Marjorie Cohn. |
Mark Karlin
Marjorie Cohn, profesora de derecho y expresidenta del Gremio Nacional de Abogados de Estados Unidos, ha compilado una convincente antología interdisciplinaria sobre la “normalización” de la tortura como extensión de la política exterior de su país. No es algo nuevo, limitado a la así llamada “guerra contra el terror”, sino que se remonta a décadas.
Mark Karlin: Desde hace tiempo se acusa a la infame Escuela de las Américas (SOA, por sus siglas en inglés), rebautizada ahora eufemísticamente como “Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad" de formar a violadores de los derechos humanos y torturadores. El Departamento de Defensa niega enérgicamente esta acusación.
En el capítulo 2, Bill Quigley –que escribe para Truthout, igual que usted- saca a la luz la verdad. ¿No han estado la Escuela de las Américas, y su predecesora que estaba ubicada en la Zona del Canal de Panamá, subcontratando durante décadas la tortura y las violaciones de los derechos humanos?
Marjorie Cohn: Durante los años setenta y ochenta, los dictadores y dirigentes militares de Chile, Bolivia, Colombia, Guatemala, El Salvador, Honduras y Paraguay utilizaron las habilidades que aprendieron en la Escuela de las Américas del Ejército de EEUU para torturar y ejecutar a los disidentes. Los graduados de la SOA asesinaron a obispos, sacerdotes, dirigentes sindicales, mujeres, niños y trabajadores comunitarios, y masacraron comunidades enteras. Aunque la escuela fue cosméticamente rebautizada en 2003 como “Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad” (WHINSEC) en Ft. Benning, Georgia, el gobierno de EEUU se sigue negando a aceptar la responsabilidad de su complicidad en horrendas violaciones de los derechos humanos perpetradas por los alumnos de la escuela. Existe un creciente movimiento de protesta contra la SOA/WHINSEC. Desde el asesinato del arzobispo Óscar Romero en El Salvador en 1980, los manifestantes han realizado presión y desobediencia civil de forma creciente, incluidas frecuentes huelgas de enseñanza, manifestaciones y vigilias. Hasta 20.000 manifestantes van a Fort Benning cada año. Quieren que el gobierno de EEUU admita lo que ha hecho en la escuela, permita una investigación independiente y acepte su responsabilidad respecto a las consecuencias. Exigen que la escuela de torturadores se cierre.
MK: La tortura y los asesinatos ocurridos durante las “guerras sucias” de Suramérica y la represión contra la oposición en Centroamérica por parte de las dictaduras militares y las milicias derechistas fue algo parecido a la Inquisición Española. EEUU estaba de parte de las dictaduras militares que, sin embargo, torturaban y masacraban incluso a ciudadanos estadounidenses, incluidas monjas. Terry Lynn Karl lo describe en el capítulo 2, utilizando El Salvador como base de su análisis. ¿Cómo es posible que haya sido necesaria la guerra contra el terror para provocar una discusión nacional sobre la tortura y la política exterior de EEUU?
MC: Durante las guerras sucias en Latinoamérica, la mayor parte de la tortura fue perpetrada por gobiernos extranjeros (con el apoyo de EEUU). Pero cuando se publicaron las grotescas fotografías de tortura y abuso en Abu Ghraib, los estadounidenses se vieron enfrentados a la tortura ejercida por su propio gobierno. Al aparecer más fotografías e informes de tortura y memorandos escritos por los mercenarios legales del presidente George W. Bush, se hizo imposible seguir ignorando la crueldad perpetrada por el gobierno de EEUU
MK: Tendemos a pensar en la tortura como algo físico, pero usted tiene un capítulo sobre la tortura psicológica. ¿Qué formas toma, en EEUU y en el extranjero?
