Gail Glaenzer, vecina de la localidad estadounidense de Oak Lawn, del estado de Illinois, aun no da crédito a la extraordinaria suerte de su compañero, Dante Autullo, de 32 años, quien accidentalmente se disparó en la cabeza una puntilla de 8,25 centímetros (3,25 pulgadas) con su pistola de clavos, y sobrevivió a la intervención luego de permanecer más de 24 horas con el objeto alojado en su cerebro sin percatarse de la gravedad del asunto. "Pensé que era un leve rasguño", dijo.
Autullo trabajaba en su taller el martes, utilizando la herramienta, cuando el artefacto dio un culatazo cerca de su cabeza.
Según explicó a los médicos, creyó sentir un golpe del equipo, que usualmente se emplea en la fijación de clavos, incluso en superficies de hormigón, pero lo ocurrido en realidad es que la pistola reconoció su cabeza como una superficie plana y le disparó el dardo metálico.
De regreso al hogar le explicó a su pareja que al parecer un clavo le había rozado la cabeza, junto a la oreja. "Yo lo vi cuando llegó a casa, y parecía como si tuviera una cortada", dijo la mujer, quien simplemente limpió la herida con agua oxigenada.
Ninguno de los dos pensó mucho al respecto, y Autullo siguió con sus rutinas, incluso paleó un poco de nieve para despejar la entrada a la vivienda. Pero al día siguiente, al despertar de su siesta, comenzó a sentir náuseas.
Glaenzer sintió que algo andaba mal y le sugirió a Autullo acudir al hospital. En un principio él se rehusó, pero accedió luego de recoger a uno de los cuatro hijos del colegio.
Un par de horas después se le tomó una radiografía, y sobrevino la sorpresa: la placa reveló la presencia del "proyectil" a mitad del cerebro, según los médicos apenas a unos pocos milímetros de la zona que controla las funciones motoras.
Y como si nada hubiera pasado, todavía le quedaron ánimos al afortunado para publicar la imagen en Facebook mientras iba en la ambulancia que lo trasladó de un hospital a otro para someterse a la cirugía.
El portavoz del Centro Médico Advocate Christ, Mike Maggio, dijo que la intervención demoró dos horas y la parte del cráneo por donde penetró la puntilla fue reemplazada por una malla de titanio. El cirujano no quiso poner de vuelta el pedazo óseo por temor a que se hubiera infectado con el objeto punzante.
Pasadas ya las horas críticas del postoperatorio, el reporte médico indica que el afortunado Autullo se siente bien, mueve todos sus miembros, habla con normalidad y lo recuerda todo perfectamente.
"Es asombroso, un milagro", dijo Glaenzer, de 33 años, quien comentó que su esposo desea conservar el clavo como amuleto en un collar.
Esa parte está bien, pero la pistola debían escondérsela a Autullo, no vaya a ser que un día recuerde aquello de que un clavo saca a otro...
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