Michel Dalí
Parecía la Copa Mundial de Fútbol encantada con goles y sorpresas agradables, aunque ya los árbitros habían dado avisos negativos y algunas estrellas se resentían de viejas lesiones.
La imagen idílica del segundo evento deportivo más importante del orbe después de los Juegos Olímpicos terminó sepultada por la sanción excesiva al delantero uruguayo Luis Suárez, que pasó de héroe a villano en un santiamén.
El mordisco al italiano Giorgio Chiellini le salió caro y si bien la mayoría de las opiniones coinciden en que debía ser castigado, el dictamen de la FIFA rebasó los límites de lo esperado: nueve partidos y cuatro meses sin entrar a un estadio.
Al margen, hay algunas cosas buenas de la liza en tierras brasileñas, entre ellas descubrir la dimensión de este gigante sudamericano que se empina como sólida nación emergente, a pesar de los problemas de inequidades que arrastra.
Con esa cadencia de bossa-nova y samba, el privilegio de Copacabana e Ipanema, ciudades espectaculares como Recife, Porto Alegre, Belo Horizonte, la imponente Sao Paulo, la ultramoderna Brasilia y, por supuesto, Río de Janeiro, paraíso carioca.
De sorpresas, combinadas con el rosario de bellísimas hinchas de Colombia, Holanda, Argentina, Rusia, Francia, México, Alemania y Brasil, por citar algunas, la ovación mayor se la lleva Costa Rica.
Encuadrada en uno de los llamados grupos de la muerte, la Sele tica dirigida por el colombiano Jorge Luis Pinto no sólo logró la clasificación a octavos de final, sino que se encaramó en la cima de la llave invicta.
Pasó por encima de Uruguay, con una remontada histórica 3-1, para luego batir a Italia 1-0 y empatar con Inglaterra, con las individualidades de Bryan Ruíz, Joel Campbell y el arquero Keylor Navas.
Del resto de los conjuntos para destacar la fortaleza de Alemania desafiada, sin embargo, por Ghana, y la cobertura ofensiva de Thomas Müller, ya con nueve goles en apenas dos Copas Mundiales; y la constancia de Argentina y Lionel Messi.
Messi, el genio salvador de una escuadra albiceleste todavía con dudas. Asimismo, una Francia en proceso de maduración con Karim Benzema de gran generador; Holanda con un Arjen Robben reverdeciendo laureles y Robin Van Persie siempre goleador.
La Bélgica de Eden Hazard bien, pero sin signos de admiración; la espléndida Colombia que terminó por seducir con una asombrosa generación de talentos liderados por James Rodríguez; y la entrega del batallador México.
Por supuesto, Brasil y su iluminador, Neymar, sensación del torneo hasta ahora. Con una plantilla de estrellas en cada posición y, sin embargo, sufriendo ante los voluntariosos mexicanos.
Párrafo aparte, Chile, autor de la eliminación de España, el monarca destronado de Sudáfrica 2010, que sorteó otra serie complicada, la B, al lado de Holanda y Australia además. Notables progresos con Alexis Sánchez y un tremendo colectivo.
Con el técnico argentino Jorge Sampaoli, sucesor de su compatriota Marcelo Bielsa, la Roja chilena, además con Arturo Vidal a media màquina, Gary Medel, Claudio Bravo y Jorge Valdidia, entre otros, proyecta un alentador porvenir.
Todo esto ya es historia. Lo que sigue es lo más apasionante, pero seguramente la calidad de los partidos mermará ante el dilema de "matar o morir". No hay mañana a partir del sábado.
Lo saben Chile y Brasil aquí en Belo Horizonte, y Colombia-Uruguay en el Maracaná de Río de Janeiro. Esperemos que los árbitros tengan conciencia de la relevancia de sus juicios.
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