Según el diario El Nuevo Día, varios integrantes del BNC desertaron al término de su reciente presentación en Puerto Rico. |
Cada gira del Ballet Nacional de Cuba puede ser una sangría. Uno siempre se pregunta: ¿quiénes se quedarán? Así viene siendo desde hace mucho tiempo. El Ballet Nacional de Cuba es una compañía de jóvenes, constantemente renovada. No es política trazada: es una circunstancia. La suerte es que detrás hay una buena escuela: los bailarines entran en la agrupación como si fueran ensamblados en serie. Pero con todo, se violentan muchas cosas. Algunos muchachos excepcionales decidieron abandonar la compañía en las giras a México, España, Estados Unidos… Tenían potencial, pero les faltaba camino, tiempo sobre la escena. Unos cuantos lograron entrar en compañías, han logrado vivir de la danza, vivir para la danza. Otros se perdieron, por lo menos para el ballet. Me han contado que algunos son camareros o vendedores en supermercados.
E incluso, más de uno han probado suerte en programas de televisión. La verdad es que no estoy en condiciones de juzgarlos, ni siquiera de cuestionarlos. Cada quién sabe lo suyo mejor que nadie. Y si el cambio es para bien (aunque sean para un bien personalísimo), pues felicidades: adiós, suerte, hasta más ver.
Pero la verdad es que duele. Y no tanto por la tan repetida razón de que el estado invirtió en ellos un dinero, les dieron la oportunidad de estudiar, formarse, hacerse profesionales… para que al final dejaran la compañía en medio de una gira. No. Ya les digo: no se forma a nadie para después exigirle fidelidad a ultranza; se forma por pura vocación humanista. (Cada quién resolverá después a conciencia cuál es su nivel de compromiso). Duele, cuando son buenos y pierden el rumbo, por dos razones: a) porque el nivel de la compañía se resiente (mucho, poco, casi nada, pero se resiente); y b) porque uno siente que han echado por la borda muchos años de su vida, una vida de sacrificios y demandas… Pero bueno, a mí me duele, quizás a ellos no tanto. O quizás sí les duela, y así y todo asumieron que debieron dar el salto. He conocido a algunos, algunos han sido (siguen siendo) mis amigos. Las historias son disímiles. En el fondo hay una verdad del tamaño de un templo: la nuestra es una compañía pobre, en un país pobre. El ballet suele ser un arte de entornos más ricos: mucha gente sueña con esos entornos. Claro que en casos puntuales influyen otras cosas, pero en sentido general parece una circunstancia lógica: el mundo puede parecer demasiado luminoso desde aquí. A veces lo es, a veces no tanto. Ayer nos llamó un amigo: “¿Se enteraron? Se quedaron Fulano, Zutano, Esperancejo”. La misma historia, el ciclo de siempre… En los salones de nuestra escuela, ahora mismo, alguien sueña con conquistar el mundo desde el escenario. Ojalá que pueda conquistarlo sin tener que decir adiós… Ojalá que se proponga hacerlo. (Tomado de On Cuba)
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