Queridos amigos:
Dentro de una semana René estará terminando su injusta sentencia.
Un juez, normalmente, debía haber unido el tiempo de cumplir las condenas por los dos cargos en los que un jurado, de la ciudad donde jamás podíamos encontrar imparcialidad, lo declaró culpable. Bajo su discreción, la jueza Lenard, de la misma manera insólita con que a Gerardo, a Ramón y a mí nos impuso las cadenas perpetuas, no solo le dio a René el máximo de tiempo en cada cargo, sino que le sumó las dos sentencias, lo que hizo el total mayor posible de 15 años.
Ahora, esperábamos todos que se le dejara regresar a casa. Como explicó el abogado Richard Klugh, no hay precedentes para negarle el regreso a su familia, en un caso como este. Pero, una vez más, la decisión se toma en la Corte de Miami, donde todo ha sido siempre contrario a nosotros y donde la "tormenta perfecta" sigue influyendo con su poder y con su terror sobre cada resultado.
Había escrito una Breve carta a René, en versos, que compartí con ustedes, en la que le decía:
Hermano nuestro: cuando ya estés en casa...
Por estos días, mientras caminaba en el patio de la prisión, meditaba sobre la cruel negativa de mantener a René por tres años en una probatoria innecesaria y riesgosa para su vida, cosa de la que ha de estar muy consciente la propia jueza Lenard, quien pudo escuchar de lo que son capaces los terroristas que se albergan en Miami y otras partes de la Florida, a los que ella misma menciona en las condiciones adicionales que redactó para esta absurda continuación de la sentencia de nuestro hermano.
Y en medio de mis meditaciones brotaron otros sentidos versos que vuelvo a compartir con ustedes.
SEGUNDA CARTA A RENÉ
Hermano:
Los que te impiden regresar a casa,
esos que se alimentan de sus tretas
para tratar de hundir a nuestra patria
usando sus inútiles recetas,
si pudieran, imponiendo su saña,
de nuevo te pondrían entre rejas
o, incluso más, te borraran del mapa
con terroristas en todas sus letras.
Si pudieran tus principios, al menos,
harían se esfumaran, como el humo
que se pierde sin huellas a lo lejos.
Con el poder que tienen, en su mundo,
pudieran bien intentar lo primero.
¡Jamás podrán alcanzar lo segundo!
Llegue con esta líneas nuestro eterno agradecimiento a todos los amigos en el mundo por todas las muestras de apoyo y por la constante batalla en aras de lograr no solo el regreso pronto de René a su casa, sino el de los cinco.
Cinco abrazos.
¡Venceremos!
Antonio Guerrero Rodríguez
30 de septiembre de 2011
FCI Florence
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