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jueves, 9 de febrero de 2012

EEUU 'exporta' el terror de Guantánamo

Desde su apertura hace 10 años, Guantánamo
generó constantes críticas, por las pésimas
condiciones de detención de los prisioneros.
La administración de Estados Unidos escogió un modo controvertido de deshacerse de la 'incomodidad' de los presos de Guantánamo: los está trasladando a otros países como Afganistán, Arabia Saudita, Pakistán, Yemen, España y Dinamarca. Sin embargo, no puede garantizar que los detenidos de Guantánamo no vayan a volver a su "actividad terrorista" al ser liberados de esta prisión y transferidos a otros países, admite un reciente informe del Congreso estadounidense.
Cuando se inauguró poco después de los atentados del 11-S, la prisión tenía 779 presos, 600 de los cuales fueron trasladados a otros centros de detención. Un 27 % "estuvo o está involucrado en actividad terrorista" o está "bajo sospecha".
El Congreso recomendó a la administración de Obama estudiar detenidamente la reincidencia entre los liberados y presentar un análisis de si los países donde los enviaron o van a enviar son capaces de recibirlos.
Ahora la cuestión es particularmente aguda en vistas de un futuro traslado de cinco talibanes a Qatar, posibilidad que está siendo considerada por la Casa Blanca. Esta iniciativa generó una reacción negativa en el Congreso.

Fuente permanente de críticas

La prisión de Guantánamo, abierta hace 10 años, radica en una base naval que EEUU mantiene de forma ilegal y contra la voluntad del pueblo cubano en la bahía del mismo nombre en el extremo oriental de la Mayor de las Antillas. Desde entonces no paró de generar críticas, tanto de defensores de derechos humanos como de la sociedad en general, por las pésimas condiciones de detención de los prisioneros.
El presidente que inauguró la cárcel, George W. Bush, expresó en diversas ocasiones durante 2008 "su deseo de cerrar Guantánamo", al tiempo que adujo razones "legales y prácticas" a la hora de justificar la permanencia de la prisión. En ese sentido enumeró los procesos que no habían concluido o que estaban pendientes, así como la negativa de muchos países a aceptar la repatriación de los detenidos. Hace cuatro años, el cierre de la famosa cárcel estadounidense parecía cercano, tras las promesas preelectorales de Barack Obama: "Guantánamo se cerrará dentro de un año o menos, contando desde ahora".
Metidos de alleno en la campaña electoral, los demócratas están acusando a los republicanos de generar tensión respecto al tema con objetivos políticos, negando muchos datos del informe. Afirmaron que las cifras son mucho más bajas de las presentadas y que el documento subestimó los riesgos que el país corre al mantener a presuntos terroristas en Guantánamo sin juzgarlos.
En enero pasado permenecían en Guantánamo 171 hombres en una especie de limbo legal desde la última liberación, comentó en fecha reciente Maria LaHood, abogada jefe del Centro de Derechos Constitucionales.
Obama no solo rompió su promesa de cerrar la prisión sino que promulgó la polémica Ley de Autorización de Defensa Nacional, que permite la custodia militar de personas sospechosas de terrorismo sin tener cargos ni optar a un juicio. "Este acto ha sido un funeral para la opción del cierre de Guantánamo", lamenta el director de asuntos políticos de Amnistía Internacional para antiterrorismo y derechos humanos, Tom Parker.
Según analistas, Obama no pudo cerrar Guantánamo porque “significaría el reconocimiento de las violaciones de derechos humanos en la cárcel y la pérdida de credibilidad de las guerras contra el terrorismo” que EEUU lleva a cabo en el extranjero. El historiador y periodista Ingo Niebel es del criterio que el actual mandatario deje este espinoso asunto incluso para otro presidente.
Y el problema se ve aun más grave ya que “Guantánamo es el símbolo de otras cárceles secretas por todo el mundo”, donde EE. UU. mantiene a los presuntos terroristas, recuerda Niebel.
Representantes de la ONU revelaron que a los encarcelados les sacaban información usando luces con excesivos brillos, sometiéndolos a condiciones de extremos calor o frío y privándolos del sueño, entre otras prácticas. Estas torturas y el polémico simulacro de ahogamiento llamado ‘waterboarding’ fueron autorizadas por el entonces presidente George W. Bush.
Murat Kurnaz, un ex prisionero de Guantánamo cuya culpabilidad nunca se pudo comprobar, cuenta: "Vi matar a alguna gente delante de mí. Algunos de ellos fueron golpeados en la cabeza las suficientes veces como para matarlos. Otro estuvo colgado de una cadena hasta que falleció".
"EEUU ha ido demostrando de forma progresiva que cuando se trata de asuntos de seguridad nacional poco le importan los derechos civiles de los individuos", considera Wilfredo Amr Ruiz, analista de asuntos de Oriente Medio.
"A estas alturas, EEUU podría abrir una universidad de hipocresía. Washington critica a los gobiernos y los regímenes por todo el mundo por hacer exactamente lo mismo que ellos hacen en los centros presidiarios clandestinos de la CIA o en Guantánamo", sostiene Tom Parker, de Amnistía Internacional.  EEUU no cesa en sus intentos de imponer la democracia en otros países, iniciando guerras en Afganistán, Irak y Libia. Y ahora busca influir en los asuntos internos de Siria e Irán. Pero aún está muy lejos de reconocer sus acciones transgresoras.

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