MC: Como explica el historiador Alfred McCoy en su capítulo, la CIA ha refinado el “arte” de la tortura mediante el desarrollo de técnicas de manipulación de la conciencia. Ya que la investigación con drogas no tuvo éxito, la CIA exploró la privación sensorial y posiciones de estrés para su uso ofensivo por interrogadores de la CIA y defensivo para entrenar a los soldados para que resistan a los interrogadores del enemigo. En 1963, la CIA creó el manual de Interrogatorio de Contrainteligencia KUBARK, que codificó la investigación secreta sobre el control de la mente. McCoy señala cómo utilizaron el calor y el frío, la luz y la oscuridad, el ruido y el silencio, las comilonas y el hambre, y la sobrecarga y la privación sensorial para lograr sus sórdidos objetivos.
MK: ¿Qué papel desempeñan los profesionales –doctores, psicólogos, abogados, etc.– en la normalización de la tortura como instrumento del Estado?
MC: Los psicólogos fueron un componente esencial del régimen de tortura de Bush. Ayudaron a desarrollar, supervisar, implementar y difundir técnicas abusivas de interrogatorio, basadas en el programa de Supervivencia, Evasión, Resistencia y Escape (SERE) de los militares de EEUU. Los funcionarios del gobierno de Bush “crearon” técnicas de SERE para diseñar métodos de contra-resistencia a fin de quebrantar a los detenidos. La Asociación Psicológica Estadounidense (APA), la mayor organización profesional de salud mental de la nación, fue una “cobertura esencial” para la ayuda de los psicólogos al régimen de torturas. Notablemente, un grupo de psicólogos activistas se opuso a la complicidad de la APA. El psicólogo Stephen Soldz documenta ese movimiento en su capítulo.
Los abogados del Departamento de Justicia del gobierno de Bush reescribieron la ley para justificar la tortura y el abuso. En un memorando firmado por Jay Bybee, John Yoo restringió la definición de tortura de modo que la víctima debe sufrir intenso dolor o sufrimiento equivalente a dolor asociado a graves heridas físicas tan severas que probablemente lleven a la muerte, falla orgánica multisistémica o la pérdida de importantes funciones corporales. La definición de Yoo contraviene la definición de la Convención contra la Tortura de las Naciones Unidas (CAT). Un tratado que EEUU ha ratificado y que por lo tanto forma parte del derecho estadounidense bajo la cláusula de supremacía de la Constitución. Yoo dijo que la autodefensa o la necesidad pueden utilizarse como defensa en enjuiciamientos por crímenes de guerra por tortura, a pesar de la prohibición absoluta de la tortura en todas las circunstancias, incluso en tiempos de guerra, de la CAT. Este memorando, y otro que Yoo escribió con Jay Bybee en agosto de 2002, fueron la base para que el gobierno torturara a los prisioneros.
MK: Obviamente, en el período posterior al 11-S, EEUU se involucró a gran escala en la tortura. Mucha gente ha olvidado las fotografías de Abu Ghraib que muestran a prisioneros torturados hasta la muerte. El waterboarding [ahogamiento simulado] se convirtió en el punto central de la atención de los medios, no la tortura en general. ¿Por qué piensa que la tortura visualmente documentada por los militares de EEUU en Irak (que llevó a asesinatos en algunos casos) se ha convertido en una especie de nota al pie casi olvidada?
MC: Los medios corporativos tienen la memoria corta. A menos que haya un acontecimiento trascendental en la saga de la tortura, esta está ausente de la conversación nacional. La tortura debería ser un tema permanente porque los funcionarios y abogados de Bush que coreografiaron el programa de tortura deberían ser procesados por nuestros tribunales. Pero Obama se sigue negando a que sus predecesores rindan cuentas. Su procurador general [ministro de justicia], Eric Holder, anunció el 30 de junio que su oficina solo investigará dos casos de maltrato de detenidos. Dijo que el departamento “ha determinado que una investigación criminal expandida de los temas restantes no se justifica”. Holder ha otorgado impunidad a los que autorizaron, suministraron cobertura legal y realizaron los “temas restantes”.
