Dr José Rubiera, jefe del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología de Cuba. |
Héctor R. Castillo Toledo
Mi abuela paterna recibió la recomendación como herencia de los abuelos suyos, y aquellos a su vez de la sapiencia práctica de los de ellos, con genes lejanos legados por algún aborigen guanajatabey perdido en el tiempo inmemorial tras su exterminación por el colonizador español, que de sus labios escuchó por vez primera la temida palabra: huracán.
Me arriesgo a apostar que puede quedar reducido a un minoritario uno por ciento el número de cubanos que no reconoce al mes de octubre como el de mayor peligro para la Isla en meneos de índole meteorológica. E incluso en ese porcentaje mínimo incluyo a los menores que por su edad no tienen por qué conocer tal detalle, resultante del regalo de vivir en una Isla que se precia de ser "la Llave del Golfo" (de México).
Pero así y todo, reconozco que nadie debe pasar por alto la recomendación de los especialistas de estar atentos a los ciclones del décimo mes del año, mucho menos si quien lo dice es el reconocido Doctor José Rubiera, jefe del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología de Cuba.
En octubre los ciclones tropicales surgen en su mayoría en la porción sur del mar Caribe occidental, "debajo de la Isla", y sus trayectorias tienden hacia el norte, de ahí que las provincias del oeste de Cuba deban estar siempre atentas a la evolución y desarrollo de cada organismo formado por aquellas latitudes, destaca Rubiera.
Tal vaticinio resulta válido de manera muy especial para todos los territorios comprendidos desde Pinar del Río hasta Matanzas y el municipio especial de Isla de la Juventud, lo cual no quita que el resto pueda dormir a pierna a suelta y quitarle los ojos de encima a los caprichosos vendavales.
En cuanto a que puede suceder en el décimo mes del año en afectaciones de organismos ciclónicos para la isla, el experto afirma que es sumamente difícil predecir lo que sucederá en el Caribe, ni saber cuántos podrían formarse en lo que resta de temporada, comprendida hasta el 30 de noviembre.
"Lo sensato radica en estar siempre preparados", asevera Rubiera.
Por otra parte destaca que la temporada ciclónica en la cuenca atlántica ha tenido características que la identifican ya de muy activa, aún cuando la mayoría de los sistemas desarrollados fueron débiles y sólo cuatro alcanzaron categoría de huracán.
El hombre al frente del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología de Cuba apunta como primera peculiaridad de este período, iniciado el pasado 1 de junio, el elevado número de ciclones con nombre surgidos hasta la fecha.
Desde 1888 esta es la segunda temporada en llegar a 16 organismos nombrados en fecha más temprana (lo hizo el pasado 24 de septiembre), superada solamente por la del 2005.
Además, tanto julio, como agosto y septiembre, tuvieron una actividad superior a la habitual, con tres, siete y cinco organismos, respectivamente. En el caso de agosto, la cifra ubica el mes como el segundo más activo en cuanto a formación, junto a los de 1933 y 1995, resaltó.
Pero nada de pánico. Para tranquilidad nuestra Cuba cuenta en la actualidad con el servicio meteorológico más desarrollado del Caribe (8 radares meteorológicos y 19 estaciones), condición respaldada además por una larga tradición de casi dos siglos de observaciones.
Nada, que con el decursar del tiempo el místico y temido vocablo aborigen sinónimo de destrucción y muerte ha ido cambiando. Todavía sobrecoge escucharlo, aunque preparados y alertas siempre estaremos en mejor situación para encararlos y minimizar sus efectos.
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