Manuel Benítez del Río
España ha pasado del libre hacer al prohibir; sí, últimamente se nos están prohibiendo un repepinal de cosas, demasiadas en muy poco tiempo.
Lo primero, ha quedado prohibido ser trabajador para que un jefe corrupto no venga y te despida, para que ése mismo jefe achepé no deje de pagarte lo que te debe, para que nadie te humille poniéndote de patitas en la puta calle por un motivo falso, inventado.
Conste que la fórmula del párrafo anterior no es exclusiva de España. Hay otros países donde se aplica igual aunque se predique exactamente lo contrario. Vaya esto por delante.
Pero sigamos con España: prohibido enfermarnos porque podremos quedar legalmente sin trabajo. Erre que erre. ¡Como te enfermes... fú!
Se ha prohibido ser mujer porque si lo eres te verás menos defendida ante la violencia machista.
También ha quedado prohibido ser dependiente; nadie te tirará un cabo porque aquí se acabó el tiempo de amarrar a los puercos con longanizas y la vida está cara de truco.
Como si fuera poco han prohibido tener sida porque te irás muriendo poco a poco ante el asombro de quienes te quieren, pagando medicamentos caros, copagos y la hostia divina en verso flamenco.
Prohibido... prohibido... prohibido... para dondequiera que mires.
Quieren que la mujer no tenga derechos sobre su cuerpo, que no sepa, ni pueda, defenderse ni de sí misma: la mujer debe regresar a las labores propias de su debilidad femenina, a cuidar hijos, a no poder abortar y a hacer lo que el marido ordene.
Una mujer que tiene a Rouco de escudero y padrino, a Cospedal portadora de cruces y enjundias franquistas, y a Soraya Sáenz de Santamaría que no puede ser más borde.
Por prohibir, han prohibido hasta que los niños sean niños; el Gobierno suprime las ayudas para la construcción de escuelas infantiles o guarderías porque son simplemente "un componente educativo menor de tipo asistencial".
Ignora el Gobierno que sin esa educación inicial se inyecta un futuro fracaso escolar de apaga y vamos. Por eso los niños también han quedado incluidos en la crisis.
Porque crecerán con miedo al trabajo adulto, al despido caprichoso, a desahucios, a escuelas sin calefacción en pleno y crudo invierno, a contenedores con restos de Carrefour y Corte Inglés.
Niños de dos a seis años sin guarderías, sin escuelas, sin columpios, porque al fin y al cabo son "un componente educativo menor de tipo asistencial". Ya se sabe: prohibido ser niño, prohibido ser muchacho con acceso a la informática.
Hay que superar el WhatsApp, el Viber, el Tango y el Yuilop, hay que pasar por encima del Skipe. Hay que retornar a aquellas señales aborígenes de humo, tan importantes, ecológicas e imprescindibles.
Regresar a enviar las cartas por correos dentro de sobres que llevaban besos a la quinceañera, corazones con flechas, florecitas... Regresar a la España de mitad del veinte. O de antes.
Zapatero aportó ordenadores a las escuelas. Ahora mari-Ano los destierra como si de un arma de destrucción masiva se tratara.
Ordenadores, Educación para la ciudadanía: inventos de un gobierno preocupado por un futuro abierto y en paz, un gobierno socialista que ya no está. Pero el que corta el bacalao ahora es un tío recortón, recortado y recortable.
Prohibida la educación para la ciudadanía, prohibidas las escuelas pequeñas para pequeños, prohibidos los ordenadores, prohibido ser mujer, prohibido trabajar... prohibido tener sida...
¿Hasta dónde vamos a llegar...?
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