Los dos incidentes cuya investigación fue aceptada por Holder tuvieron que ver con un tratamiento horrendo, y ambos llevaron a la muerte. Estas dos muertes deben investigarse y hay que castigar a los responsables de acuerdo con la ley. Pero la investigación debe tener un alcance mucho más amplio. Más de 100 detenidos han muerto bajo la custodia de EEUU, muchos por la tortura. Y cantidades innumerables de personas fueron sometidas a tortura y tratamientos crueles violando el derecho estadounidense e internacional.
MK: El capítulo 13 se concentra en la responsabilidad criminal del gobierno de Bush por la tortura, pero nunca ha habido acusaciones significativas, excepto a personal militar de bajo nivel. ¿Están por sobre la ley los funcionarios estadounidenses de alto nivel cuando se trata de tortura?
MC: No. Bajo la bien establecida doctrina de la responsabilidad del comando, los jefes son responsables de la tortura (considerada un crimen de guerra en las Convenciones de Ginebra y el estatuto de tortura de EEUU) si sabían o deberían haber sabido que sus subordinados cometerían tortura, y no hicieron nada por detenerla o impedirla. Los funcionarios de Bush: Dick Cheney, Condoleezza Rice, George Tenet, John Ashcroft, Alberto Gonzales, Colin Powell y el propio Bush, así como sus abogados, incluidos Yoo y Bybee, participaron en un plan común para autorizar la tortura en violación de la CAT y de las Convenciones de Ginebra. Sabían que los interrogadores actuarían basándose en esa autorización. Esos funcionarios y abogados deben ser investigados y procesados por crímenes de guerra según la ley de EEUU Existen precedentes de abogados considerados penalmente responsables por dar asesoría errónea que llevó a gran daño físico o mental o a la muerte. En EEUU contra Altstoetter, los abogados nazis fueron condenados por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad por asesorar a Adolf Hitler sobre cómo hacer desaparecer “legalmente” a políticos sospechosos en campos especiales de detención.
MK: En cuanto a Guantánamo, ¿no es todo el complejo penitenciario un continuo estado de tortura?
MC: Guantánamo se ha convertido en un poderoso símbolo de las violaciones de los derechos humanos, hasta tal grado que Amnistía Internacional lo describió como “el gulag de nuestros tiempos”. Los prisioneros liberados de Guantánamo han detallado abusos, aherrojamiento en posiciones incómodas, abusos sexuales y amenazas con perros. Mustafa Ait Idr, un ciudadano argelino que vivía en Bosnia cuando lo enviaron a Guantánamo, acusó a los guardias militares de saltar sobre su cabeza, produciéndole un ataque que le paralizó la cara. También le rompieron varios dedos y casi lo ahogaron en un inodoro. Mohammed Sagheer, un clérigo paquistaní, afirmó que los guardias en Guantánamo utilizaban drogas “que nos hacían perder el sentido”. El ciudadano francés Mourad Benchellali, liberado de Guantánamo en julio de 2004, dijo: “No puedo describir en unas pocas líneas el sufrimiento y la tortura; pero el peor aspecto de estar en el campo era la desesperación, el sentimiento de que no importa lo que se diga, nunca tendrá importancia alguna”. Benchellali agregó: “Existe una crueldad ilimitada en un sistema que parece incapaz de liberar a los inocentes y de castigar a los culpables”. Muchos de los prisioneros en Guantánamo se negaron a comer en protesta porque los incomunicaban durante años sin esperanza de que los liberaran. Concluyeron que la muerte no podía ser peor que el auténtico infierno que sufrían. El cliente de la abogado Julia Tarver, Abdul Rahman habló de “su determinación a morir y dijo que: ‘ahora, después de cuatro años en cautividad, la vida y la muerte son lo mismo’”, escribió Tarver en una declaración jurada presentada en un tribunal de distrito federal.
MK: ¿No es extraño que tantas personas de las mismas que promueven el concepto de la excepcionalidad estadounidense -y de que EEUU es una nación de valores morales más nobles que el resto del mundo– también tolere la tortura?
