Omar Pérez Salomón
Este 8 de julio el Departamento de Estado anunció que Estados Unidos finalizó oficialmente uno de los programas más ineficaces y ampliamente criticados de la última década destinados a socavar al gobierno cubano: la transmisión de la mal llamada TV Martí desde una aeronave.
En la noticia, publicada en la revista Foreing policy, se reconoce que desde su lanzamiento el programa se vio afectado por un simple problema: cada día que el avión voló, fue bloqueada su señal de transmisión, lo que significa que menos del 1 por ciento de los cubanos podían ver los programas de televisión.
Pero en septiembre del año pasado, The Washington Post, había publicado una noticia que daba a conocer que el avión utilizado en las transmisiones de la señal de la televisión anticubana se encontraba estacionado en un campo de aviación en la zona rural de Georgia, y se pagaba a un contratista 79 500 dólares al año para su custodia.
Según este periódico, Philip Peters, un ex funcionario de dos administraciones republicanas y ahora presidente del Centro de Investigación de Cuba en Alejandría, Virginia, dijo que, “las emisiones del avión no tienen audiencia. Ellos la interfieren con eficacia desde su creación. Y en lugar de gastar el dinero en algo que beneficie al público, se ha convertido en una prueba de virilidad en el Capitolio. Este avión es el último vestigio de una experiencia extraña en la televisión a través del Estrecho de la Florida”.
Fue precisamente durante la Crisis de Octubre en 1962, cuando en Washington se valoró por vez primera la posibilidad de emprender transmisiones de televisión especialmente dirigidas a Cuba, idea descartada en ese entonces por considerarse una medida extrema, muy compleja desde el punto de vista técnico y por la fragilidad de la señal ante cualquier tipo de interferencia cubana. No obstante, la idea fue retomada a partir del segundo semestre de 1985, y el 27 de marzo de 1990 comenzó la agresión televisiva al ponerse en servicio un transmisor de televisión a bordo de un aerostato cautivo a 3 000 metros de altura en uno de los cayos al sur del estado de la Florida, para cubrir parte del territorio nacional cubano. Cuando en el 2005 el huracán Dennis desapareció el globo aerostático, los directivos de TV Martí se dieron cuenta del siniestro seis semanas después.
A partir de agosto del 2004 comienza a emplearse una aeronave militar del tipo EC-130, perteneciente al Comando Solo de una Unidad de Guerra Psicológica de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, y desde agosto del 2006 a través de un bimotor Gulfstream G-1. Estos vuelos se detuvieron en mayo de 2013, tras gastar una cifra considerable de dinero de los contribuyentes norteamericanos. Tales emisiones se sufragaban con un presupuesto aprobado por el Congreso estadounidense, que cada año fiscal prevé más de 30 millones de dólares para las transmisiones contra Cuba.
Recuerdo que el despliegue de aviones para trasmisiones ilegales constituye una de las acciones más provocativas y peligrosas. Una medida como esta solo se ha tomado anteriormente durante situaciones de guerra, como Viet Nam e Irak, y significa una clara violación de la soberanía cubana.
Ahora les queda la transmisión vía satélite y por Internet; pero dada la mala calidad de los contenidos muy pocas personas acceden a ellos. Por lo pronto, el avión de TV Martí también se fue a bolina.
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