Traducir esta página

English Russian Italiano DeutschPolonia Français Portuguese Chino Japones Arabe Sueco Noruego Corea

lunes, 9 de junio de 2014

Los tomates más caros del mundo

Julio Martínez Molina

“Deja que le suban el sueldo a los médicos, que voy a meter los pepinos a tanto…”. Así hablaba, meses atrás, un vendedor ambulante de productos agrícolas. No sé si la masa lo pensaría igual, espero no haya sido así, pero lo cierto es luego del primer sueldo cobrado de aquellos adquirí ¡cuatro! tomates por ¡veinte pesos! a un carretillero. ¿Porqué los compré? Los necesitaba y en ninguno de nuestros mercados agropecuarios estatales los expendían.
Todos debemos vivir, sí; mas si hacerlo entraña seguir devorándonos entre nosotros, convirtiéndonos en nuestros peores enemigos al dar riendas sueltas a este incremento fratricida de los precios como parte de una guerra sin cuartel donde el hombre es verdadero lobo del hombre, no habremos de parar en nada bueno. La verdad debe decirse, aunque duela, preocupe o incluso asuste.

Los vendedores ambulantes de productos agrícolas existieron -y existen-, en la mayor parte del mundo, en cualquier época. Ahora bien, el cubano de la actualidad posee una particularidad distintiva, la cual lo convierte en único, diferente a todos: sus precios. No le venden a la gente; le venden a una clase.
La práctica, la cual según los padres tutelares de la filosofía marxista, es el criterio de la verdad, ha demostrado que los parámetros en el universo carretillero de los precios son realmente desmedidos. Impagables.
Fueron nobles las intenciones al darle su partida de nacimiento a la figura, las cuales todos conocemos y por supuesto no reproduciré aquí. El carretillero debe permanecer, pero no al modo que lo conocemos hoy. El tiempo demostró que de esta manera lejos de ayudar, perjudican, debido al monto de los gravámenes. Sin topes, sin frenos.
Más allá de la cacareada defensa de la “oferta y demanda” (bajo tal concepto puede esconderse un planeta), el Estado debe intervenir, poner cartas en el asunto o poner en marcha las medidas que organicen un sector tan clave como es el de la comercialización/distribución de productos agrícolas -todo es una gran y compleja cadena-, porque así no puede continuarse. 
Precisan establecerse precios regulados que le permitan “vivir” al vendedor y también al comprador. No solo con los de los carretilleros, aclárese. Hoy día no funcionan -ni son realistas, ni consecuentes, ni prudentes- en diversas categorías comerciales; vinculadas al hecho agrícola o no; a dicha figura o no.
No es posible, por ejemplo, que una col sea vendida al mismo precio por un carretillero que por un dependiente de organopónico. Y de hecho sucede así; da igual donde sea adquirida, pese a que en la carta fundacional de los segundos sí nunca se definió, ni sugirió siquiera, tal sangría al prójimo.
No podemos continuar burlándonos del pueblo. No toda la población recibe remesas, ni estímulos o incrementos salariales. Pero sí debe comer.
No podemos seguir publicando reportajes de producciones perdidas en los campos, por falta de transporte, incumplimientos de contratos o la mar de razones (siempre las hay), mientras debemos pagar veinte pesos por cuatro tomates a un particular, en tanto los grandes mercados agropecuarios estatales continúan presos de un abastecimiento irregular, intermitente. O sea, la historia interminable, a la cual nunca le hemos encontrado cierre, pero que ya es hora halle su luz al final de un túnel de desconcierto e inconsecuencia. Lo están pidiendo millones de personas quienes, aunque a algunos pueda parecerles increíble, intentan sobrevivir con su jornal.

1 comentario:

  1. Por favor, que no se enteren los carretilleros de este asunto, porque entonces sí no habrá manera de comprar tomates. Lean esto:

    Una sustancia presente en el tomate alivia el deterioro de los vasos sanguíneos, y por ende la enfermedad cardiovascular, según un estudio de la Universidad de Cambridge que publicó la revista científica PLoS ONE.
    Un suplemento de licopeno, un potente antioxidante presente en el tomate 10 veces más fuerte que la vitamina E, mejora y normaliza la función del endotelio (revestimiento interno de los vasos sanguíneos) en pacientes con enfermedad cardiovascular, señalan los investigadores.
    De acuerdo con Joseph Cheriyan, conferencista en el referido centro de altos estudios, gran cantidad de investigaciones sugieren que la dieta mediterránea (incluye el licopeno presente en el tomate y otras frutas) es bueno para la salud cardiovascular.
    La constricción de los vasos sanguíneos es uno de los factores clave que pueden conducir a un ataque cardíaco y accidente cerebrovascular.
    El licopeno puede encontrarse en otras frutas y verduras, como pomelo, sandía, espárragos y zanahorias.

    ResponderEliminar

Buscar este blog