MC: No es sorprendente que los que piensan que las vidas estadounidenses valen más que las demás deshumanicen a otros grupos de personas –árabes, musulmanes– para racionalizar un tratamiento cruel. No es un fenómeno nuevo. La gente en la mayoría de los países atacados por EEUU, o cuyos gobiernos represivos han sido apoyados por EEUU, no es blanca.
MK: Bajo el gobierno de Obama, se ha convertido en política de la Casa Blanca el hecho de que algunos ciudadanos que no están procesados, pero de los cuales "se piensa" que ayudan al terrorismo, pueden ser objetivos de asesinatos. Esto se convirtió en realidad -y posiblemente habrá otros casos que no conocemos- cuando los militares de EEUU mataron al ciudadano estadounidense Anwar al-Awlaki en un ataque con misiles desde aviones sin tripulación en Yemen. Si ahora el gobierno de EEUU puede matar a ciudadanos estadounidenses sin juicio, ¿qué impedirá que nos torture?
MC: Holder trata de justificar el asesinato de ciudadanos estadounidenses sin juicio con la Autorización del Congreso para el Uso de Fuerza Militar de después del 11-S. Pero las Convenciones de Ginebra y el Acuerdo Internacional sobre Derechos Políticos y Civiles (AIDPC), dos tratados ratificados por EEUU, prohíben las ejecuciones extrajudiciales. También prohíben la tortura y el tratamiento cruel. Pero eso no impidió que el gobierno de Bush torturara y sometiera a abusos a los detenidos. El primer indicio de que los funcionarios de Bush usarían la tortura en su guerra contra el terror ocurrió en diciembre de 2001, después que el ciudadano estadounidense John Walker Lindh fue capturado en Afganistán. Los interrogadores estadounidenses de Lindh lo desnudaron y amordazaron, lo ataron a un tablero y lo exhibieron a la prensa. Se retorcía de dolor debido a una bala que los funcionarios estadounidenses dejaron en su cuerpo durante semanas con el fin de “mantener la evidencia en custodia” contra él. Un almirante de la Armada dijo al oficial de inteligencia que interrogó a Lindh que: “el abogado del secretario de defensa le dio autorización para que "se sacase los guantes y preguntara lo que quisiera". Aunque Lindh fue inicialmente acusado de crímenes de terrorismo que lo exponían a tres cadenas perpetuas más 90 años, el entonces Procurador General John Ashcroft le permitió que se declarara culpable de delitos menores que le costaron 20 años. La condición: que Lindh declarara que “no sufrió un maltrato deliberado” mientras se encontraba en custodia.
MK: Por cierto, ninguna discusión sobre la tortura está completa si no se menciona a la CIA. Francamente, no puedo imaginar que la CIA no se involucre en tortura en todo el mundo. ¿Cómo llegaríamos a saber si lo hiciera?
MC: Desde el 11-S la participación de la CIA en las entregas extraordinarias, calificadas a veces como “deslocalización de la tortura”, ha aumentado drásticamente. Presuntos terroristas de Europa, Asia, África y Oriente Medio se han entregado a países como Egipto, Siria, Marruecos y Jordania, todos tristemente célebres por la tortura. El Consejo de Europa ha identificado a 14 Estados europeos que al parecer han cooperado con EEUU en las entregas extraordinarias. Existen prisiones secretas de la CIA, denominadas “sitios ocultos”, en numerosos países, incluidos Rumania y Polonia, en los cuales se ha torturado a los prisioneros. En su capítulo, la periodista Jane Mayer habla de Ibn Sheikh al Libi, al que torturaron mientras estaba custodiado por la CIA. Al Libi suministró un vínculo entre Sadam Hussein y al Qaida, citado por Powell en su discurso ante el Consejo de Seguridad de la ONU cuando trató de obtener una resolución autorizando la invasión de Irak. La CIA sabía que la información de Al Libi era falsa; por cierto, posteriormente éste la repudió y murió en circunstancias misteriosas. (Traducción de Germán Leyens. Tomado de Rebelión)
(*) El autor es editor de BuzzFlash medio merecedor de cuatro Premios Proyecto Censurado.
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