Hace apenas unos días el tifón Washi asoló Filipinas. Fuentes calculan en más de mil los muertos y desaparecidos. |
Hace menos de un mes concluyeron en la ciudad de Durban, de la misma manera en que comenzaron: sin éxito, las conversaciones climáticas de las Naciones Unidas. Buena parte de los gobiernos asistentes al foro decidieron, en lugar de abrirse a los pedidos de los pueblos, escuchar las demandas de las empresas contaminadoras.
No hubo muchas diferencias entre esta y la anterior concertación. Tal como sucedió el pasado año, cuando nada quedó claro en Cancún respecto a definiciones sobre el Protocolo de Kyoto, ahora en la cita sudafricana vuelve a repetirse la historia y quedan postergados los afanes contenidos en el documento. ¿Para cuándo? Nadie lo sabe con certeza.
Grande la paradoja: en tiempos en que la humanidad se ve sacudida por colosales catástrofes incentivadas por el calentamiento global, se vislumbra dada vez más lejana la fecha de lograr medidas vinculantes para ralentizar ese proceso.
Hace poco más de dos años, en Copenhague, los gobernantes prometieron crear un fondo de 100 mil millones de dólares para ayudar a los países con menos recursos a adaptarse y mitigar los efectos del cambio climático. Pero, este mes aquellos mismos llegaron a Durban armados más que de resultados concretos, de "intenciones" para diseñar algún método sobre cómo recolectar y distribuir el dinero. Y resultó que concluido el foro ni siquiera eso lograron hacer.
Probado está que el principal bloqueador del éxito en las conversaciones son los Estados Unidos, quienes operan de modo claro en la licitación de los carteles de carbono. Otros gobiernos también con alta responsabilidad por sus volúmenes de emisión de gases de efecto invernadero, como China y la India, poco hicieron por unirse al clamor las naciones más vulnerables.
Al decir de Kumi Naidoo, director ejecutivo de la organización Greenpeace Internacional, "la triste noticia es que los bloqueadores, liderados por EEUU, tuvieron éxito a la hora de insertar una cláusula de recisión de vital importancia que fácilmente podría evitar que el próximo acuerdo climático sea legalmente vinculante. Si ese camino se continúa podría ser desastroso. Y, dado que está previsto que el acuerdo sea implementado a partir de 2020, no queda tiempo para incrementar el alcance de las reducciones de carbono en esta década en la cual, de acuerdo con los científicos, las emisiones deberían llegar a su pico.
"Los gobiernos que se están retirando de las conversaciones de la ONU deberían estar avergonzados. Nos preguntamos cómo será para ellos volver a sus hogares y ser capaces de mirar a los ojos de sus hijos y nietos. Ellos nos han defraudado y su fracaso se mide en las vidas de los pobres, los menos responsables pero más vulnerables a la crisis climática global".
Es cierto que los detalles de las conversaciones para llegar a acuerdos son bien complejos, en tanto implican cambiar modos y estilos de vida arraigados por el consumismo desmedido que compulsa el capital. Esa es una verdad simple.
Pero igual de sencillo resulta discernir que la humanidad está hoy bien distante de donde necesita para evitar un cambio climático catastrófico. Ojalá la toma de conciencia de quienes deben cambiar no se produzca demasiado tarde, y su real percepción del riesgo ocurra cuando ya no sea posible la vuelta atrás.
Por lo demás, el año a punto de concluir nos dejó lecciones bien contundentes de qué puede sucederle al planeta si la humanidad no actúa en consecuencia antes de cruzar esa línea imaginaria. Los ejemplos que siguen, son apenas un botón de muestra de la magnitud del problema que encaramos:
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