Manuel Benítez del Río
Quizás mari-Ano Rajoy crea que la buena noticia es que ya no podemos caer más bajo y que solo cabe mejorar.
¡Menuda falacia! pues como demuestran las leyes de Murphy, y la historia, por muy mal que estén las cosas siempre pueden ir a peor.
No me vayan a tildar de loco, pero tras vivir la desmañada gestión de mari-Ano pienso que, en el contrato social que los españoles firman en las urnas, convendría establecer un periodo de prueba para los futuros presidentes del Gobierno...
Sí, coño, no me miren así. Tal como las empresas hacen con los nuevos contratados.
Porque para cualquier país es muy jodido tener que soportar a un gobernante mentiroso e incompetente durante cuatro años.
Todavía recuerdo lo que este energúmeno dijo hace apenas 11 días: "El préstamo que nos hace Europa no supondrá condicionamiento alguno para el Estado, puesto que ese crédito iría al FROB y no supondría aumento de deuda alguna para nuestras cuentas".
Y siguió metiendo guayabas a toda hostia: "Serán los bancos los que recibirán el dinero. Un gran triunfo, vamos". Lo dijo con su prepotencia desmedida, sin admitir jamás lo que toda la prensa mundial reconocería como un rescate.
Pero es que solo 11 días después, toda la prensa nacional nos informa que en la reunión del G-20 mari-Ano ha admitido que el crédito ha sido “tremendamente dañino” para España.
Y es que la reacción de los mercados después del anuncio del rescate -vamos a llamarlo por su nombre- no ha podido ser más despiadada para España. La prima de riesgo se dispara a cifras récord muy peligrosas y el planeta entero ve cómo se vincula el riesgo bancario al riesgo soberano.
Algo que ya había confirmado Eurostat, la oficina de estadística oficial de Europa:
La deuda española subirá en 10 puntos y será el Estado el que tiene que hacerse responsable del crédito que se va a dar a los bancos. También se tiene que hacer cargo de los intereses. Y nuestra deuda aumenta y aumenta y aumenta… ¿Cómo se pagará?
Lo que hace 15 días se nos vendió como una gran triunfo y una noticia magnífica para el país, 9 días más tarde, ante la evidencia de los hechos, en la reunión del G-20 mari-Ano tiene que reconocer que el rescate bancario ha resultado ser “tremendamente dañino” (sic). ¡Chúpense ésa!
Porque previo a la reunión del G-20 mari-Ano y sus mari-Anitos también le echaban la culpa al clima de incertidumbre ante las elecciones griegas. Pues tampoco.
Porque después de las elecciones griegas, las pésimas noticias siguen llegando para nuestra prima de riesgo que ya se encuentra a niveles en que el Estado puede ser intervenido.
Ojalá eso no suceda. Pero lo que aquí quiero destacar es ese cambio de postura de un presidente de Gobierno en sólo 9 días. ¿Qué imagen de formalidad está dando ante el mundo?
El mundo mira a mari-Ano Rajoy, a sus condiciones para conducir a este país en momentos críticos, como lo que es: un inepto, y mentiroso compulsivo.
Y me da la impresión de que ésta es también la reflexión que hacen sus homólogos incluida, o quizás en primer lugar, su correligionaria Ángela Merkel.
Ahora bien, puntualicemos esto: mari-Ano engaña a un grupo de españoles que cada vez va siendo menor, pero no no engaña a todos los españoles por la sencilla razón de que para engañar hay que disponer de un mensaje, de un discurso, de un relato y él no dispone de nada parecido.
Se para en la tribuna y miente como lo que es: un trolero bellaco.
La confusión que sacude a algunos estos días cuando creían que las cosas iban a aclararse un poco tras las elecciones griegas y francesas y la reunión del G-20 se debe, más que a hechos concretos a que ya casi nadie se cree ni las afirmaciones ni los desmentidos de mari-Ano.
Cuando todavía no habíamos salido del debate nominalista sobre rescate o préstamo favorable, entramos en el despepine sobre la dimensión del próximo rescate.
Es posible que mari-Ano todavía crea, como asegura, que la intervención no se producirá pero lo cierto es que la gente solo discrepa en si será inminente o todavía puede esperar un ratillo.
Mientras tanto, la ciudadanía recibe la noticia de que la renta per cápita de España ha caído por primera vez en diez años por debajo de la media europea; que la subida de impuestos ha reducido la recaudación; que ya hay consenso general en que no se cumplirán los objetivos de reducción del déficit que Rajoy consideraba como sagrados cayera quien cayera.
No son las únicas malas noticias, hay más: que los inversores huyen y retiran 100 mil millones de euros; que quizás habrá que cerrar algunos bancos; que, contra lo prometido, muy probablemente se subirá el IVA, que se prolongará la vida laboral por encima de los 67 años y que quizás se vuelva a bajar el sueldo a los funcionarios.
¿Se puede caer más bajo...?
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