David Brooks
El punto es que todos cantemos, insiste Pete Seeger, trovador que se ha dedicado durante siete décadas a dar voz a todos, especialmente a eso que está a la vista pero relegado a la invisibilidad: la lucha por la dignidad del pueblo estadunidense.
Sus conciertos nunca se tratan de él, sino de todos los que están ahí; el coro colectivo es, para él, expresión esencial de la solidaridad humana. Siempre invita a cantar a todos: "la participación, de eso se trata todo mi trabajo", dijo.
Y esa solidaridad nace del amor y la ira contra toda injusticia: "si quieres tener un gran amor, tienes que tener mucha ira", canta en Carta a Eva, que acaba: "Eva, ve a decirle a Adán, tenemos que construir un jardín para todos los hijos de Dios".
Seeger cumplió 94 años el pasado 3 de mayo. Ha sido participante y acompañante musical de los grandes movimientos sociales de este país, los laborales y la lucha antifascista de los 30 y los 40, blanco del macartismo en los 50, en las luchas por los derechos civiles en los 60, y continúa en estas últimas décadas en el movimiento ambientalista, contras las intervenciones estadunidenses en América Latina, en los movimientos contra las guerras y hasta en el movimiento Ocupa Wall Street.
El mayor impulsor de la música folk en el último siglo, inspirado por su amigo y mentor Woody Guthrie, ha grabado más de 60 discos, incluidos varios para niños; ha enfrentado a golpeadores y sufrido persecuciones que intentaron callarlo, ha enseñado a generaciones cómo tocar el banjo (su libro didáctico es considerado el mejor para aprender ese instrumento) y ha sido inspiración para músicos de todo tipo, desde Bob Dylan hasta Bruce Springsteen.
También ha sido condecorado con los Honores del Centro Kennedy (por el entonces presidente Bill Clinton), la Medalla Presidencial de las Artes, un Grammy por su carrera, como tantas más aquí y en el extranjero, por ejemplo la Medalla Félix Varela de Cuba, y hasta ha sido incluido en el Salón de la Fama del Rock & Roll, donde fue presentado por Harry Belafonte y Arlo Guthrie, el hijo de Woody.
Su banjo tiene un lema: "esta máquina rodea al odio y lo obliga a rendirse".
"La música puede distraerte un rato de tus penas, la música puede consolarte de tus penas, la música puede expresar tus penas, y, a veces, la música puede hacer algo para superar tus penas", afirmó una vez Seeger.
Cuando cumplió 90 años, más de 40 artistas famosos (Dave Matthews, Joan Baez, Tom Morello...) festejaron el cumpleaños con un magno concierto en Madison Square Garden. Ahí estaba Springsteen, quien declaró: "No se vayan con la finta: se ve así como si fuera tu abuelito, pero sólo si tu abuelito te puede partir la madre. Él canta en la voz del pueblo" y "apuñala con un cuchillo las falsas ilusiones de nuestro país", pero mientras "revela sus grandes fracasos, también festeja a sus mejores ángeles".
Hijo de un profesor de música y de una violinista de concierto, fue un ratito a Harvard pero se hartó y se fue a viajar por todo Estados Unidos con un musicólogo que rescataba las canciones populares del sureste del país.
Su carrera musical exitosa como integrante de The Weavers fue interrumpida por el macartismo. Obligado a presentarse ante los comités anticomunistas del Congreso, fue uno de los pocos que rehusaron invocar una ley para protegerse, y simplemente rehusó responder al interrogatorio sobre si era miembro o aliado del Partido Comunista; en lugar de eso, los acusó de violar principios democráticos como la libertad de expresión. Como resultado, en 1961 fue legalmente declarado en desacato del Congreso y un tribunal federal ordenó su encarcelamiento, y en prisión ofreció tal vez la primera y única conferencia de prensa musical en la historia para comentar su caso. En 1962 su condena fue revocada, pero durante todo ese tiempo y más Seeger, como tantos más, fue colocado en las listas negras y ya no podía presentarse, ni sus canciones, en radio, televisión o conciertos.
Fue en esos años cuando participó en el creciente movimiento de los derechos civiles encabezado por el reverendo Martín Luther King Jr. Él, con otros músicos reunidos en el Highlander Center, compuso una nueva versión de una antigua canción de gospel que se convirtió en el himno del movimiento: We Shall Overcome. En 1963 cantó ante el Monumento a Lincoln en la famosa marcha del reverendo King en Washington, donde ofreció su discurso "Yo tengo un sueño".
El 20 de enero de 2009, 46 años más tarde, de nuevo estaba ante ese mismo monumento, esta vez como invitado al concierto oficial de celebración por el primer presidente afroestadunidense. Junto a Bruce Springsteen cantó, frente a Obama, This Land is My Land, de su amigo Woody Guthrie, con los versos originales y subversivos que casi siempre se dejan fuera, como éste: “Al caminar/había un anuncio ahí/De un lado decía ‘propiedad privada’/pero del otro no decía nada/Ese lado esta hecho para ti y para mí”.
A finales de los 60 impulsó lo que se ha convertido en una de las iniciativas ambientalistas más famosas de este país que aún prospera. Por medio de conciertos, siempre acompañado, recaudó fondos para construir un buque velero como los que existían en el siglo XIX y desde entonces el Clearwater viaja por el río Hudson con el objetivo de limpiar uno de los ríos más majestuosos y más contaminados. Más de 40 años después, esa iniciativa ha ayudado recuperar la vida acuática en ese río.
En su versión de la Oda a la Alegría, tocada en su banjo, pone nueva letra: “Ninguno dejará al otro caerse… todos para uno, uno para todos”.
Es el vocero del otro Estados Unidos. (Tomado de La Jornada)
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