
Carbures, multinacional radicada en Cádiz y especializada en la fabricación de piezas de ese ligero y a su vez resistente material para aviones, coches, motos, trenes o vigas de edificios, ha informado sobre el fichaje de la selección española de fútbol como su proveedor tecnológico.
El grupo industrial abre así una línea de actividad vinculada a las protecciones de uso deportivo, que emprende con la fabricación de espinilleras inteligentes de fútbol en fibra de carbono, dotadas de unos sensores que registran la información que genera el futbolista durante su juego en un partido.
Las espinilleras inteligentes de Carbures estarán dotadas del denominado Sistema de Absorción de Golpes (SAG), con el que, por ejemplo, cuando un futbolista reciba un impacto, como una patada, en la espinillera, el golpe no sea puntual sino que se distribuirá por todo el artefacto, con lo que se minimizará su fuerza.
Las espinilleras tendrán una serie de sensores que registrarán la información generada por el futbolista durante el partido y la transmitirán en tiempo real, lo que permitirá conocer los impactos que el futbolista recibe en su pierna durante el juego, su fuerza y el lugar en los que lo recibe, datos con los que se puede elaborar un dispositivo a medida para cada jugador, en función de su estilo de juego y sus características físicas.
Además, la espinillera inteligente registrará datos relativos al rendimiento de los jugadores en el terreno de juego: con qué pierna golpea la bola, la velocidad de golpeo, la distancia recorrida durante el partido o durante una fase del mismo, y transmitirla en tiempo real, lo que ofrece datos claves del futbolista que pueden ayudar al entrenador a tomar decisiones durante un partido.

Es decir, se pretendía acabar con los teatrales "piscinazos" con los cuales muchos jugadores pretenden engañar a los árbitros, una práctica censurable, pero a la vez extendida y muy de moda. Aquellas "abuelas" de las actuales espinilleras "inteligentes", se limitaban a emitir un pitido similar a una mezcla entre el "piar" de un pajaro y la alarma de una casa o un coche perfectamente audible para el árbitro, pero su generalización no prosperó como se esperaba.
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