Tal es la conclusión a la cual deriva la lectura de Una estrategia inteligente: la nueva política migratoria cubana, el más reciente artículo que ha publicado en su blog el catedrático Esteban Morales, reconocido especialista en el tema de las tortuosas relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
En su primera argumentación Morales arremete contra la tesis amplificada en el ámbito de la Comisión de Derechos Humanos de que la reforma a la Ley 1312, Ley de Migración del 20 de septiembre de 1976, es sólo un cambio cosmético con efecto mediático, al apuntar con sobrada razón: “…el nuevo Decreto-Ley No. 302, y sus implicaciones, representa no solo una modificación sustancial de las regulaciones hasta ahora vigentes, sino un verdadero cambio histórico de los métodos e instrumentos, con que la migración ha sido manejada por Cuba”.
Y añade en tal sentido: “Sería absurdo decir que se trata de simples cambios cosméticos de intención mediática. Son cambios, que aunque no totales, son sustanciales, contentivos de oportunidades para continuar avanzando en la normalización del proceso migratorio desde la perspectiva de la política del país”.
En otro tópico vinculado al tema, Esteban Morales reconoce que aun cuando las medidas adoptadas por el gobierno cubano contribuyen a estabilizar y ampliar las relaciones con su emigración, quedan no pocos pasos para mejorarlas, aunque puntualiza que en este terreno el proceso “también avanza, en la misma medida en que los cubanos de la Isla reciben facilidades para su traslado al exterior”.
Según el especialista, “Las medidas migratorias representan primero que todo, un desafío inteligente y sustancial al carácter agresivo con que Estados Unidos ha manejado la política migratoria hacia Cuba…”. De ahí que en su consideración, “arrebatan la iniciativa a la administración estadounidense y desbordan el contexto de la política migratoria norteamericana”, situando a aquel gobierno “en la obligación de reanalizar las condiciones” en que se ha tratado a la Isla hasta la fecha de hoy.
La nueva política migratoria representa haber quitado el velo sobre un tema malinterpretado por los cubanos de aquí y de allá. Es demostrativa, dicho con otras palabras, de que la pelota está donde siempre estuvo: en área del adversario. Bastó eliminar la carta de invitación y el permiso de salida para dejar claro a los ojos de todos que, aun cuando ya no corresponde vencer aquí ningún obstáculo de índole burocrática, Cuba nunca fue remisa al libre derecho de sus ciudadanos a viajar a donde lo estimasen. Tócale a los Estados Unidos cumplir con la parte que le corresponde, y si no otorga las visas será él quien quede en el pellejo de “villano de esta película”.
Morales también aclara que “Tampoco es posible hacerse ilusiones pensando que todo esta resuelto, pues si no hay visado no hay viaje, aunque no haga falta carta de invitación, ni el permiso de salida”.
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