Fausto Triana*
Volver a París debería siempre sustentar una experiencia grata, salvo que la idea se transforme en varias horas de espera en el aeropuerto Charles de Gaulle camino de Shogún, donde Cuba espera sacar sus espadas de béisbol.
Transitar entre terminales aéreas y aviones para llegar a la Tierra del Sol Naciente trae a la memoria la novela de James Clavell y al célebre Shogún, en una ruptura total de los delicados crépes franceses ante el fuerte sushi japonés.
El personaje de Ang-jin-san y la bella Mariko aparecen desvelados. Simples pretextos para hablar del III Clásico Mundial de Béisbol, apartándose de esa suerte de cliché que muestra a Toshiro Mifune con una katana (sable) de samurai bañada en sangre.
John Blackthorne (Richard Chamberlain en la serie televisiva), devenido Ang-jin-san (piloto en japonés), capitán del buque naufragado en las costas niponas, sirve de hilo conductor para desentrañar un tanto las madejas de una cultura milenaria.
En el deporte de las bolas y los strikes, la apuesta será menos complicada desde el punto de vista competitivo, sin samurais ni kimonos, aunque de alguna forma la siempre enigmática sonrisa asiática acompañará a los estadios de Fukuoka y Tokio en marzo.
La máxima liza del béisbol arranca el próximo día 2 en Fukuoka, ciudad ubicada en Kyushi, tercera isla japonesa, y en la misma fecha en Taichung, Taipei de China, con las eliminatorias de los grupos A y B, respectivamente.
De arrancada, Japón enfrenta a Brasil en Fukuoka, en la misma llave donde se ubican Cuba y China, mientras en el otro segmento lo harán Corea del Sur-Holanda y Australia-Taipei de China en la jornada del 2.
Subcampeón del primer Clásico Mundial de Béisbol y con ambiciones de volver a encumbrarse, Cuba ya soltó amarras e inició el 16 de febrero una gira asiática que le permitirá adaptarse mejor al horario y asimismo al nivel de juego en la zona.
Cinco partidos de fogueo en suelo de Taipei de China (de ellos uno frente a Australia y otro contra Holanda), y dos en Japón permitirá al manager Víctor Mesa ajustar su maquinaria en pos de la clasificación.
De nombres mediáticos y equipos temibles, las apariencias muestran a los grupos del continente americano como los más fuertes del certamen que se desarrollará del 2 al 19 de marzo en diferentes países.
Empero, los resultados anteriores refrendan la categoría de los equipos del Lejano Oriente. Japón fue el monarca en las dos citas de 2006 y 2009, y Corea del Sur el subtitular en el segundo.
Si los cubanos logran rebasar el primer obstáculo, entonces en la segunda ronda en Tokio se cruzarán con los clasificados de la serie B.
Aunque por tradición y palmarés Cuba debería acompañar a los japoneses hacia la segunda etapa, el sendero tampoco es expedito. Brasil, bajo las riendas de Barry Larkin, otrora torpedero de los Rojos de Cincinnati, es un contrincante peligroso.
Cuentan con el joven de 19 años de los Marineros de Seattle, Thyago Vieira; André Rienzo, de los Medias Blancos de Chicago, y los veloces Rafael Fernándes y Murilo Gouvea.
Peloteros establecidos como Frederich Cepeda, Alfredo Despaigne y Yulieski Gourriel, contrastan con jugadores noveles que apenas frisan los 20 años en el equipo cubano.
Además de Cepeda, Despaigne y Gourriel, el jardinero Alexei Bell junto a otros conocidos como los lanzadores Danny Betancourt, Vladimir García e Ismel Jiménez, que repiten en el Clásico, Cuba cifra esperanzas en portentos del rango de José Dariel Abreu.
Igualmente, los fornidos receptores Eriel Sánchez y Yosvani Peraza, y la defensa del virtuoso torpedero Erisbel Arruebarruena, son cartas de triunfo, lo mismo que los pitchers Freddy Asiel Alvarez y Odrisamer Despaigne.
Para llegar a San Francisco, California, escenario de la semifinal y final de la justa, los cubanos deberán salir airosos de la enrevesada trampa asiática en Fukuoka y Tokio. En tal caso, se desplazarán a la urbe estadounidense donde jugarán del 17 al 19 de marzo.
Una buena pregunta para el Shogún de Ang-jin-san.
(*) Enviado especial de la agencia Prensa Latina al III Clásico Mundial de Béisbol.
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