Un cráter de 100 kilómetros de diámetro provocado por la caída de un asteroide o cometa hace 3 mil millones de años, fue descubierto por geólogos europeos cerca de la ciudad de Maniitsog, en Groenlandia.
El cráter, causado por el impacto de un cuerpo celeste de 30 kilómetros de diámetro, es el más antiguo sobre la Tierra. “Este descubrimiento único permite estudiar las consecuencias de un bombardeo meteórico del planeta que se produjo mil millones de años antes de lo que se creía anteriormente” dijo Iain McDonald, de la Universidad de Cardiff, quien dirige los estudios.
“Necesitamos tres años para convencer a la comunidad científica de acometer tal estudio. Los empresarios fueron los primeros en reaccionar. Organizaron la exploración del cráter en 2011, esperando encontrar yacimientos de níquel y platino”, agregó.
Tras varias expediciones a Groenlandia en 2010 y 2011, McDonald y Borís Ivanov, experto de un instituto de la Academia de las Ciencias de Rusia, hicieron tal descubrimiento.
El geólogo Adam Garde, del Servicio Geológico de Dinamarca y Groenlandia, fue el primero en suponer la existencia de un cráter en ese lugar en 2009. Mientras estaba analizando unos mapas geológicos de los alrededores de Maniitsoq, descubrió anomalías extrañas en la estructura de las rocas locales, provocadas, al parecer, por el impacto de un meteorito gigante.
Al estudio de ese fenómeno se incorporaron científicos de Rusia, Gran Bretaña y Suecia. Fueron organizadas dos expediciones, durante las cuales fueron desechadas otras explicaciones de dichas anomalías y se confirmó la del impacto de un meteorito gigante.
Ese acontecimiento se produjo hace unos 3 mil millones de años. Eso explica la ausencia de la taza, forma habitual de los cráteres. Durante un tiempo tal largo, Groenlandia vivió varios períodos glaciales y de formación de montañas, que borraron todas las huellas de la caída del meteorito, excepto las deformaciones provocadas en las rocas por la onda de choque.
Los cálculos permitieron concluir que se trató de un asteroide de más de 30 kilómetros. De caer tal cuerpo sobre un continente, habría provocado un embudo de hasta 600 kilómetros de diámetro, o el doble que el cráter Vredefort, en Sudáfrica.
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