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lunes, 1 de abril de 2013

Como buena anexionista, bloguera mercenaria se regocija con bandera USA regalada en Miami

Manuel Henríquez Lagarde

En la imagen, sin photoshop, la bloguera mercenaria Yoani Sánchez feliz de recibir como premio, la bandera de Estados Unidos, la patria de sus benefactores.
La foto fue tomada durante un acto que tuvo lugar en la Torre de la Libertad de Miami donde la bloguera le regaló otro título de portada a El Nuevo Herald: "Yoani Sánchez llama a la unidad de los cubanos dentro y fuera de la isla".
Según el diario de la mafia, bajo repetidas olas de aplausos de unas 800 personas -por fin aparecieron sus seguidores perdidos- la bloguera mercenaria, dijo:
“Sin ustedes no estamos completos. No hay un ustedes y nosotros. Solo hay un nosotros. No permitamos que nos sigan separando … por un muro de mentiras, silencio y malas intenciones”.
Por favor alguien, de los muchísimos cubanos que hay en Miami con vergüenza, que le explique a la "influyente intelectual" que los cubanos dignos andan separados de los sumisos al imperio desde los tiempos del nacimiento de la nacionalidad cubana.

La bandera recibida por la bloguera mercenaria es la misma que ondeó sobre el Capitolio cuando visitó Washington, el mes pasado, para reunirse con los legisladores anexionistas que representan a los terroristas de Miami en el Congreso estadounidense.
Los anexionistas como Yoani Sánchez y CIA, por mucho que se empeñen en demostrar lo contrario, no son cubanos. Los cubanos no somos lacayos de nadie. (Tomado del blog Cambios en Cuba)

Nota: Sin modificar su esencia, el anexionismo ha ido mutando de pellejo desde el siglo XIX, la centuria del trapiche, hasta este momento exacto en que China, por ejemplo, anuncia trabajar en a creación de la Internet más rápida y eficiente del mundo.
Al estilo de los reptiles, dotados de notable capacidad para regenerar ese órgano que es la piel, los anexionistas buscan confundir bajo ropaje en apariencias inofensivo sus verdaderas intenciones: entregar el país a una potencia extranjera.
En sus orígenes se manifestó de manera desembozada como agrupamiento político que avanzaba en los bordes del reformismo y ofrecía resistencia a un proyecto radical de independencia. Fue, ante todo, la expresión de un sector de la sacarocracia esclavista, movida por el deseo de incorporar la isla al bloque sureño de los Estados Unidos, regido por el sistema de plantación algodonera.
Hoy no deja de manifestarse también con desenfado. La mejor prueba es la foto que lustra este post.

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