La reproduzco a partir de la nota que, destacada en caracteres azules, colocara el autor de esas tantas canciones imprescindibles para entender esa tozudez nuestra de no bajar nunca la frente, mirar a los ojos y entrarle a los problemas de frente. Gracias Silvio, una vez más.
NOTICIA: La Habana, martes 17 de septiembre de 2013, 17:45 hs.
Autoridades del Ministerio de Cultura se reunieron hoy con Robertico Carcassés y las conversaciones fueron tan positivas que han decidido dejar sin efecto la sanción.
Dicen que la gente hablando se entiende. Ojalá así sea siempre.
----------------------La Habana, 18 de septiembre de 2013, 08:47
No he tenido noticias de que cuando Robertico Carcassés terminara su actuación, la noche del 12 de septiembre, hubiera espectadores del concierto ofendidos.
Ni siquiera eso pasó temprano, a la mañana siguiente.
¿Por qué?
Porque si alguien logró escuchar lo que dijo, en medio del caos visual y sonoro que caracterizó la escena durante toda la noche, lo más probable es que no le diera tanta importancia (que fue lo que a mi me sucedió).
Por otra parte, el elenco que pasó por allí era tan dispar y asombroso como para que se cantara o dijera cualquier cosa, además de los esperados reclamos a favor de Los Cinco.
La octogenaria Juana Bacallao, ser que amo, se despidió pidiendo que regresaran los cinco “porque estaban muy buenos”, nada raro dentro del estilo que la hace una gloriosa singularidad de nuestra cultura.
Las reacciones adversas aparecieron a media mañana del día siguiente, cuando empezaron a llegar cables exaltando un supuesto “revire” de Robertico en las mismas narices de un “régimen” que esa prensa suele calificar de dictatorial y persecutorio.
La prensa provocadora de siempre estaba marcando un guión que algunos en Cuba se creyeron y empezaron a seguir a pie juntillas.
A mi modo de ver, eso es lo que más daño nos ha hecho.
Y nos puede seguir destrozando, si no comprendemos que debemos escribir nuestro propio guión y no seguirnos portando como los perros de Iván Pavlov ante ciertos estímulos.
Llegar a nuestras propias conclusiones, no esperar a lo que dice el de enfrente para una interpretación de la realidad, yo lo considero parte de ese cambio de mentalidad que nos ha pedido nuestro Presidente. Esa evolución nos convertiría en ciudadanos de una era en que algunos viejos asuntos pueden tratarse de una nueva manera, lo que nos permitiría, incluso, dejar atrás un poco de enajenación.
Yo creo que si logramos ser ese tilín mejores, hasta nuestros hijos van a vernos más cercanos y menos aburridos.
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