Cibercomando estratégico de los EEUU. |
La ciberguerra, término acuñado vaya usted a saber dónde, se perfila ya en los Estados Unidos como una nueva amenaza azuzada con tintes terroristas y a cuya sombra hacen su agosto infinidad de contratistas del área de las ciencias informáticas, echando mano a una nada nueva movida: la "estrategia del miedo", pretexto bajo el cual la nación del Norte está invirtiendo cientos de millones de dólares para alistarse frente a un eventual combate.
Teclado en vez de un gatillo. Un cursor en vez del punto de mira. Una pantalla en vez del campo de batalla. Bytes en vez de balas... Así se ve la nueva amenaza: la guerra cibernética, cuyo teatro de operaciones ya algunos consienten en llamar campo de "bit"-alla.
Más que terrorismo, dicen los halcones de la guerra
El FBI y el Pentágono alertan que el peligro de presionar botones y usar teclados es comparable con el del terrorismo y el de distintas maniobras militares. Robert Muller, director general del FBI, insiste en que el riesgo cibernético será igual o incluso “mayor que el peligro del terrorismo en un futuro cercano”.
“El siguiente Pearl Harbor al que nos enfrentaremos puede ser un ataque cibernético que dañará nuestro sistema energético, de seguridad, financiero y gubernamental,” advierte, por su parte, el jefe del Pentágono, Leon Panetta.
Por supuesto, la campaña cuenta con el acompañamiento de los medios estadounidenses, cuyos espacios: radiales, impresos, televisivos o digitales, multiplican como eco infinito las apocalípticas declaraciones, contribuyendo a incentivar aún más los miedos en una sociedad convertida en mero conglomerado desde que el 11 de septiembre de 2001 la llamada cruzada internacional contra el terrorismo minó las bases de las libertades civiles, incluidas las individuales.
La amenazante perspectiva es denominada de diferentes maneras: “ciberterrorismo”, “ciberguerra”, “ciber Pearl Harbor”. Un escenario hipotético que puede ocurrir, pero todavía no ha ocurrido.
Mientras tanto, varios expertos en seguridad afirman que nunca va a suceder. “Hoy hay probabilidad de que las plantas nucleares o la infraestructura eléctrica sean ‘hackeadas’ y apagadas por un plazo de tiempo significativo. Así que lo peor que podemos esperar es una intermitencia. Esto no es una guerra. Las amenazas son serias pero no están en un nivel tan alto para ser consideradas como extremismo”, aseguró el director de estudios de política de información del Instituto Cato, Jip Harper.
A pesar de estas declaraciones, el Gobierno norteamericano se dispone a gastar más de 10.000 millones de dólares anuales en ‘ciberseguridad’ hasta el 2015, convirtiendo a esa esfera en una de las pocas donde el financiamiento va en aumento a pesar de los recortes en otras ramas de la seguridad.
En opinión del analista Sean Lawson, es un caso típico de tratar de motivar el despliegue de tropas, causar miedo e incertidumbre. "Y las propias consultoras del Gobierno estadounidense pueden aprovecharse de este miedo y esta incertidumbre, que ahora pueden convertirse en un recurso de oro”.
"La mayoría de la gente no entiende problemas vinculados con datos y seguridad. Especialmente la mayoría de los congresistas no los entienden. Por eso las empresas privadas consultoras del Gobierno de EEUU están en condiciones de crear problemas y ofrecer sus propios servicios como una solución”, advierte Jip Harper.
A simple vista, una guerra invisible está en marcha en los EEUU. Se trata de una guerra por dinero, contratos y mucho poder. (Con información de Actualidad RT)
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