No podemos quejarnos los cienfuegueros. Durante dos memorables jornadas (27 y 29 de abril) tuvimos a Silvio Rodríguez con nosotros, y cada encuentro con las gentes de barrio o los diálogo entre amigos contó con el seguimiento periodístico que merecía tamaña deferencia del autor de Ojalá para con esta ciudad de mar, aunque de manera especial para con los hermanos Pedro y Roberto Novo, a cuya invitación por los festejos de 30 años de vida artística de los cronistas musicales, accedió con gusto y sin pensarlo dos veces.
Creíamos que no le habíamos perdido ni pie ni pisada. Entre uno y otro concierto, el de La Juanita y Reina, quedaba de por medio el sábado 28, sólo ocupado en su agenda por un encuentro con intelectuales, donde justo en un abrir y cerrar de ojos, con la excusa de que debía cumplimentar una visita de cortesía, Silvio se nos escurrió entre los dedos y con él la historia de Fela,
cerquita de allí, de los Jardines de la UNEAC, en la avenida 56, entre 29 y 31 (San Carlos, entre Santa Isabel y De Clouet) en un viejo caserón convertido en ciudadela ruinosa donde antes, en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, floreciera el hotel La Suiza, célebre en la historia de Cienfuegos por haber sido epicentro de los trágicos sucesos del martes 22 de septiembre de 1905: allí, en su habitación número uno, fue ultimado en una balacera de matices electorales el coronel independentista Enrique Villuendas.
Comoquiera que se trata de una historia hermosa, demostrativa de ese ser sensible que es su protagonista, "siempre tocando en lo más hondo del alma y sobre todo con mucha humildad en sus actos y muy apegado a la gente sencilla", como acota uno de los comentarios colgados en Cubadebate, lo compartimos con nuestros lectores habituales, sin agravio alguno por el clásico "palo" periodístico. Todo lo contrario, con enorme gozo.
Silvio en Cienfuegos:
Azares que fueron y son
Alejandro Ramírez Anderson y Mónica Rivero (*)
El mediodía del sábado, de cualquiera esperaba visita Fela menos de Silvio Rodríguez.
…24, 25 y 26, por fin el último escalón que la separa de la entrada del viejo edificio en que vive hace más de treinta años, donde aguarda el trovador para saludarla.
Silvio decidió ir a ver una imagen suya que hay en un solar cercano a la sede de la UNEAC (se refiere al sito en San Carlos entre Santa Isabel y D'Clouet, en lo que fuera el hotel La Suiza. Nota del E), donde se encontraba en un conversatorio. Una vez en el lugar, supo que la señora que lo acompaña en el dibujo, inspirado en una fotografía de 1984, todavía vive allí.
Fela, ahora de 73 años de edad, rememora el momento que inmortalizaron la instantánea primero, y luego la pintura. “Estaba tocando Unicornio, la que más me gusta a mí”. Cuenta que en el solar tenían una celebración y que Silvio y Lázaro García venían de una actividad en el teatro Tomás Terry. “…no sé quién dijo: '¡Mira a Silvio!'. Entonces lo invitamos a disfrutar de la fiesta que estaba muy buena”.
Por una razón u otra, tanto el autor de la fotografía como el dibujante cayeron en el anonimato; al menos nadie en el lugar fue capaz de identificarlos o dar alguna referencia. Solo saben que la pintura fue hecha por un muchacho cuya tesis de Arquitectura era sobre ese lugar.
Posiblemente como parte de la investigación, tuvo acceso a la fotografía, y acaso en complicidad o identificación con el ánimo del fotógrafo, decidió legar en imagen esa memoria, en la misma pared de la entrada donde aconteció el hecho, como devolviéndola a su espacio natural, y que la canción y la fiesta de entonces se imprimieran en el muro y lo llenaran de sí todo tiempo después.
(*) De los autores: él es fotógrafo y director de cine guatemalteco, radicado en Cuba. Actualmente ejerce como profesor del Instituto Superior de Arte. Ella, estudiante de Periodismo de la Universidad de La Habana. Cursa el 4to año de la especialidad y colabora con Cubadebate.
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