Graziella Pogolotti (*)
La cultura es expresión del latir profundo de la sociedad con sus tradiciones, mitos, rituales, celebraciones, con los espectáculos que afirman la participación colectiva y afianzan el arraigo a la comunidad, con la presencia impalpable de la memoria. Para los cubanos, desde el siglo XIX, la pelota tiene esa capacidad convocante. Generaciones enteras guardan el recurso de su iniciación en el barrio, en los bateyes y en las zonas rurales. De esa base social surgieron los protagonistas legendarios de un proceso que quebrantó barreras de toda índole, incluidas en cierta medida las raciales. Cuando la temporada beisbolera se pone caliente, se convierte en el gran espectáculo con una vertiente en el terreno y otra en las gradas. Despierta pasiones, anima la creatividad, promueve debates acalorados.
La tradición pelotera cubana dispone de una historia bien documentada. Sin embargo, poco se ha profundizado en sus alcances sociales y culturales.
Por ese motivo, la Fundación Alejo Carpentier se propuso organizar un ciclo de conferencias para llamar la atención acerca de su dimensión cultural. Las discusiones acaloradas se centraron en algunos problemas existentes en la actualidad, síntomas de cierto declive, a pesar del exitoso play-off recién terminado. Los polemistas coincidieron en considerar la pelota como un componente de la identidad nacional, asociada a lo que Leonardo Padura denomina el “ser cubano”. Para las nuevas generaciones, la práctica del fútbol comienza a desplazar al béisbol. En cualquier lugar de la ciudad, incluidas las instalaciones deportivas, los niños patean la pelota. Sin llegar a conclusiones definitivas, muchos se refirieron a la presencia invasiva de los campeonatos mundiales y de las ligas europeas en nuestra televisión. Se habló también de la falta de implementos indispensables para la realización del juego. Los espectadores disfrutan hoy, afirmaron algunos, del espectáculo que ofrece el fútbol de la más alta calidad, a pesar de los intereses mercantiles con su secuela de corrupción ocultos tras la imagen poderosa de los atletas, lo que no encuentra equivalente en el caso del béisbol.
Tomando como punto de partida el entusiasmo juvenil por el fútbol sala, Helmo Hernández presentó el documental Runrun-pipí, testimonio de una experiencia auspiciada por la Fundación Ludwing en la Habana Vieja. El experimento se estructuró sobre la base de una rigurosa elaboración conceptual y sus resultados debieran motivar una reflexión acerca de la implementación de políticas culturales orientadas a la acción efectiva en el área comunitaria. Entusiasmados ante la idea de organizar un campeonato barrial, jóvenes desvinculados del estudio y del trabajo se entregaron al esfuerzo de desbrozar un terreno abandonado para preparar una cancha, utilizaron bodegas y carnicerías para divulgar los resultados de los juegos. La institución cultural intervino a modo de facilitadora, aportó modestos recursos y obtuvo la cooperación de un cuentapropista radicado en la zona. Las competencias demostraron las potencialidades latentes, afianzó el sentido de pertenencia y tendió un puente mediante el cual, jóvenes que nunca habían accedido al cercano Museo de Bellas Artes, descubrieron las posibilidades de un diálogo con la vanguardia artística cubana. El proyecto ejecutado por la Fundación Ludwing reveló el amplio territorio inexplorado en la base social del país y la apremiante necesidad de hallar nuevos caminos para revitalizar y cohesionar la vida cultural de las comunidades eliminando parcelas sometidas a directrices verticales.
Memoria viva del pasado y el presente, adivinación del porvenir, presencia convocante de la creatividad y la imaginación, la cultura es el alma y espina dorsal de la nación. Reivindica la fuerza motriz del espíritu. Estimula el crecimiento humano y el reconocimiento de sí en lo individual y en lo colectivo. Construye la representación simbólica de lo que somos y abarca el quehacer del poeta y el campesino, del deportista y del edificador de ciudades, del maestro y el artesano. (Tomado de La Jiribilla)
(*) Crítica de arte, prestigiosa ensayista y destacada intelectual cubana, promotora de las Artes Plásticas Cubanas. Presidenta del Consejo Asesor del Ministro de Cultura, Vicepresidenta de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Miembro de la Academia Cubana de la Lengua.
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