17 años que han parido una amistad inquebrantable. |
En aquellas circunstancias, llegó el Comandante Chávez, en un gesto de valentía, aceptó la invitación que desde la Isla le cursara el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal, y a La Habana vino cargado de sueños y convicciones y, sobre todo, con el ansia de comenzar a construir lo que devino en una indestructible amistad.
Desde que puso sus pies en el Aeropuerto Internacional José Martí, y fue recibido por el Comandante Fidel Castro, dijo no merecer ese honor en ese momento y aspiraba a tenerlo algún día en los meses y en los años por venir.
Sin embargo, el sabio líder de la Sierra Maestra no se equivocaba al acompañar al joven Chávez a cada una de las actividades que realizó en una apretada visita a la capital cubana donde dictó dos conferencias sobre el Movimiento Bolivariano en Venezuela.
Largas horas de conversación y profundo análisis marcó el inicio de una amistad y una hermandad entre dos líderes y pueblos revolucionarios.
Aquel 14 de diciembre de 1994, el Comandante Chávez reconocía la influencia de la Revolución Cubana en su pensamiento revolucionario.
Auguró que el siglo XXI sería el de la resurrección del sueño bolivariano, del sueño de Martí, del sueño latinoamericano.
Diez años después, volvió victorioso, al frente de un pueblo y una Revolución para cimentar la iniciativa de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) que hoy constituye un importante mecanismo de integración regional.
Chávez y Fidel se han empatado en el tiempo revolucionario y se levantan como paradigmas de la sociedad nueva, esa de la que nuestra América ha estado grávida por tantos años, esperando a hombres como ellos que sepan alumbrarla.
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