Una medalla de plata de grato sabor, habida cuenta la disputa del banderín al mismísimo campeón de Cuba —provisto de una nómina artillada prácticamente con todo el arsenal del equipo nacional de la Mayor de las Antillas—, acaba de coronar para Cienfuegos la mejor actuación en la historia del fútbol sala (o futsal) en la provincia.
Los Marineros de la modalidad del fútbol de cinco jugadores sobre tabloncillo le plantaron cara al fuerte elenco de la capital del país, y cayeron 2-1 este martes, en cerrado pleito con el cual culminaron cuatro jornadas competitivas de un torneo cuyo interés sigue sumando adeptos a lo largo y ancho de la Isla.
En la bitácora de los del centro sur de Cuba figuraban como lo más destacado de su palmarés par de preseas de bronce y un cuarto lugar.
Fueron ocho los contendientes en la final del campeonato nacional, definidos a razón de dos selecciones por cada uno de los cuatro grupos eliminatorios, todo en un —a mi juicio— certamen demasiado corto, que obliga al despliegue de maratónico calendario cuya arquitectura mina el desempeño colectivo, por tratarse de un deporte donde explosividad y rapidez provocan un desgaste físico notable, a pesar de jugarse en dos períodos de 20 minutos, herencia que, en tanto deporte multigenético, arrastra el futsal del baloncesto —también el número de jugadores—, al igual que las dimensiones de cancha y porterías del balonmano y la reglamentación del polo acuático.
La Habana, consuetudinario titular, encabezó la llave A para la final, un apartado donde, salvo la sorprendente oposición de los holguineros, no tuvo mayores complicaciones para acceder al partido decisivo. Antes, durante la fase de grupos, los capitalinos ganaron invictos la zonal occidental luego de vencer a Artemisa y Pinar del Río, e igualar ante Industriales.
No fue el caso de los sureños, quienes, a pesar de no tener rivales en la zona central, donde mayorearon por sobre Matanzas, Mayabeque y Villa Clara, tuvieron que lidiar la final en un grupo junto a otro titular de la fase anterior, Granma, el campeón oriental, justamente aquel frente al cual vieron en peligro la posibilidad de discutir el oro tras dividir honores en un choque igualado en apenas cinco minutos por los rivales luego de marchar con ventaja de tres anotaciones en la pizarra. Mas quiso la providencia que Ciego de Ávila le endosara un 5-3 a los granmenses, que las tenían todas consigo para llegar a la finalísima.
Y llegó la tarde-noche del martes en una atestada sala Kid Chocolate, escenario donde la afición, mayoritariamente favorable a los locales, no tuvo otro remedio que reconocer la garra del oponente visitador a lo largo de 40 minutos de un choque trepidante de principio a fin, aderezado, incluso, con un fallido tiro del beninés Libak Abau desde los 10 metros apenas a 3 minutos del pitazo conclusivo.
La selección bajo las riendas del técnico Noelvis Palacios y el preparador Didier Castillo contó también en su nómina con la asistencia de otro estudiante extranjero, el yemení Bakil Ahmed, además el inestimable refuerzo del mundialista Eduardo “Angola” Morales, líder goleador de la justa con diez dianas. Ello convirtió al Cienfuegos en un equipo muy aguerrido y organizado en su planteamiento ofensivo.
Incentivados todos por haber probado la posibilidad de coronar el sueño, les queda ahora el reto de trabajar desde bien temprano en el calendario por mejorar el color de esta presea de agradable sabor.
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