Descemer Bueno es en la actualidad el compositor cubano vivo de mayor impacto en el mercado internacional. Fanal Cubano comparte con sus lectores la entrevista que sostuvo con el periodista cienfueguero José Jasán Nieves el autor del éxito Bailando
Su carrera, sus contactos y alianzas, y su propia condición de persona que vive sin dificultades entre La Habana y Nueva York, le han vuelto un referente de las muchas potencialidades que existen para los autores de este archipiélago. Su nombre es Descemer Bueno y en estas semanas lo mismo suena en Madrid que en Nueva Delhi, porque anda Bailando, junto con Enrique Iglesias.
“Yo creo que las canciones son las que han hecho todo el trabajo. Pero es cierto que luego de 10 años de trabajo intenso con Enrique y varios hits (Loco, El Perdedor…) mi nombre se ha posicionado mucho más y hoy puedo comenzar a hacer dúos con otros intérpretes internacionales reconocidos como los españoles de Estopa”, describe el creador habanero cuyo nombre es un rejuego con las sílabas del nombre de su madre: Mercedes.
Ese posicionamiento es también beneficioso para otros creadores cubanos, cree Bueno, quien también considera que sobre sus colegas del archipiélago caribeño pesan desventajas para insertarse en la difusión internacional.
“Puede ser tan difícil hasta el punto de que no se logre, porque para los compositores de este país hay más que agua de mar en el camino entre su Isla y el resto de los continentes. Hay como un empeño en hacerles difícil el hecho de poder llegar a ser cantados por otros artistas fuera de Cuba, y más que nada porque accedemos a una competencia bien difícil con muchos países del continente ya posicionados y con mucha experiencia”, aprecia.
Luego de que Descemer se convirtiera en una figura pública ha debido soportar el precio de la fama, con dos polémicas diferentes en menos de un año. Desde Perú, alguien le acusó de plagiar la canción Bailando, mientras poco antes en el archipiélago caribeño circularon correos electrónicos sobre un supuesto altercado con los custodios de un edificio empresarial en La Habana y sus afanes de “nuevo rico”.
“A mí me hizo mucho daño ese rumor porque no soy persona que se ayuda de técnicas así para darse publicidad, sobre todo porque tengo dos hijos que crío con la educación que me dieron. Han querido señalar la pestaña en el ojo de un artista graduado de guitarrista concertista de guitarra clásica, que cada año da clases en la Universidad de Brown, en Boston, y las ha dado en la de Stanford y la de Cape Town; y lo que han hecho es un absurdo”, comenta.
“Yo interpreté eso como un ataque a lo que represento”, afirma el autor, consciente de que más que un modelo de éxito económico o reconocimiento internacional, su carrera es también un símbolo de los nuevos tiempos que se abren paso en Cuba.
Descemer, Emigrado
“Yo vivo en los Estados Unidos desde el año 2000. Suerte que las cosas han cambiado y en los últimos años ha aparecido una manera sutil de permitir al artista permanecer donde desee, y seguir haciendo su trabajo”; comenta este joven que también ha recorrido el camino de la diáspora, como decenas de miles de sus compatriotas en las últimas décadas, y experimentado en carne propia las tiranteces políticas que en torno a la emigración cubana surgieron desde 1959.
Una de sus primeras movidas en el nuevo país fue agruparse con otros jóvenes músicos emigrados e intentar proponer un discurso sonoro y temático diferente a lo que estaba habituado el consumo del enclave cubanoamericano.
“El proyecto Cubiche fue un intento de abrir un hueco en la pared de los medios de Miami, que nos daban la espalda sólo por ser cubanos. Decidimos hacer canciones que los nuevos emigrados pudieran reconocer (Le dicen balsero, El Solar en Miami) pero no hubo apoyo ni difusión en la radio o la tv, y por eso el proyecto dejó de existir.”, recuerda.
“Yo creo que el contenido político de la relación (entre la nación y la emigración) está pasando a un plano que es el que le corresponde. En un momento ese plano abarcó demasiada fuerza para los cubanos dentro y fuera del país. Ahora es la música y la cultura las que tienen más amplitud. Una muestra de eso es que ya puedo dar un concierto en el teatro Karl Marx, de La Habana, y luego uno en el Miami Dade County Auditorium, de la Florida, sin tener que sufrir a Vigilia Mambisa (una organización de ultraderecha) protestando fuera del local”, argumenta Bueno.
“Mi música siempre ha estado basada en el espíritu con cosas que no molesten a nadie. Por eso a ella se acerca gente de todo tipo de cualidad y calidad humana”, concluye. (Tomado de El Toque)
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