentra atomizada y dividida, los grandes medios son un excusado de engaños. Quienes podrían ejercer el veto en la ONU (instrumento histórico al servicio de los Estados Unidos) se reservan ese derecho. Las agresiones pueden surgir, bajo cualquier anti- premisa o ilusión colectiva fabricada, de la nada. Y lo peor, sin barreras de contención de nadie en este mundo, salvo de la unidad y lucha del agredido.
Por ende, cobra rol vital la emisión de significados en un contexto histórico tan indescriptiblemente confuso y claramente amoral, donde las ideologías hegemónicas tienen en la gran prensa aliada perfecta, munición bélica.
Conceder públicamente al enemigo cuanto quiere escuchar -sobre todo sin un mínimo sentido de solidez o fundamento-, deviene pues, más que acto de cobardía, golpe artero que no ayuda a la larga a resolver ninguna dificultad interna, sino a respaldar la posición beligerante del contrario. Sin cortapisas, medias tintas, silencios ni pasadas de mano en nada rentables -por cuanto no resulta la primera vez que sucede-, es lo que ha hecho Pablo Milanés ante los medios del imperio. Pasados los días del cantor que entonaba himnos a la unidad latinoamericana (ninguno oído por cierto durante la gira EUA, mucho menos en Miami), el poderoso caballero Don Dinero le hizo vocinglerar -a efectos de llenar arenas nunca repletas, dado el alto coste del precio y la intensa campaña que a su pesar le articuló la ultraderecha con sus tradicionales aplanadoras anti-discos- allí, en la madriguera de quienes piden “tres días de licencia para matar”, flagrantes mentiras, medias verdades, incorrecciones históricas y hasta promesas delirantes con sabor a caviar en las fauces de gente del prontuario del ahora en extremo cordial con el cantautor, agente CIA/terrorista Carlos Alberto Montaner. Bienvenido, Pablo Milanés. Así tituló Montaner su artículo en El Nuevo Herald, a una de cuyas periodistas el bayamés concedió entrevistas, así como a Radio y Tele Martí, Univisión, El Mundo… Sin embargo, a esa prensa cubana que agredió de forma insultante ahora, apenas le dio resquicio durante su último concierto en Cienfuegos a comienzos de este propio año.
Como a millones de cubanos, sabedores de nuestros defectos pero conscientes de que tenemos que resolverlos nosotros y no desde la Península de la Florida o el Comando Central de la OTAN, la autorajadura en canal de Pablo me ha dolido y humillado tremendamente. Porque amo su obra e intenté inculcarle tal amor a mis hijos, porque su música (seguirá siendo excepcional e irrepetible, no lo dude nadie) fue faro y referente; porque ahora como quizá nunca demandamos unidad y colosales campañas mediáticas imperialistas continúan cerniéndose. Por su claudicante indefensión ideológica y prestarse a ser utilizado para sórdidos fines políticos. Por ese desenfrenado ego, demostrativo de su ombliguismo y pérdida, hoy, de todo sentido de la realidad.
Edmundo García, intelectual cubano en Estados Unidos que impugnó la postura pablista, recibió como respuesta una iracunda, denigrante Carta Abierta, publicada en Kaos en la Red, el 29 de Agosto. Si el material, por sí, radiografía la transmutación operada en el artista, su preámbulo exime al columnista de cualquier acotación: “Espero que Kaos (…) sepa respetar mis derechos de responder revolucionariamente como ciudadano del mundo y de la Cuba que merece una mejor realidad y destino. De paso y para los que aun no se han percatado por sus intereses o analfabetismo intelectual y político cuando no y también por lo miserable y despreciable que han sido y siguen siendo aupando todo lo peor de un sistema que pudiera haber sido ejemplo y faro del mundo entero, pues para esos también, esos miles de Cuba y del mundo que aún no entienden que payasos dictadores y criminales como los de Libia, Egipto, Siria, Túnez y algunos otros lugares tienen sus días contados si es que ya aun no los han desalojado de sus poderes y prebendas, sus propios pueblos hastiados, pues para esos también es esta carta de respuesta (…)”. ¡Vade Retro! Más claro ni la piel de su esposa gallega.

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