Yudith Madrazo Sosa
El pardo otoño insiste en obstaculizar la entrada de la luz por las hendijas de la esperanza. Luego del 12 de septiembre de 1998, sólo trae desazones y contrariedades para los Cinco cubanos que guardan, desde entonces, injusto encarcelamiento en los Estados Unidos. Pues cada año transcurrido tras aquel, evoca un ciclo más de ignominia y arbitrariedad.
René González Sehwerert, uno de ellos, lleva ahora sobre sus hombros la insoportable carga de un castigo interminable. Cuando más cercano está de la fuente, ante él se levantan nuevas barreras para impedirle saciar su sed de libertad y amor, acentuada a lo largo de más de una década de prisión por el mero delito de prevenir ataques vandálicos contra su pueblo.
El próximo 7 de octubre, el luchador antiterrorista cubano cumplirá su período de encarcelamiento, mas, ¿acaso podrá desatar del todo sus cadenas? El gobierno de los Estados Unidos le prohíbe ahora el inmediato regreso a su Patria y a sus allegados. ¿Bajo qué pretexto?, preguntan atónitas las voces solidarias.
Por el hecho de haber nacido en la nación norteña, le impusieron a René, tres años de libertad supervisada. Hace siete meses su abogado, Phil Horowitz, presentó una moción en virtud de modificar las condiciones de esa medida y se le permitiera regresar a Cuba para reunirse con su esposa y su familia, por razones humanitarias.
La jueza Joan A. Lenard, del Distrito Sur de la Florida, denegó dicha solicitud el pasado 16 de septiembre, un nuevo atropello contra el cubano, a quien le exigirán permanecer los tres años de libertad condicional en los Estados Unidos, donde lo consideran "un espía" y una "amenaza a la seguridad nacional".
"Consideramos que esto representa tres años más de castigo. Él no tiene ninguna familia allegada en los Estados Unidos", planteó Horowitz durante una reciente conferencia de prensa efectuada en ese país.
En la opinión de la jueza, la moción presentada por René es prematura, pues el período de libertad supervisada no comienza hasta tanto el individuo salga de prisión y la Corte necesita cierto tiempo para poder evaluar la conducta del condenado una vez puesto en libertad, además de verificar que no significa un peligro para los Estados Unidos.
René fue sentenciado a 15 años de prisión, más otros tres de libertad supervisada, la cual incluye condiciones especiales que le prohíben "acercarse a o visitar lugares específicos donde se sabe que están o frecuentan individuos o grupos terroristas, miembros de organizaciones patrocinadores de violencia o representantes del crimen organizado", reiterado en la decisión de Lenard.
De acuerdo con el informe de la magistrada, la Corte debe tomar en cuenta varios factores antes de determinar si la modificación resulta apropiada. Tales elementos incluyen "la naturaleza y circunstancias del delito junto al historial o características del defendido; la necesidad de la sentencia impuesta, en virtud de proporcionar al defendido una adecuada disuasión de la conducta criminal y proteger al público de otros delitos cometidos por éste (...)".
Tales argumentos nos deja claro que una vez más la saña vuelve a hacer de René González una presa favorita. Los argumentos de Joan Lenard reconocen la existencia e impunidad de grupos terroristas en los Estados Unidos, los mismos que penetraron los Cinco para prevenir a su pueblo y el de esa propia nación, de sus desmanes.
No ha sido suficiente punición presionarlo desde el principio con la familia: detuvieron y deportaron a su esposa, Olga Salanueva, a quien además le han negado la visa para visitarlo en prisión por más de una década; también durante muchos años estuvo privado de ver a la hija menor, quien era una bebita acunada en sus brazos en el momento del arresto.
Dentro y fuera de la Isla conocemos sobre el prejuicio de la comunidad anticubana de Miami contra los Cinco, denunciado por los tres jueces del Onceno Circuito de Atlanta, el 27 de agosto de 2005. ¿Por qué, entonces, obligar a René a cumplir tres años de libertad supervisada en la Florida, sabedores de que tal decisión pone en riesgo su integridad física?
Una vez más las voces solidarias, alzadas con vigor, constituyen el único recurso para hacer pública esta nueva patraña y movilizar a la comunidad internacional para que el gobierno estadounidense permita a René regresar a Cuba, a su familia y amigos, una vez puesto en libertad. (Tomado de 5 de Septiembre digital)
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