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miércoles, 7 de marzo de 2012

Cuba la espina en la conciencia de la Cumbre de las Américas

Buscamos la solidaridad no como
un fin, sino como un medio encaminado
a lograr que nuestra América cumpla
su misión universal.
(José Martí)

Vicky Peláez

El Siglo XXI se proyecta como un nuevo comienzo para América Latina hacia la integración socioeconómica de sus países, formación de su propia y soberana agenda geopolítica y el aumento de un sentido de solidaridad que tanto han tratado de destruir el colonialismo, neocolonialismo y ahora el neoliberalismo globalizado.
Los indicios de este proceso se ven claramente en los preparativos para la VI Cumbre de las Américas que se celebrará los días 14 y 15 de Abril en Cartagena de Indias, Colombia.
Desde la Primera Cumbre de las Américas que se celebró en Miami en 1994 por una iniciativa del ex presidente de los Estados Unidos Bill Clinton, este tipo de reuniones de los gobernantes latinoamericanos con el presidente de turno norteamericano han sido percibidas por la opinión pública regional como intentos de los Estados Unidos de reforzar su control económico financiero sobre los mercados y la vida política del continente ante los avances de China.
Originalmente Washington quiso utilizar la Primera Cumbre para lograr la anexión económica de la región con el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) como una expansión del Tratado NAFTA (El Tratado de Libre Comercio del Norte) que conforman desde 1994 EE.UU., Canadá y México. Sin embargo, en la IV Cumbre en 2005 en Mar de Plata, Argentina este sueño norteamericano fue sepultado por la iniciativa de Venezuela.
La Quinta Cumbre que tuvo lugar en Trinidad Tobago, donde Barack Obama se reunió con 34 Jefes de Estado del continente, se convirtió en una rutina llena de promesas y declaraciones norteamericanas para “la nueva era de prosperidad y democracia” pero sin ninguna posibilidad de realización debido al avance de la crisis económica. Lo que no percibieron los estrategas del Norte en aquella reunión fue el crecimiento de la influencia de los miembros del ALBA (Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, conformada por Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, San Vicente y Las Granadinas, Dominica y Antigua y Barbuda) en un nuevo proceso de integración y solidaridad en América Latina.
Como la Cumbre de las Américas es auspiciada por la Organización de los Estados Americanos (OEA), de la cual la isla fue suspendida por la iniciativa norteamericana en 1962, entonces Cuba quedaba automáticamente excluida de la participación en este tipo de reuniones. Pero en este mundo globalizado se diluye la capacidad de los que pretenden ser amos del planeta y tener un poder infinito frente a las instituciones de solidaridad que representan un abierto y fuerte desafío anti sistémico, como América Latina lo está demostrando ahora.
Así por la iniciativa de los países del ALBA se quiere terminar con la marginación de Cuba en las cumbres y definir su situación jurídica. Fue el presidente del Ecuador, Rafael Correa quien lanzó la idea de poner fin a la exclusión de la isla diciendo que “si Cuba no va, si no es invitada a esa Cumbre de las Américas, ningún país del ALBA, por lo menos del ALBA asista a dicha reunión”. Hugo Chávez y Daniel Ortega se solidarizaron con su colega ecuatoriano dejando para una próxima reunión de cancilleres del ALBA de fijar una posición sobre el tema.
Si los países del ALBA persisten pondrán en un serio aprieto, tanto al presidente Barack Obama como al presidente de Colombia Juan Manuel Santos anfitrión de esta reunión. Para complicar esta situación, el secretario de Asuntos Jurídicos de la OEA, Jean Michel Arrighi declaró que no era competencia de la OEA decidir la participación de la isla y que ‘’las gestiones están en manos del país sede de la Cumbre, quien decide a quien invita es Colombia’’. Así la OEA se lavó las manos, y deja a Barack Obama y a Juan Manuel Santos a solucionar el problema.
Colombia afrontó el asunto inmediatamente al anunciar su canciller, María Ángela Holguín que ‘’no depende de Colombia invitar a Cumbre de las Américas a Cuba’’. Sin decir nada “tiró la pelota” a los Estados Unidos poniendo a Barack Obama ante un dilema complicado. Washington no está interesado a poner fin al bloqueo y aceptarla como un país socialista. Si se atreve solamente a intentos de alivio del embargo o aceptar la presencia de Cuba en la Cumbre, provocaría una guerra mediática tanto republicana como demócrata contra su candidatura en la actual campaña electoral.
De otro lado, al negarse a aceptar la presencia de Cuba crea un precedente para un mayor distanciamiento de América Latina de Estados Unidos especialmente en esta época de la crisis económica que azota a Norteamérica y a su incapacidad de mostrar su garrote al continente como lo hizo en el siglo pasado. Si decide simplemente no asistir a la Cumbre, podría punto final a su existencia.
Para Juan Manuel Santos la participación de Cuba también representa un dilema. Colombia es aliado incondicional de Estados Unidos es su baluarte militar en América Latina que frena su integración con el continente pero actualmente está tratando de encontrar un compromiso con los países del ALBA sin hacer enojar a Washington.

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