En su artículo Hegemonismo yanki: Siria ahora, para luego cercar a Irán; y de ahí Rusia, China…, publicado en este blog el pasado 1 de septiembre, el miembro de la UNEAC, Julio Martínez Molina, nos abría el camino a los intelectuales cienfuegueros para combatir el nuevo escenario de abuso sangriento imperial en la nación asiática. Cuba es un país de rica historia de intelectuales revolucionarios. Hay que ser consecuentes con esta. El intelectual cubano del siglo XXI -sobre todo si es joven-, no puede ser apolítico, nihilista, encerrado en su concha, narcisistamente enamorado de sus propios saberes, sin interesarse por nada, creyente aún del viejo sofisma de que “el arte es solo arte y no entiende de otra cosa”. Es preciso dar la cara, sentir las injusticias de este mundo como si fueran nuestras (cual nos llamara el Che) y combatir al imperio, en todas sus variantes exterminadoras.
Si esperamos, complacientes, sin hacerlo, dentro de poco será Damasco; pero un día cualquiera de un futuro no lejano puede ser cualquier otra capital del Tercer Mundo. Impidámoslo. He aquí un segundo granito de arena en tal sentido, un poema de la autoría del escritor y decimista Alberto Vega Falcón:
CARTA A UN PREMIO NOBEL
Obama, Señor Obama
mientras su familia duerme
feliz en la Casa Blanca
lejos, los niños en Siria,
con tristezas en el alma
esperan solo la muerte
que el “Premio Nobel” les manda.
Mientras sus hijas retozan
en el jardín de “La Casa”
lejos, los niños en Siria
quizá bajo alguna carpa,
esperan solo la muerte
que el “Premio Nobel” les manda.
Mientras su señora sale
de compra a tiendas de fama;
lejos, los niños en Siria,
bajo la luna más clara,
con el temor en la cara
esperan solo la muerte
que el “Premio Nobel” les manda.
Mientras Usted, Presidente,
en su cómodo pijama
acaricia a su mujer
y ve en la tele un programa
lejos, los niños en Siria,
de noche, tarde o mañana,
esperan solo las bombas
que “el Premio Nobel” les manda.
Pero, piense Presidente,
en su plácida almohada;
mientras sus niñas tranquilas
duermen sin una amenaza,
piense en los niños de Siria
si es que le queda “Señor”
algo de amor en el alma.
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