No es nuevo el asunto, sucede con cada equipo que se anuncia para tal o más cual torneo, sólo que esta vez el debate gira en torno a la polémica decisión de, a escasamente un mes y días de la crucial cita, optar por la conformación de un conjunto en el cual se combinan figuras establecidas y jóvenes promesas.
A criterio de muchos, sobran unos y faltan otros. Por áreas, la receptoría es blanco de las más candentes discusiones, y de todas ellas la tormenta desatada alrededor de la exclusión del villaclareño Ariel Pestano, quien no se estuvo escondiendo de nadie para afirmar que le habían matado el ángel que lo inspiraba.
Ahora bien, ¿fue el arcángel de Pestano el único con una de sus alas azules lastimadas? Evidentemente no. Veamos qué le dijo a la prensa Danger Guerrero, otro de los hombres cuyo nombre, a criterio de no pocos entendidos, debía figurar en la tríada de escogidos para la receptoría del evento en el que Cuba inicia su andadura el sábado 2 de marzo en Fukuoka frente a Brasil.
Danger Guerrero, un verdadero
peligro para los pitchers Francisco G. Navarro*
Como si le fuera la vida en hacerle honor a su nombre en inglés y su apellido en español, Danger Guerrero, el receptor de Mayabeque, representa hoy un peligro para los pitchers en el béisbol de Cuba.
El fornido catcher de los Huracanes, quien dialogó con la prensa en el estadio de la ciudad meridional de Cienfuegos, amaneció domingo como quinto en average (.358, 39 hits en 105 turnos) y octavo en slugging (.538) en medio de su mejor campaña con el madero en ristre.
Pero justo el miércoles anterior al iniciarse la serie a domicilio en la nombrada Perla del Sur, el enmascarado de los Huracanes promediaba .379 (36 en 95) y completaba el podio de los mejores bateadores por detrás de Dayron Varona (Camagüey- .421) y Ramón Lunar (Villa Clara- .383).
Hasta ese momento el receptor de 33 años que participa en su decimotercera campaña en Series Nacionales, confiaba en que el dios de los números le abriría por primera vez las puertas de la selección cubana, máxime si se trataba del evento cumbre de su deporte, el Tercer Clásico Mundial.
Confiesa que cuando pasada la mitad del partido (en el cual bateaba de 4-2, un doble y par de impulsadas) no escuchó su nombre en la nómina de los 28 atletas anunciada por la megafonía local, sintió como si le clavaran un puñal en el pecho.
La afición no pasó por alto el hecho de que Danger se despojara de los arreos para internarse en la soledad del clubhouse a rumiar su desconsuelo.
Abrigaba la esperanza de integrar ese equipo, números tenía para ello, eso lo sabe Cuba y el mundo, pero la Federación Nacional decidió en otro sentido, comenta el catcher, quien se muestra recuperado del bache emocional.
Los entrenadores hablaron conmigo y yo con ellos, pues a fin de cuentas no tenían la culpa de lo sucedido ni mis compañeros de equipo tampoco, apunta tras recordar que en la siguiente jornada volvió a lucir careta, peto y chingalas en la pasarela del diamante.
Danger, quien comenzó a jugar desde las categorías escolares, pero sin llegar a integrar equipos a competencias nacionales en la capital del país donde residía entonces, comenta que su vida cambió cuando sus padres decidieron mudarse a Quivicán, municipio de la antigua provincia de La Habana, en la actualidad demarcación de Mayabeque.
Allí ha formado familia y tiene un hijo de ocho meses de edad, bautizado con el mismo nombre del padre, para quien no desea un futuro como beisbolista, "pues no quiero que pase por lo que yo durante los últimos cuatro-cinco años".
Asegura que desde mediados de semana transita por el peor momento de su carrera y su antípoda en positivo la sitúa en un partido de play off cuando le conectó un jonrón al mítico Pedro Luis Lazo, el pitcher más ganador (257) en la historia de la liga cubana, para que el Habana empatara a una con Pinar del Río y a la postre ganara aquel juego.
En aquella oportunidad llegamos a discutir la final con Santiago de Cuba, recuerda.
Famoso en el ámbito beisbolero cubano por la cantidad de golpes que recibe en la defensa del home plate, Guerrero apunta como el hito más doloroso un foul conectado por él mismo sobre un lanzamiento del guantanamero Dalier Hinojosa, que conllevó a 39 puntos de sutura en la boca.
Acerca de la mejoría ofensiva experimentada en esta primera mitad de campaña alude a la entrega en el terreno, y el hincapié tanto en la preparación mental como la física, a cargo esta última del entrenador René Rojas.
Interrogado sobre los atributos necesarios para agacharse entre el bateador y el árbitro principal del juego, apunta solo uno: no tener miedo.
Ante la posibilidad de que Mayabeque, uno los llamados equipos eléctricos del campeonato (comparte con Camagüey los puestos 10-11 este domingo con balance de 16-20) quedara fuera de los ocho clasificados a la segunda fase, afirma que "no tengo interés en ser convocado como refuerzo de otra novena, pero sí lo hacen, cualquiera me vendría bien".
A la hora de mencionar ídolos beisboleros en su infancia no duda un momento en citar a Germán Mesa y Juan Padilla, la legendaria combinación de los capitalinos (Industriales) alrededor del segundo saco.
Es que yo comencé como short stop, aclara, y desde entonces recibía tantos golpes como luego tras el plato, alega, y sus palabras finales pueden tener de metáfora o no, según el oído con que se le escuche.
(*) Corresponsal de Prensa Latina en Cienfuegos
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